JMU El MolinoEn 1970 fue elegido presidente Misael Pastrana, era el candidato “oficial” del Frente Nacional, tenía como contendores a Belisario Betancur y Evaristo Sourdis conservadores y al célebre Gurropín que era el de la oposición.

Era Pastrana el candidato de Carlos Lleras.

Si alguien le ha debido su elección a su antecesor es Misael Pastrana.

En 1974, ganó Alfonso López, apoyado por el expresidente Alberto Lleras Camargo tras derrotar en la convención de su partido liberal al otro expresidente Carlos Lleras.

En 1978 fue elegido Julio César Turbay con el definido apoyo de López.

En 1982 Belisario Betancur con quien hizo campaña el expresidente Misael Pastrana.

En 1986 fue Alfonso López quien ungió a Virgilio Barco con la candidatura presidencial con la célebre pregunta ¿y si no es Barco quién?

En Colombia para ser elegido presidente es mejor tener un expresidente de patrocinador o dos como Santos.

En el anecdotario de mi familia reposa un cuento de Misael Pastrana, que enfrentado con Carlos Lleras, seguramente por un nombramiento, conversaba con mi padre. Este, le sugirió al presidente Pastrana: “hombre hágale caso a Lleras y nombre a ese tipo”.   Pastrana contestó “Carlos el Presidente soy yo, el poder no se comparte”.

Cuando Belisario Betancur fue elegido presidente, yo había participado en la campaña, desde una fundación conservadora que presidía Misael Pastrana.

Betancur me nombró Secretario del Consejo de Ministros, obviamente como “cuota del pastranismo”.

Recuerdo en un par de ocasiones en las que se alcanzó a especular que los pastranistas tendríamos que renunciar porque el presidente y el expresidente estaban agarrados.

Hubo varios desencuentros entre los dos, sin embargo yo salí del Gobierno con Belisario el 7 de agosto de 1986.

En una ocasión, me citaron a un almuerzo en el restaurante La Fragata del centro internacional, Andrés Pastrana y Víctor G Ricardo que era en ese momento el Secretario General de la Presidencia, mi jefe.

Comentábamos la caída de Hisnardo Arcila de la alcaldía de Bogotá porque había hecho una fiesta con fondos públicos para el matrimonio de su hija en el club Los Lagartos.

Mis contertulios me dijeron que Pastrana mandaba decir que tenía que presentar mi renuncia, el expresidente no estaba contento con el candidato que había escogido Betancur para reemplazar a Ardila.

Sorprendido y algo angustiado pues me parecía aburridísimo el episodio me resigné a tener que salir a buscar trabajo.

Se me ocurrió comentar que iba a llamar al expresidente para que me aconsejara como “manejar” la cosa con Belisario. Les tocó confesar que se trataba de una broma que se morían de ganas de hacerme desde hacía rato justamente porque a mí me parecía bastante inútil ese deseo de “participar” de los ex presidentes en los gobiernos de sus apoyados.

La “broma” muestra que en la política colombiana es usual que los expresidentes pretendan meterle la mano a los Gobiernos de sus apoyados y se emberraquen si no les obedecen.

Todos sabemos que a Santos lo eligió Uribe y que el presidente electo desobedeció la primera instrucción de Uribe respecto de los nombramientos de los ministros.

Expresidente y ungido estaban ya enfrentados en el momento de la transmisión del mando. Luego vino el nuevo mejor amigo, las secretas charlas con las FARC, las vacaciones de La Habana y la “grossatotta bronca” como dirían los marcianitos de Mafalda.

Nunca conoceremos el tamaño de las pataletas de Lleras cuando peleó con Pastrana o de éste cuando Belisario desoyó sus recomendaciones.

No había Twitter ni redes sociales.

Reconozco que la pataleta de Uribe ha sido desproporcionada.

Trinos, develación de secretos de Estado, mentiras a medias y mentiras burdas.

Partido propio, veinte senadores y candidato presidencial con serias opciones de ganar las elecciones.

El que Oscar Iván Zuluaga sea el candidato apoyado por un expresidente, ¿lo inhabilita para ser un posible buen presidente de Colombia?

El apoyo leal e irrestricto de un expresidente, ¿hace del candidato un títere en potencia

¿Debemos asumir que los candidatos repetirán las prácticas de los expresidentes que los apoyan?

La evidencia nos demuestra que pese al deseo de los patrocinadores, los candidatos ganadores se colocan la banda presidencial y resuelven gobernar siguiendo la máxima citada por Misael Pastrana: “el poder no se comparte, el presidente soy yo”.

¿Será que los columnistas, que en pandilla, se apresuran a acribillar a Oscar Iván Zuluaga por su supuesta “sumisión a Uribe”, no tienen mejores argumentos para promover la reelección?

Ante esa lógica, se me ocurre preguntar:

Ya que el que manda es el expresidente patrocinador ¿Por quién votar: por Álvaro Uribe o por Ernesto Samper?

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