lemurlunchMADAGASCAR — Hace exactamente una semana a estas horas, sentado en este mismo lugar escribía, “no sé qué decir porque no sé qué pensar” sobre lo que el futuro nos deparará con el triunfo del Presidente del Peluquín, el Prepe.

Resolví no pensar. Me dediqué a mi trabajo, muy intenso y extenso.

Reflexiones de Juan Manuel UrrutiaPara completar la evaluación para la que fuimos contratados, resolvimos montar una operación muy intensa de recolección de información, hicimos 192 encuestas de hogares para conocer la opinión de los beneficiarios, hombres y mujeres entre 15 y 49 años de edad, 150 encuestas de salida en clínicas para conocer la satisfacción de sus clientes, 36 sesiones de grupos focales con agentes de distribución comunitaria y con más beneficiarios y cerca de 30 entrevistas en profundidad con prestadores de servicios y con los administradores del programa.

Todo eso está documentado y llevamos cinco días analizando los resultados, encontrando tendencias, seleccionando testimonios.

En las pocas horas libres la tarde del domingo me fui a buscar al rey Julien, para cumplir la promesa que le hice a Julia y a Joaquín.

Como siempre, en las noches, en el bar del hotel, surgen las conversaciones con desconocidos que se convierten en los compañeros de aventura.

En este caso el bar es muy agradable pues tiene un par de sofás y cuatro sillones de cuero en donde nos sentamos a echar carreta mientras saboreamos un “rhum arrangé”, un delicioso y peligrosísimo brebaje que se hace con un ron añejo local al que le agregan jengibre, o vainilla o ambos y lo guardan por meses en botellones muy bien tapados. Como decía mi mamá, “a la vez que nutre jala”.

Los caracteres, en esta oportunidad, son el gerente del hotel, Sara, una epidemióloga norteamericana, judía, muy competente y muy trajinada, un camerunés apasionado de las carreras de fórmula uno y bastante escéptico sobre todo lo que está pasando, y mi compañero de equipo Iain escocés de origen y canadiense por escogencia.

El chiste de la semana es que Madagascar va a salir mejor librado que otros países porque Trump conoce su existencia ya que vio la película.

Anécdotas muchas. Historias aterradoras también.

Cuenta Iain que en Tuleara, los pocos blancos que veía eran hombres viejos, como nosotros, acompañados de niñitas todas menores de edad. Me aterra que las autoridades locales no se hayan enterado de los devastadores efectos que tiene par la población, pero también para la industria turística, el permitir que sus joyas turísticas, que lo son, se conviertan en destinos favoritos para los predadores en busca de experiencias sexuales con menores de edad.

Comentan los compañeros que así es en Diego y en Nosy Bay.

Rey JulienCamino del parque a donde fuimos a visitar al rey Julien, nos contaba Rachel, nuestra otra compañera, que está alojada en otro hotel y por ende no participa en las tertulias rociadas con ron arreglado, que en el restaurante del hotel de Diego, la única mujer mayor de 20 años era ella. Que todas las demás ejercían desparpajadamente el comercio sexual. Comentaba Rachel que los hombres “couldn’t figure me out”, es decir no sabían si era una puta vieja o una vieja lesbiana en busca de ligue, porque a nadie se le ocurría que hubiese alguien allí dedicada a otro tipo de comercio.

Iain se encontró a Nadine, una niña de quince años en la sala de espera de una clínica. Cuando Iain le contó lo que estaba haciendo, ella muy orgullosa le mostró en su brazo la pequeña cicatriz del implante que sus padres le hicieron insertar para que pudiera “estar protegida” y ejercer libremente, o ¿profesionalmente?, su sexualidad. Cuando Iain le preguntó que para qué había ido a la clínica ella le contestó sin remilgos que para que le trataran una ETS.

Rey JulieResulta que para las niñas de esos lugares en cuya cultura la iniciación temprana de la vida sexual es totalmente aceptada, la prostitución puede ser la mejor opción. Sueñan con enamorar a un viejo verde francés o italiano que se va a casar con ellas, lo que es bastante frecuente, porque eso las sacará a ellas y a su familia de la pobreza.

Con esas anécdotas que se convierten en asuntos importantes para mi trabajo pues parte de lo que nos han encomendado es proponer las bases para el programa que sucederá al que estamos evaluando, no había tiempo para ponerle bobas al tsunami de análisis y de especulaciones surgidas alrededor de la elección del Prepe.

Hoy a la hora del desayuno, Sara estaba más silenciosa que de costumbre, tan apesadumbrada como hace ocho días. Iain y yo le preguntamos ¿qué otros horrores anunció el Prepe?

Peor, nos dijo, “anoche hablé con mi hija de quince años y me contó que alguien había pintado una suástica en su pupitre en el colegio”.

Lo único que atinamos a decir fue “Oh shit, sorry”.

Ese puede ser el síntoma del peor de los efectos del Trumpetazo. El tipo puede que resulte mejor, o por lo menos, menos peor, que lo que se predice, pero ha desatado unos odios y unas pasiones de gentes malas que se sienten con el derecho de ir a pintarle signos de odio a una niña judía de quince años en el pupitre del colegio.

Señor, ten piedad, dicen los católicos en la misa.