Juan-Manuel-2Sobre la costumbre de los gobernantes de turno de manosear la Constitución para atender asuntos coyunturales no voy a decir sino que no estoy de acuerdo en principio.

Y como se trata de una cuestión de principios me parece peligroso entrar en la discusión de la conveniencia coyuntural de tal esperpento.

Si se trata de una reforma estructural de régimen de administración del Estado Colombiano, me parece que se debería llevar a cabo un cuidadoso proceso de reforma estructural de dicho régimen. Buen reverso del Presidente.  El tema está que arde para una discusión de fondo después de las elecciones del 14.

En conversación con el papá de Julia, mi nieta, el tipo, o el pizco, como diríamos los cachacos me salió con una frase muy inteligente: “Suegrito”, me dijo, “es que la política se está volviendo un tema de barras bravas”.

Las barras bravas, los hooligans, casi entierran el fútbol en Inglaterra, son violentas, intransigentes, combativas, camorreras.  En Colombia las barras bravas se han convertido en una expresión más de las pandillas de los sectores más desatendidos y marginados de nuestra sociedad.  No extraña que las peores barras bravas sean las de los equipos de las ciudades con los peores problemas de pandillas.

Lo que distingue a las barras bravas es el fervor sin límite acompañado de la más absoluta intolerancia. El hincha del equipo rival es un enemigo a muerte. El árbitro otro. Ni que decir de los jugadores contrarios. No hay diálogo posible con la barra del rival. En momentos de pasión aún las discusiones entre miembros de la misma barra entran en espirales de violencia insospechada.

En la política colombiana están empezando a aparecer las barras bravas que siguen a los diferentes sectores.  Como resultado de la polarización de los actores políticos, sus seguidores empiezan a mostrar conductas similares a las de las barras bravas de cualquier equipo.

Y ciertos actores, en un acto de gran miopía, pretenden aprovechar esos comportamientos y recurren a prácticas que buscan exacerbar las pasiones de sus “barras”.

El discurso de la ideas desaparece.

Entramos en el terreno de las frases cortas, los tuits.

Es como cuando el director técnico de un equipo gesticula al lado del campo para que sus barras bravas presionen a los árbitros buscando que las decisiones de estos favorezcan a su equipo. Cuantos incidentes graves en estadios del mundo entero han resultado de dicha irresponsable conducta de jugadores y entrenadores. Cuantas verdades a medias, o mentiras plenas se convierten en el credo de los seguidores apasionados de los políticos que las pronuncian.

Los opositores del Gobierno de Santos han llegado a anunciar falsos atentados, a publicar fotos de policías ensangrentados con el único fin de alimentar las pasiones de sus seguidores, para quienes las estadísticas que muestran que no ha habido un deterioro de la seguridad, equivalen a la anulación de un gol por fuera de lugar del equipo de las pasiones de las barras bravas. Monstruoso invento del HP ese.

Así la discusión sobre seguridad se vuelve tan imposible como convencer a un hincha furibundo de Nacional que el centro delantero de Millonarios es mejor que Juan Pablo Ángel. La inseguridad es el resultado de la falta de carácter del Presidente dijo anoche el escudero de Uribe don Pachito, nada que ver con las estadísticas que muestran que las tendencias de criminalidad han seguido exactamente el mismo comportamiento que durante los últimos cuatro años del gobierno de Pachito y de su jefe. Para la barra brava uribista el país se está desmoronando. Para la barra brava santista Uribe y sus seguidores lo único que quieren es matar más gente.

Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario hubiera dicho Don Mario Moreno cuyos veinte años de muerto conmemora doña Cristina de Argentina en memorable discurso sobre la diabetes y los triglicéridos.

La bravura de las barras, alentada por los extremos de tuits y comentarios, no permite ver la realidad. No permite ver que la desmovilización de las bases de los ejércitos paramilitares contribuyó a la germinación de micro bandas de delincuentes y a la formación de las bandas criminales que las han ido agrupando. No permite ver que el Presidente Santos se equivocó con su primer ministro de defensa y que se bajó la guardia. No permite ver los grises, todo es blanco o negro.

La discusión de cada tema resulta en un “arbitro HP eso fue penalti”.  Nos usurparon a San Andrés dice el uno. Culpa de mis antecesores dice el otro. Las barras se apasionan y ya no puede uno hacer un comentario ni explicando ni cuestionando.

Anuncia el Gobierno un significativo avance en el impacto de la inversión social, un verdadero gol en la materia, pues por primera vez en años el coeficiente de Gini, índice internacional que mide la inequidad, ha mostrado una mejora significativa.

Para la barra santista eso es prueba de la maravillosa política social del Presidente, para sus detractores, “seguramente cambiaron la metodología”.

No puede uno entonces decir que un cambio de esos no puede ser el resultado de 18 meses de gestión y que muy seguramente es el resultado de que en el gobierno de Uribe algo se hizo bien y el de Santos lo ha continuado.

No señor nos ponemos a discutir si el gol fue en fuera de lugar y nos quedamos sin analizar la belleza de la jugada que lo produjo.

Mucha gente, amante del fútbol, ha dejado de ir al estadio, le ha ido entregando el escenario a las barras bravas. Colombia vive un momento en que lo que necesitamos es que la gente asista al escenario en donde se debaten las ideas, los proyectos. La paz que espera firmar el Presidente Santos no se podrá construir si le entregamos esos escenarios a las barras bravas.