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Me tomé dos semanas de descanso que seguramente fueron de mayor descanso para los lectores. Confieso que el caso del ministro de indefensa, Carlos Holmes Trujillo, me produce tanto dolor de patria que me cuesta comentarlo. 

Hace un año largo, cuando su ineptitud estaba dedicada a destruir la política exterior colombiana desgastando imagen y recursos en el apoyo a Guaidó, escuché una anécdota que describe lo que pasa en el gobierno del presentador presidente.  En una reunión internacional, ante una discusión en la que se requería que Colombia fijara su posición, nuestro entonces “prestante canciller” se retiró a un pasillo para “consultar” con el presidente…Llamó a Álvaro Uribe y le consultó a él.

Juan Manuel UrrutiaAhora que está de ministro de defensa, está indefenso porque su jefe, su mentor, su consigliere, el que le dicta la plana, está ocupado defendiéndose de toda clase de cargos y no tiene tiempo sino para dar instrucciones apuradas y poco precisas.  Con el presentador presidente ocupado haciendo el libreto de la telebobela de las seis, Holmes Trujillo queda indefenso en su ineptitud y Colombia indefensa.

Indefensa ante las matanzas, ante los asesinatos de líderes sociales, ante la brutalidad de las fuerzas armadas y de policía, ante la corrupción generalizada de todos los estamentos dependientes del ministerio a su cargo.  Indefensa ante el despilfarro de los recursos dedicados a la “inteligencia militar” que se usan para chuzar y perfilar a los “enemigos” del presentador presidente y del partido Free Mister President, mientras los bandidos encapuchados se toman las calles de nuestras ciudades, a sabiendas que no hay la menor posibilidad de que los agarren y que si los agarran igual los tienen que soltar.

Pero el ministro Holmes Trujillo tiene la solución.  La soberbia.

A cada cuestionamiento de su pobre, muy pobre gestión, responde acusando a quienes lo hacen acusándoles de politiquería.   Ante cada hecho de violencia por parte de los miembros de las fuerzas armadas, violencia sexual, violencia en las carreteras, violencia en las calles, saca del sombrero la disculpa de las manzanas podridas.  Igual ante los actos de corrupción, también son manzanas podridas.  Pero es que en el canasto una vez sacadas todas las manzanas podridas le queda muy poca fruta.

 Se niega sistemáticamente a aceptar que la seguridad se le salió de las manos.  Durante su gestión los colombianos están aterrorizados pues si no los matan los “malos”, los matan los “buenos”.   Reporta el periodista Ariel Ávila que las Autodefensas Gaitanistas de Colombia han “ocupado” nuevos territorios en Antioquia, en Caldas, en Córdoba bajo las narices de ministro.  Pero para el ministro de indefensa y el partido Free Mister President todo es culpa de Santos y la única solución es la aspersión con glifosato como manda el peluquín.

Nada tiene que ver la ineptidud del presentador presidente que es supuestamente el comandante supremo de las fuerzas armadas y de policía.  Nada tiene que ver la mediocridad de la cúpula militar que lo rodea. todo se va en discursos y palabras rimbombantes.

Y cuando se recurre a la democrática figura del control político, el presentador presidente se desparpaja y manda a rociar mermelada siguiendo seguramente instrucciones del secuestrado del Ubérrimo.

Hoy el Senado de la República será el escenario de un debate de control político a una gestión desastrosa.  Atragantados de mermelada hasta la prediabetes los senadores de la “coalición de gobierno” anuncian su “respaldo al ministro” para evitar una moción de censura y su renuncia. Y el señor Holmes Trujillo, el que dejó asesinar y masacrar a líderes sociales, el que dejó que las fuerzas armadas y de policía se desbocaran contra los civiles seguirá con paso firme hacia la candidatura presidencial de la extrema derecha colombiana.  Y el señor Holmes Trujillo, por su indolencia y por su soberbia le dará justificación al lenguaje virulento en contra de las instituciones de la extrema izquierda. 

 Requesoncito: El Covid-19 del peluquín va a dar mucho que hablar, por ahora lo están manejando como todo lo suyo, una payasada.