¿Qué pasaría si (Trump) se empeña en torpedear una transición pacífica del poder? Se preguntaba Enrique Santos Calderón en su excelente columna del 1 de noviembre en Los Danieles.

Premonitoria pregunta.  Trump se ha empeñado en desconocer el resultado de una elección que perdió.  ¡La perdió perdida!  AL final del día cuando todos los votos estén contados es altamente posible que Biden haya logrado “voltear” seis estados, Pennsylvania, Wisconsin, Michigan, Nevada, Arizona y Georgia.  Estados que suman 79 votos en el colegio electoral.  Si esta tendencia se cumple Biden habrá sacado 306 votos en el CE.  En el voto popular la ventaja a esta hora, “faltando datos de otros municipios”, es de casi cuatro millones cuatrocientos mil votos.  De lejos la elección con la más alta participación en los últimos cien años.  Nunca ningún candidato había llegado a setenta millones de votos y esta vez los dos lo hicieron.

¿Qué pasará?

Juan Manuel Urrutia

Imaginemos un escenario entre gente decente.  El discurso del perdedor hoy sería de felicitación al ganador, de regocijo por la fortaleza de la democracia, agradeciendo a sus setenta millones de votantes y, es posible, anunciando una férrea oposición y un control político implacable. 

El discurso del ganador se parecería mucho a los discursos de Kamala Harris y de Joe Biden anoche en Wilmington Delaware.   La única diferencia es que, si el perdedor hubiera sido mínimamente decente, le hubieran agradecido su llamada a reconocer el resultado.

Nada de eso es posible con gente como Donald Trump y Rudy Giuliani, que no conocen la decencia.  Al contrario, con su discurso incendiario convierten a miles de norteamericanos en “malos perdedores”.  Surge un discurso de odio contra Biden.  Aparece el concepto de voto legal, el que es por mí, y de voto ilegal, el que es por mi contrincante.  Hay unos votos que se deben contar, los que son por mí, y unos votos que no se deben contar, los que son por mi contrincante.

En su ignorante soberbia, Trump y sus “secuaces” no entienden que lo único que logran con su actitud pendenciera y contraria a la democracia son reacciones de odio.

¿Cuántos carteles con la frase “you are fired” (sácate en México, estás despedido en otras partes) podrían haber sido carteles con la frase ganamos (“we won”)?

¿De qué le sirve a la sociedad norteamericana que al discurso conciliatorio y de unión de Joe Biden y Kamala Harris, el presidente de los Estados Unidos responda negándose a reconocerles una merecida e indisputable victoria?  De nada, no sirve de nada. 

El espectáculo de los seguidores de Trump saliendo a protestar contra el resultado de la elección, algunos de ellos armados, es lamentable.  Los norteamericanos que conozco no se merecen esto.  Ni siquiera quienes votaron por Donald Trump que sus razones tendrían y que respeto, aunque en algunos casos haya controvertido con pasión.

Trump siempre fue un mal perdedor.  Lo atestiguan las 3,500 demandas que hasta 2016 había interpuesto para resolver asuntos de negocios.  El señor o gana o demanda, para él perder no es opción y esta vez perdió y como de costumbre no lo va a aceptar.  En su soberbia no ha entendido que puede enredar la definición de un negocio por años con demandas y contra demandas, pero que le guste o no, quiera o no, el 20 de enero de 2021 el “Chief justice” (no sé traducirlo) le tomará el juramento (“oath of office”) al presidente electo Joe Biden y a la vice presidenta electa Kamala Harris.