Naranjas agriasEl artículo del Espectador sobre la ministra de Ciencia que tomó la decisión de hacer a un lado el método científico me hace dudar de la forma en que el presidente toma sus decisiones.

No cuestiono la capacidad de la señora ministra, no tengo la menor duda que es una persona de muchos méritos.  Pero poner a cargo del ministerio de Ciencia y Tecnología a una persona que de entrada no cree en el método científico plenamente es eso sí, cuestionable.  Eso por lo menos es lo que piensan algunos investigadores que progresan lentamente en sus proyectos justamente porque la investigación científica anda, como la canción, “despacito”.

Reflexiones de Juan Manuel UrrutiaLe queda entonces a uno una sensación de desgobierno.  Nombramientos poco estudiados o sencillamente equivocados.  

Lo malo es que esa sensación no se limita a los nombramientos.  Está por todos lados.  Me voy a referir tan solo a dos casos más que ilustran esa sensación.

Empecemos por la política internacional.  El Gobierno de Duque se empecinó en poner todos los huevos en el canasto de la caída del maduro.  El maduro no cayó.  En cambio, la oposición venezolana, dividida e incapaz tiró la canasta al piso y se rompieron los huevitos.  Después de un año de ires y venires, de reuniones del grupo de Lima, de declaraciones del canciller en cuanto foro participaba, de fotos falsas e informes cuestionables, el maduro sigue más fuerte que nunca y de Guaidó nos queda la foto con los paracos que lo trajeron al concierto y las escenas de sus fallidos intentos por recuperar la dignidad.  El pueblo venezolano sigue con hambre y la oposición venezolana parece un sainete.  Recuerdo las palabras de un conocedor de la realidad política venezolana que me dijo hace dos años, con esa oposición no se puede diseñar una política seria, porque no son serios.  Al canciller que diseñó e implementó semejante fracaso lo premiaron con el ministerio de defensa.  A estas horas tiene uno la impresión que en las relaciones internacionales no hay ni estrategia ni prioridades.  Eso se llama desgobierno.

Siguiéndole los pasos a fracasado canciller Holmes, llegamos a la situación de lo que se llama el sector defensa.   Si por allá llueve por acá no escampa.   Los escándalos de corrupción en las fuerzas armadas y en la policía son pan de cada día y el excanciller promete más y más investigaciones exhaustivas, y las investigaciones son menos y menos exhaustivas y los responsables siguen tan campantes.  

A los líderes sociales lo siguen fetecuando por todo el territorio nacional en medio de acusaciones serias de contubernio entre agentes del Estado y las bandas criminales responsables de muchos de esos asesinatos.  ¡Y no pasa nada!  Eso se llama desgobierno.

Y a los que investigan y preguntan, pues los chuzan y los presionan con seguimientos y amenazas.

El Gobierno se enteró sostiene Semana o más bien, como de costumbre, al Gobierno lo enteraron los gringos quienes se percataron que los sofisticados equipos para hacer labores de inteligencia por ellos donados, y que debían usarse para obtener información sobre los verdaderos enemigos del Estado colombiano se estaban utilizando para obtener información sobre los “enemigos de las fuerzas armadas y del gobierno y su partido”, periodistas, políticos y magistrados de las cortes.  Y no pasó nada.  EL 27 de diciembre con bombo y platillo, como le gusta a Duque, despidieron con honores al cuestionado general Nicasio Martínez.  En un Estado gobernado, a un personaje tan cuestionado y tan cuestionable, lo despiden, despedido sin honores y lo mandan a investigar para que responda.  Eso se llama desgobierno.

Mi autor de tiras cómicas favorito Quino, pone en palabras de la célebre Susanita una frase lapidaria “esa situación mal vista se pone muy interesante”.

La situación del gobierno, mal vista, se pone interesante, pero sobre todo angustiante.  De pronto yo estoy totalmente equivocado pues lo que sucede no es que haya desgobierno sino que hay un gobierno detrás del gobierno con una agenda siniestra y todo eso maquillado, como en los tiempos de los falsos positivos y de las falsas desmovilizaciones de la era Uribe, con supuestas cifras de éxito económico.  

En esa forma de actuar, a la tapada, con mentiritas, escondiendo las verdaderas motivaciones de sus acciones, el gobierno de Duque, a través de la Superintendencia de Industria y Comercio, que es un órgano de la rama ejecutiva del poder público y que depende del presidente de la República, resuelve sacar a Uber del mercado colombiano. 

Que no nos vengan a decir que una acción independiente de un funcionario judicial, como trató de desmontarse por las orejas el superintendente.  La medida la tomó un funcionario de libre nombramiento y remoción de la superintendencia.  La medida la tomó el gobierno de Duque para evitar que los taxistas se sumaran al paro.  No se puede culpar únicamente al gobierno actual del despelote de Uber y otras aplicaciones.  El anterior fue timorato y decidió dejar así. 

Anoche me daban ganas de llorar oyendo a la ministra de transporte diciendo que ahora sí van a regular ese tipo de servicio.  Ya paqué? Dicen hoy ochenta mil conductores y dos millones de usuarios.  La mafia que controla los taxis amarillos celebra y se prepara para seguir explotando a los conductores y de paso a los usuarios. 

Eso es lo que Duque llama la economía naranja. Como dice mi yerno ¡naranja agria!