Duque Policía
Foto cortesía El Tiempo

Una de las modalidades de estafa prevalentes cuando yo era chiquito era el “paquete chileno”.  Se encontraba uno un fajo de hojas de papel periódico envueltas en billetes de quinientos pesos, la máxima denominación en esos tiempos, los años sesenta, cuando a mi me daban dos pesos a la semana y me alcanzaban para mucho.  Aparecía el “dueño” y lo acusaba a uno de haber cambiado los billetes por papel periódico y tocaba “arreglar”.  

Ahora en la modernidad de los millennials, en tiempos en que a mi me consideran adulto mayor, o abuelito, según el presentador presidente, el paquete chileno ha sido reemplazado por el fishing, el hacking y otras formas de delitos cibernéticos.

Pero en Colombia ¡no!

Juan Manuel UrrutiaEl 18 de junio de 2018 nos metieron un paquete, no chileno, sino colombiano.  Claro que hubo atenuantes.  Teníamos dos paquetes para escoger:  Uno un paquete explosivo llamado Gustavo Petro.  El otro, muy bien presentado, muy bien empacado,  adornado con un lindo moño que regaló el ñeñe y que puso Cayita llamado Iván Duque.  Escogimos el bonito creyendo que el paquete tenía contenido, la seguridad, eso si la democrática que fue muy segura y poco democrática en su anterior versión.  De ñapa el paquete prometía transparencia, el fin de la mermelada y muchas reformas. 

Llegó el 7 de agosto, el Centro Democrático, partido de gobierno, orgullosamente representado por el senador de la jugadita entregó el paquete.  El gesto de entrega no fue afortunado, por decir lo menos.  En un discurso pendenciero le echó la culpa de todo lo que pasaba y lo que iba a pasar al gobierno anterior.  Es muy posible que el senador Macías previendo la debacle que traería el “paquete colombiano” que su partido le estaba entregando al país se apuró a echarle la culpa a Santos.  

Veinticinco meses después, con su líder en el latifundio por cárcel que le impuso la Corte Suprema, el partido del “paquete colombiano” se ha vuelto experto en echarle el muerto al otro.  Si literalmente, el muerto, porque lo que ha traído la seguridad esa disque democrática son líderes sociales muertos, masacres que ahora se llaman homicidios múltiples, ciudadanos asesinados por la policía, o sea muertos y más muertos. Todo eso es culpa de Santos y de la expansión de los cultivos de coca, dicen el paquete colombiano, el ministro de defensa que nombró el jefe del paquete colombiano antes de que lo mandaran preso a la finquita y el partido del jefe del paquete colombiano.  Todo eso se soluciona cuando nos dejen volver a fumigar territorios y campesinos con glifosato como lo ordena el peluquín. Joder 

El concepto de la lucha contra la corrupción se ha tratado con un interesante libreto, el gobierno se compromete y su partido no le mete.  En efecto recién llegado el paquete se realizó el 28 de agosto de 2018 el “referendo anticorrupción” en el que más de once millones de colombianos votaron a favor de siete reformas bautizadas como “anticorrupción”.  Lo malo es que se necesitaban más de doce millones de votos para que el referendo tuviera validez y entonces en esa vueltica la reforma quedó hundida.  Recordemos que el “paquete colombiano” había sacado algo más de diez millones de votos.  ¡U sea!

El “paquete colombiano”, mostrando sus habilidades como presentador de televisión creyó que con un discurso de apoyo a la lucha anticorrupción y un llamado a aprobar en el congreso las reformas que se colgaron en el referendo se resolvía el problema.  Pero el partido del paquete no le caminó a la propuesta del paquete y de las siete reformas cinco se hundieron y duermen ahora el sueño de los justos.

Cero y van dos, ni seguridad, ni anticorrupción.

Para ponerle el copete a la torta de la lucha anticorrupción el paquete colombiano y el partido del paquete colombiano han recurrido a la mermelada.  La transparencia se asegurará mediante la elección de personas cuyo principal activo moral es que son amigos, muy amigos del paquete colombiano y de su pobre jefe “secuestrado” en una jaula de oro de mil quinientas hectáreas.  De aquí en adelante oscuridad total.

Cero y van tres.

A la tan prometida reforma a la justicia ni el paquete colombiano, ni su ministra de justicia, ni su partido que no es de él sino de “mister president”, tan siquiera la intentaron.  Eso si ahora que el objeto social del partido ha cambiado de “centro democrático” a “free mister president”, la reforma a la justicia se vuelve urgente.  ¡Cáspita!

Pero por desgracia para la humanidad, a finales de diciembre de 2019, cuando se completaban 16 meses desde la entrega del paquete colombiano, en circunstancias extrañas y terribles comenzaba una pandemia que le ha cambiado el rumbo a la humanidad.

Finalmente se destapó el paquete y surgió un presidente.  Resolvió gobernar.  Y lo convencieron de que la mejor manera de gobernar un país sumido en una profunda crisis causada por la pandemia era presentar, todas las tardes, durante una hora, un programa de televisión en donde cual presentador de programa de concurso o de eso que ahora llaman “reality” coordina a su equipo de gobierno para que explique la evolución de la lucha contra la pandemia.

De eso hace ya seis meses. 

Resultados.  Tenemos una de las tasas de desempleo más altas del mundo.  Gracias a la gestión de la pandemia perdimos veinticinco años de progreso y desarrollo.  Colombia aparece en el lugar 29 en el mundo en términos de población total. Colombia aparece, sin embargo, en el sexto lugar en número total de infectados, por ahí no nos fue tan bien como pretende el presentador presidente ni tan mal como dice el paquete bomba.  Aparece en el lugar 17 en número de muertos por millón de habitantes y en el decimonoveno en el número de casos por millón de habitantes; así que uno diga que un resultado óptimo, no.  

Desde que se inició la pandemia la recomendación de los expertos era hacer pruebas, muchas pruebas.  En seis meses haciendo programas de televisión, encerrando a los abuelitos, abriendo luego cerrando, haciendo días sin IVA, echándole la culpa y la responsabilidad de todo lo malo a los gobernantes locales, el gobierno del presentador presidente muestra el excelente resultado de que ocupamos el honrosísimo lugar 96 en el mundo cuando se mide el número de pruebas realizadas.

Como al presentador presidente le quedó gustando tanto eso de presentar, ahora todos sus actos de gobierno son “presentaciones”.

Ante las violentas noches de protestas por los comprobados casos de violencia policial contra los civiles, se disfrazó de policía y le echó la culpa a la guerrilla.  O sea, fracasó como comandante supremo de la policía y fracasó en su política de seguridad.  

Los policías asesinos actuaron a sangre fría, con una pasmosa tranquilidad, convencidos que no les iba a pasar nada, porque en denuncias previas no les había pasado nada. 

Uno no entiende si saben tan bien quién comete los actos de vandalismo ¿por qué no los previenen? Los “vándalos” también actúan a sabiendas de que no les va a pasar nada. ¿Será que saben algo que nosotros no sabemos?  Piensa mal y acertarás, dice el proverbio.  Yo pienso mal y pregunto ¿a quién le conviene una noche de desafuero y destrucción? ¿a una policía desprestigiada, falta de liderazgo y sumida en toda clase de acusaciones?  ¿será?  La respuesta del presentador presidente indicaría que así piensa si no ¿como se explica uno el disfraz? 

Uno no entiende si saben tan bien quién asesina a los líderes sociales y quién masacra a los jóvenes ¿por qué no lo previenen?  Yo pienso mal ¿a quién le convienen esos muertos?  LA respuesta del gobierno del presentador presidente me hace pensar que creen qué, entre más muertos, más rápido les van a aprobar la aspersión aérea. 

¿En serio el gobierno del presentador y del partido “free mister president” creen que, con un disfraz de policía, un cartel de los más buscados que nunca se encuentran y una avioneta fumigando campesinos van a resolver los problemas de un país sumido en la violencia?

¿En serio el presentador cree que sacando decretos y resoluciones limitando los derechos de los ciudadanos bajo la disculpa de la pandemia van a resolver algo?  ¿En serio cree que más de 180 horas de televisión arreglan algo?