Fin de añoFin de año, Colombia, se termina el año. Bien ido.

Reflexiones de Juan Manuel UrrutiaColombia acaba de ser declarado el país del año por The Economist, para mí la publicación más seria que hay. No extraña. Pese a que los detractores y críticos del Presidente y de su política de paz consideran que la firma de los acuerdos es desastrosa para el país, el mundo admira esa política y sus resultados. Recojo la frase final del artículo en que se anuncia la elección:

“Como la mayoría de los acuerdos de paz negociados, el de Colombia está incompleto e incluye compromisos horribles (ugly). Pero la alternativa es peor, Colombia es un justo ganador.”

Así el Presidente termina el año con más premios internacionales que Shakira. A los críticos de los acuerdos, enfurecidos por la concesión del Nobel de Paz, este reconocimiento del Economist les debe saber a cacho y seguramente subirán el tono de sus insultos y de sus ataques. Ya veo a la senadora Cabal insinuando que el Gobierno le ofreció mermelada a la prestigiosa revista.

En el frente local a Santos no le va tan bien. La última encuesta de Gallup del año sigue mostrando una desaprobación del 60%.

El comité de monitoreo de la implementación de los acuerdos informa que se van a desmovilizar 7,600 milicianos y 5,900 guerrilleros y que a dichas zonas se trasladarán además 2,000 detenidos amnistiados. Informan también que se espera que los ex combatientes le entreguen a la comisión 20,000 armas que están en su poder.

Digan lo que digan Uribe y Pastrana y el rezandero Ordoñez, el éxito de esa desmovilización es un logro concreto. Pero, denuncian alcaldes, gobernadores y algún vocero de las FARC que las zonas veredales especiales a donde se deben desplazar los guerrilleros y milicianos no están listas.

Esta es la primera etapa de la implementación de los acuerdos y arranca cojeando. Parecería que el Gobierno hubiera estado más interesado en el Nobel, en la medallita de San Francisco de Asís y el reconocimiento del Economist que en hacer la tarea de la implementación.

Preocupa que la premiada paz del Nobel de la paz no está resultando tan pacífica. El país no puede estar más dividido y polarizado sobre este tema. Además, han sido asesinados 200 líderes “sociales” de izquierda. Por estos días han amenazado de muerte a monseñor Darío de Jesús Monsalve, acusándolo de ser un clérigo comunista.

En las FARC se ha presentado una disidencia que preocupa. Se habla de deserciones importantes entre la “guerrillerada”, la tropa de pata al suelo, la que no va a ir al congreso, ni estuvo en Cuba, ni sale en los periódicos.

El gran acuerdo nacional que no se logró para sacar adelante la ratificación de los acuerdos luego de la sorpresiva derrota del innecesario plebiscito que convocó el Gobierno, será indispensable para implementar esa esquiva paz.

Encabezados por Roy Barreras y Benedetti, que se diferencian solamente porque uno se robó la plata de la salud y de las CAR y el otro la de la educación, los honorables congresistas se aprestan a aplicar el reduce fat fast, perdón el fast track, para elevar a rango constitucional el acuerdo. Arrancaron con la ley de amnistía, a ver con qué salen. De nuevo, siente uno que la imagen, el empaque, les preocupa más que el contenido. Se apresuran a aprobar leyes y mientras la infraestructura y la organización para la implementación enredadas.

De remache, no sabemos cuántos niños han entregado las FARC desde que prometieron que los iban a entregar a toditos.

Con todo y los premios y los reconocimientos, este año no fue un buen año para los niños, pero eso el Economist no lo sabe.

El fin de año está marcado por el monstruoso crimen cometido por Rafael Uribe, que no tiene perdón, que no tiene explicación. Ese horrible y execrable hecho pone sobre la mesa la situación de los niños y las niñas en la Colombia de la paz del Nobel.

Olvidados, abandonados por la sociedad y el Estado los niños y las niñas son víctimas de toda clase de abusos, de violaciones de sus derechos, de maltrato, de explotación. Y no nos damos cuenta de eso sino cuando llega un Rafael Uribe y comete el crimen que cometió, o cuando se muere un niño más en la Guajira.

Cada día en algún lugar de Colombia alguien comete un delito de violencia sexual en contra de un niño o una niña. Pocos se denuncian, menos aún se investigan y casi ninguno se castiga.

Los medios y hasta cierto punto las redes sociales no han sido mejores. Con el terrible asesinato de Yuliana tocaron fondo. Inicialmente, en un proceso plagado de especulaciones, de filtraciones, los medios fueron narrando los hechos como si fuera un partido de fútbol.

En las “redes sociales” que en este caso se volvieron “redes antisociales” surgió una horda sedienta de venganza. Según muchos tuiteros y facebuqueros, resulta que a Yuliana la mataron los hermanos del monstruo, los compañeros de colegio del asesino, lo socios de la firma de abogados en donde trabajaba el hermano del pedófilo asesino. Basura estrato seis dicen en Facebook. Gente respetable y respetada se une a la horda que pide el linchamiento colectivo de Francisco Uribe.

Quince días después del crimen, durante los cuales no hubo un día en que en algún medio no se acusara a Francisco Uribe y a su hermana de haber alterado la escena del crimen, la revista Semana le da la oportunidad de contar su historia a Francisco Uribe y la turba del linchamiento se enardece y pide además que linchen al director de la revista. La cosa no le sale bien a Semana, no se necesitaba darle el despliegue de portada, según analistas algo más serios que los linchadores, el reportaje es flojo, no hay preguntas de fondo.

A todas estas no entiendo por qué las autoridades responsables de proteger los derechos de los niños están paralizadas. Duele que haya más llamados a llevar a la hoguera a los hermanos que llamados a que se tomen medidas concretas para el desarrollo de una política pública de prevención de la violencia y la explotación sexual de los niños en Colombia.

Hasta hoy han muerto por desnutrición 54 niños en la Guajira. Y ha pasado poco. Ante la hecatombe del programa de alimentación escolar, a mediados de año hubo denuncias, investigaciones, la ministra Gina y la directora del ICBF se rasgaron las vestiduras, anunciaron un proyecto de ley para corregir, de hecho, la ministra radicó el proyecto de ley el 4 de mayo de 2016.   Y de ahí no pasamos. El congreso de pacotilla, que se apresura a anunciar que ahora si va a imponer la cadena perpetua, ni siquiera estudió el proyecto de ley. Según la Contraloría se siguen robando la plata.

Yo no sé de temas tributarios, no tengo suficiente capital para que me preocupe el tema, pero leo que muchos analistas dicen que la Reforma Tributaria Estructural que también está siendo fastraqueada en el congreso no tiene nada de estructural, que las estructura la destruyeron los grupos de poder que por ejemplo lograran eliminar el impuesto a las nocivas bebidas azucaradas y tras perlas.

Oscuro, por no decir negro panorama. El país del año según el Economist es un país en donde las niñas, los niños y las mujeres son víctimas constantes de maltrato, de violencia, de abusos sexuales y de explotación.

Además, el Estado y la clase política los están dejando con hambre.

Por eso en Colombia nos emocionan tanto los triunfos de nuestros deportistas y nuestros artistas, que este año fueron muchos.

Porque lo demás duele, ¡mucho!

Les deseo a todos Ustedes, queridos lectores, feliz fin de año, y salud para el próximo y les pido que me acompañen en sus deseos y oraciones pidiendo que de una vez por todas Colombia deje de darle la espalda a sus niños.