Ay que orgulloso me siento de haber nacido en Colombia dice una canción que se canta con frecuencia cuando James, o Falcao o Mina, o cualquiera de nuestros cracks hace un gol.

Hoy, la verdad no me siento tan, tan orgulloso. Dos noticias recientes lo ponen a uno a pensar en serio.

Reflexiones de Juan Manuel UrrutiaHace ocho días en el programa Semana Sostenible en vivo, mi hija Carolina, brillante moderadora, (estamos hablando de orgullo) hacía un análisis de las implicaciones que ha tenido la adjudicación diez años tarde, de las licitaciones para adquirir y para operar los buses del sistema Transmilenio.

Cáspita, diría alguno de los personajes del recientemente fallecido Stan Lee.  Lo primero que resalto de ese programa es la ausencia de algún representante de la empresa Transmilenio.  Su gerente debía responder, parece estar escondida.  O el alcalde o un vocero de la alcaldía.

¿Qué pasó?

Pues que compraron los buses para transportar a los bogotanos durante los próximos quince años y compraron unos buses que ya están de salida en Europa que es en donde los fabrican.

Desde que yo era estudiante, hace ya muchos años, el transporte público en las ciudades europeas era fundamentalmente diesel. Cuando a finales del siglo pasado, 1993, las sociedades entendieron el daño que hacen las emisiones de gases de los motores a combustión y, sobre todo el que hacen las emisiones de los motores diesel que operan con ACPM (Aceite Combustible Para Motores); la Unión Europea se dio a la tarea de expedir regulaciones.  Así pasaron de la norma Euro I a la Euro VI que es la vigente.

Simplificando, cada norma indica cuáles son los máximos de emisiones permitidos para lo motores e indica los plazos para la sustitución de los vehículos regulados por la norma anterior.

Estando vigente la norma Euro VI, se desprende que esa norma determina el plazo para el retiro de los buses operado con motores que cumplen con la norma Euro V.

La pregunta obvia ¿Por qué Bogotá compra unos buses que ya están de salida en los países en donde los fabrican?

Como dice Rodrigo Lara, compraron a precio de tecnología de punta una tecnología en vías de obsolescencia.

¿Por qué montaron una licitación para favorecer a los fabricantes de esos buses en vías de obsolescencia, por encima de la tecnología de motores eléctricos que ofrece importantes ventajas en materia ambiental?

Bogotá, gracias a Peñalosa y su infinita soberbia tendrá un aire cada vez menos respirable.

¡Apesta!

Pero si por acá llueve, más allá no escampa.  El fin de semana que acaba de pasar se destapó, o más bien se volvió a destapar el escandaloso caso de Odebrecht al ser emitido por Noticias UNO un video en el que Jorge Enrique Pizano (QEPD) quien fuera controller de la mentada Ruta del Sol hace serias acusaciones.  El señor Pizano, que sufría de cáncer linfático, falleció, según dictamen de autopsia practicada en un hospital de Facatativá de un infarto del miocardio.  El señor Pizano había entregado el testimonio publicado por Noticias UNO y solicitado que este se emitiera si el fallecía.  Así fue.

Para enredar aún más las cosas, en circunstancias anonadantes, el hijo del señor Pizano quien residía en España y había venido a entierro de su papá murió envenenado con cianuro que tomó de una botella de agua savorizada que estaba en el escritorio de su padre.

¡Re cáspita!

Desde el martes de esta semana se especula sobre las causas de la muerte del padre.  Se hacen conjeturas, se saca ventaja política, se hacen acusaciones de todo tenor.

De todo el galimatías, que tardará días si no meses en esclarecerse a mí, me queda un sinsabor terrible.

¿Por qué Colombia es el único país en donde al principal socio de la trama de corrupción estructurada por Odebrecht, el Grupo AVAL no le ha pasado nada?

El fiscal fue el principal asesor legal de ese grupo.

A la gente de a pata eso le produce el mismo escozor que a mí.  Sobre todo, cuando el señor fiscal es el actor principal de asuntos tan oscuros como el que se está ventilando en estos días.

¡Apesta!