Ya en el año 2000, en San Vicente del Caguán, siendo director del ICBF en una de esas locas “audiencias públicas” que se organizaron con las FARC a las que asistía Raúl Reyes con dos o tres comandantes, todos armados con sus AK47, en mi intervención como director del ICBF le planteaba a las FARC que cualquier acuerdo para terminar el conflicto tenía que empezar por la desmovilización de los niños y las niñas y por el compromiso de no volver a reclutar a menores de edad.
En 1999 el Gobierno de Pastrana había proscrito el reclutamiento de menores de edad por parte de las fuerzas armadas que era bastante frecuente en las zonas “rojas”. Se los “llevaban” a los 16 para que no los cogiera la guerrilla.
En el año 2000, con apoyo del plan Colombia, comenzó formalmente el programa de atención a niños y niñas desvinculados del conflicto armado en el ICBF. El programa tenía un componente de “desmovilización” implementado por dos fantásticos personajes, que se paseaban por el país recogiendo niños desmovilizados y quitándole los capturados a las fuerzas armadas. Han pasado según El Tiempo más de cinco mil niños por el programa.
En 2001 el ICBF operaba cuatro “casas de paso” en la Sabana de Bogotá.
En esos lugares con apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones, la OIM, de la Dirección de Infancia del Ministerio de Cultura y el Ministerio de Educación y de los alcaldes de Subachoque y Tabio, se llevaba a cabo el inicio del proceso de vinculación a la vida civil. Niños y niñas provenientes de las FARC y de las AUC convivían, hacían teatro y música, cocinaban y poco a poco volvían a la formalidad de los estudios.
Fue fundamental el acompañamiento de la Defensoría del Pueblo, en esos años en cabeza de Beatriz Linares Cantillo quien desde el cielo debe estar esbozando una sonrisa al oír el compromiso anunciado por las FARC de suspender el reclutamiento de menores de 17 años. Apenas una sonrisa porque sabe que falta mucho trecho.
Desde aquellos tiempos, en su cinismo las FARC negaban el reclutamiento forzoso. Sin embargo las historias de las cuotas familiares, de las redadas, de las visitas como la que relata Adriana que se llevaron a los siete años lo desmienten. Todos los grupos alzados en armas en Colombia han recurrido al reclutamiento de niños y niñas.
Ahora bien en muchas de las historias, niños y niñas desmovilizados, de TODOS los grupos, cuentan que se “fueron al monte voluntariamente”, huyendo de la pobreza, del maltrato y en muchos casos del abuso.
En su momento llegamos a pensar que por cada niño o niña que lográbamos desvincular se quedaban tres o cuatro, o sea que es posible pensar que con el correr del tiempo han pasado por los diferentes actores del conflicto más de 15 mil niños y niñas.
Los acuerdos que llevaron a la desmovilización de las autodefensas tienen un inmenso lunar. Se permitió la desmovilización “secreta” de muchos niños y niñas para evitar que los paramilitares que se sometieron a la ley de justicia y paz tuvieran que responder por el delito de reclutamiento forzoso de menores de edad. Con la complicidad del comisionado de paz, las AUC mandaron de vuelta a sus casas a los niños y niñas soldados sin que mediara proceso alguno de resocialización, sin ningún trabajo en asuntos sicológicos, afectivos y sociales.
Por las FARC han pasado miles de niños y niñas.
Y por ello tienen que responder sus comandantes.
Desde 2000 saben que el reclutamiento y la utilización de menores de edad en el conflicto es un delito de lesa humanidad.
La ratificación, en 2002, del acuerdo de Roma que vincula a Colombia con la Corte Penal Internacional fue definitiva. En el Caguán habíamos encontrado suficiente evidencia para llevar a Tiro Fijo y al mono Jojoy, a Reyes y a todo el secretariado general de las FARC ante esa corte para que respondieran por el delito de reclutamiento y explotación de menores de edad. Lo mismo ha debido suceder con muchos jefes paramilitares.
Los colombianos no podemos permitir que ese delito se quede otra vez impune como pasó con muchos desmovilizados de las autodefensas. Debemos estar vigilantes, exigir la desmovilización inmediata de todos los menores de edad. Vigilar los programas de reinserción y acoger a esos niños que merecen la restitución de todos sus derechos.
Qué bueno que las FARC anuncien que no van a reclutar más. Eso es necesario más no es suficiente.