Bueno, se acabó el mundial, uff. Sesenta y dos partidos después vuelvo a la normalidad. He estado bastante ausente del Molino, andaba dedicado a otro proyecto cuyo resultado espero vea la luz en un par de meses. En el último semestre publiqué dos o tres comentarios.
Es impresionante, cuando uno está acostumbrado a comentar los acontecimientos con cierta frecuencia, todo fluye, ve una noticia y se va formando una opinión. En mi caso comienzo buscando información adicional para no quedar como un irresponsable comentando desde la ignorancia. En cambio, cuando uno deja de escribir por un período, el arranque se hace extremadamente difícil. Para empezar, surge la inquietud ¿sobre qué escribo?
La velocidad de los acontecimientos va dejando al comentarista procrastinador en constante fuera de lugar.
Con la llegada de las redes sociales, la noticia de hoy hay que comentarla hoy porque mañana ya es demasiado tarde. Así, por una mezcla de pereza y de atención a otros asuntos he pasado de agache y he dejado de comentar hechos que merecían mi atención.
Afortunadamente Donald Trump produce noticias permanentemente, porque como el pato da un pasito y echa una cagada.
Después de agredir a sus “aliados europeos”, atravesó en canal de la Mancha para ir a hacer lo mismo con la jefa del Gobierno británico con quienes los Estados Unidos se suponen tienen una relación “especial”. Tomó té con la reina Isabel y según dicen, no me consta, se pasó el protocolo por la faja.
Se fue para Helsinki y ahí si fue Troya. Resolvió que lo que convenía a las buenas relaciones entre Estados Unidos y Rusia era arrodillársele al zarputín. A “disgracefull performance” dijo John McCain.
No entiende uno como un presidente de una nación para la que la seguridad nacional es un elemento fundamental en la definición de su política exterior, resuelva poner en duda a su propio aparato de inteligencia y seguridad que ha acusado formal y continuamente al zarputín de meterle la mano al proceso electoral de 2016.
Dice el vicepresidente que Trump hizo eso porque su principal objetivo es poner la prosperidad y la seguridad del pueblo americano de primera, la reiterada frase de campaña “Put America first”.
Hay que admitir que Trump está logrando poner a los Estados Unido de primeros.
- Los primeros violadores de los derechos de los niños
- Los primeros en regresar a las guerras comerciales
- Los primeros en intentar deshacer la Alianza del Tratado del Atlántico Norte, la OTÁN
- Los primeros en desconocer los efectos del cambio climático
- Los primeros en crear una grieta posiblemente insuperable en la paz del medio oriente al abrir la embajada ante Israel en Jerusalem.
- Los primeros en tolerar a un abusador como presidente
Eso sí, los últimos en entender que para que la gente no se mate hay que controlar la posesión de armas de asalto, por lo menos.
¿Ignorancia, atrevimiento, imbecilidad?
Vaya Usted a saber.
Pero no hay duda de que ese es el estilo de Trump.
Y para bien o para mal se está saliendo con la suya. Progres y menos progres de todos los pelambres y de todas las orillas critican cada medida, cada desatino con argumentos indiscutibles y el man del peluquín tan campante con su popularidad incólume y la economía gringa galopando.