JackflashVuelvo después de una semana de receso. Como siempre se agolpan las noticias.

JMULos fraudulentos embates del perseguidor de hackers. La pelea entre Gaviria y el procurador. Los detalles del acuerdo que no se había acordado cuando se anunció que se había acordado.

El sarputin aprovecha el desmadre en Siria e interviene para ver si le salva el pellejo a su compinche Al Assad. A los tuiteros tunesinos no les suena de a mucho el Nobel de la Paz.

Mucho material, y eso que no me meto con Petropolis.

Tratando de escoger por donde arranco a moler esta semana me encuentro un correo de Bujumbura.

Las dos semanas que estuve allá, conocí mucha gente.

Con los que más interactué fue con los cucarachos internacionales, como yo, con quienes tomaba cerveza o gin and tonic al final de la tarde en el bar del hotel a donde llegábamos todos con la angustia de la noticia de última hora y acompañados por las ráfagas que se oían en las noches.

Mis colegas de trabajo burundís todos, resignados unos, indignados otro, me comentaban el día a día mientras nos apresurábamos a tratar de hacer las cosa, bien.

Cada día a las siete de la mañana me subía en la camioneta del programa que me llevaría a la oficina.

Siempre sonaba alguna canción de los Rolling Stones. Después de tres días, siempre era “Jumping Jack Flash” porque comenté que era la que más me gustaba de los Stones. Me sentaba en el asiento de adelante, saludaba y el carro no se movía hasta que no me hubiese amarrado el cinturón.

En ese momento, y solo en ese momento, antes de arrancar Alice, la conductora me decía “alors on a bien dormi? (¿Durmió bien?). Si gracias respondía yo.

Buena música, dije. “Mi marido es periodista y camarógrafo y hace de disk jockey en una emisora local. Me graba estos discos. Nos gustan mucho los Stones”, replicó

Alice, técnica mecánica, mujer robusta, con una sonrisa que sólo las mujeres de su raza pueden producir, trabajaba de conductora de un vehículo del programa integrado de salud de Burundi. Con ese trabajo ayuda al ingreso familiar para poder sostener a sus dos hijos en un colegio privado.

Cuando empezaron los eventos que llevaron, finalmente, a mi evacuación y que desde mayo no han cesado, le pregunté a Alice que qué opinaba del tercer mandato de Nkurunsiza. Me contestó impávida, Pas de politique causons musique. (Nada de política hablemos de música). Mientras circulábamos por unas calles cada vez más desiertas, le comenté, entonces que me gustaban más los Beatles que los Stones. De ahí en adelante al caer la tarde y camino de regreso al hotel nos acompañaba Imagine de Lennon, según Alice ca c’est la politique (eso sí es política)

Al final de la semana, cuando los locales empezaban su éxodo hacia Kigali y yo empezaba a pasar las noches sentado tratando de dilucidar de dónde venían los tiros, al saludo habitual se sumó un Pas trop peur?”(¿Mucho miedo?) y yo todo valiente contestaba pas trop (no tanto) ¡Ñoña, estaba muerto del susto!.

El lunes de la segunda semana las calles ya estaban totalmente desiertas, no tardamos sino cinco minutos en una ruta que había tomado veinte una semana antes.

Alice hablaba buen inglés. Le dije Rough Weekend, are you scared? (Fin de semana caliente, ¿están asustados?) Yo sí estaba muy asustado. Habían saqueado y quemado las oficinas de la cadena privada de televisión que se oponía al tercer mandato, yo oía los gritos y veía el humo del incendio desde el balcón de mi cuarto. Alice me dijo, mi marido no trabaja allá, él está con la cadena estatal así que no, nosotros no estamos asustados.

El lunes y martes me esperó pacientemente en la oficina, sin moverse de su lugar por si había que salir de afán. Ya el recorrido se hacía en silencio oyendo religiosamente los discos grabados por su marido.

El miércoles me llevó al aeropuerto a tomar el vuelo de mi evacuación. Bonne chance, on vous attend bientot (buena suerte, lo esperamos pronto) Yo le contesté Bon Courage, merci, a plus Alice (eso traduce ánimo, gracias, hasta la próxima Alice)

Ayer mataron a Alice, a su marido y a sus dos niñitos. Paz en sus tumbas.

Yo derramo una lágrima, por ellos y por un país abandonado, como siempre, por la comunidad internacional.

Hoy nada más importa, qué impotencia.

https://youtu.be/TIx9YWF02uU