ReculadasLlevo seis años tratando de entender que es lo que hace que yo, aunque quisiera, no logro confiar en la palabra del Presidente.

Más por estupidez mía que por falta de evidencia, hasta ayer caí en cuenta. Al tipo no se le puede creer porque cuando se le cree, zas recula.

JMUCorría el año 2010, para ser presidente le propuso al electorado una plataforma electoral basada en la continuidad de los postulados de la doctrina, todavía me cuesta decirle doctrina a esa cosa, de la seguridad democrática.

Estando en campaña, le gruñía a Chávez y a Correa, y anunciaba que la lucha contra el narco terrorismo, así lo llamaban ellos, no tendría tregua.

No alcanzó a posesionarse y la primera reculada.

Yo, que no había votado por él, pensé que esa reculada le sentaba al país. Pensé que mejorar las relaciones con los vecinos sería saludable. Esperaba que eso tuviera lugar acompasado por una actitud firme.

Luego vendrían reculadas menores, o de pronto no tan menores. Reculó con la reforma estructural de la Educación. Tuvo que recular con la reforma estructural de la Justicia y miren donde estamos.

En 2012 sorprendió al país con una ambiciosa propuesta de paz. Había logrado mediante un acuerdo estructurado, sentar a las FARC en una mesa de diálogo con agenda determinada, plazo fijo y compromisos básicos.

No se puede dudar que el proceso de diálogo ha tenido elementos de éxito. Si algo, hoy estamos más cerca de una posible construcción de paz que en cualquier momento de los últimos sesenta años.

¿Qué tan cerca?

He ahí el detalle.

Si le creemos a Santos muy cerca. Si oímos a sus opositores, cada vez más lejos.

¿Quién tiene la razón?

Ante tal dilema es que me asalta una profunda desconfianza hacia el presidente. ¿Cómo creerle?

Reviso tan sólo las reculadas relacionadas con los diálogos. Son tres y son mayores.

Uno, el plazo fijo lo dividieron por cero y se volvió infinito. ¿Cómo creer entonces que el plazo de seis meses anunciado el 23 de Septiembre si será fijo?

Dos, desde que se anunciaron los diálogos el Presidente dijo que lo acordado tendría que ser ratificado por el constituyente primario, el pueblo. Luego se enredó el mecanismo de la refrendación, por miedo al Centro Democrático.

A recular se dijo. Ahora la refrendación va a correr por cuenta de una comisión de bolsillo y se va a apoyar en una ley habilitadora disfrazada de facultades extraordinarias, así el lagarto mayor, Roy Barreras, lo niegue. A ese no se le puede creer ni el peluquero.

Tres “nada está acordado hasta que todo esté acordado” es un punto fundamental de las reglas de juego de los diálogos. ¿Nada? Pues no. Reculemos.

El acuerdo de justicia que anunciaron el 23 de septiembre está en firme. Está acordado. ¿Acordado? Entonces, porqué si el acuerdo está acordado los negociadores que lo acordaron no se acuerdan y se contradicen continuamente.

En mis disquisiciones se me ocurre que lo que genera incertidumbre no son las reculadas, sino la razón de las reculadas. Uno debe recular cuando hierra. Pero recular por oportunismo no es tan buena idea.

La reculada del plazo inicial fue porque se dieron cuenta que la palomita en la solapa era buen tema electoral para la reelección. Santos I se eligió como guerrero. Santos II como pacifista.

La reculada de la refrendación fue por puro y físico culillo.

La reculada del acuerdo acordado fue porque la foto y el bruhahá creaban un buen ambiente para la visita a Naciones Unidas.

Si nada está acordado hasta que todo esté acordado, al fiscal le va a tocar esperarse para iniciar su persecución contra Uribe y explicar el negocito con Natalia y con Baltazar. A Iván Marquez y a Timochenko les conviene aprender inglés por si las moscas.

¿Y La Paz? Embolatadonga