Una semana en los Estados Unidos. Conversaciones con taxistas, con amigos de todos los pelambres.
En cada oportunidad traté de buscar explicaciones al fenómeno del peluquín que ha convertido la campaña de las elecciones primarias en una tragicomedia de grandes proporciones.
En esta columna ya manifesté mi sorpresa ante la fuerza que muestran las pretensiones de Donald Trump.
Desde una perspectiva meramente intelectual, si se quiere, no puede uno entender como semejante “papanatas” pueda asegurar el respaldo de tantos.
Por ejemplo, si hay una ciudad que uno imagina “inteligente” es New York, y sin embargo ahí y en el Estado del mismo nombre, en donde habitan miles de latinos a quien el hombre del peluquín ha declarado la guerra, el tío ganó con más de 60% de los votos.
Pero ahí va.
Ayer barrió en cinco estados, Pensilvania, Maryland, Rode Island, Delaware y Connecticut, en todos con más del 54% de los votos.
Ya Trump no tiene rival que le pueda ganar. Las encuestas lo dan como segura ganador en New Jersey y West Virginia. Entonces también si gana en California e Inidana, lo que según las encuestas es muy probable, llegará a la cifra mágica de 1237 delegados y con eso asegura la candidatura.
Si no logra los 1237 delegados habría una convención abierta, “contested”, en donde los delegados votan en varias vueltas hasta que un candidato se quede con la mayoría. Ahí lo pueden enredar porque los delegados comprometidos en la primaria solo tienen que votar por su candidato en la primera vuelta.
Pase lo que pase y hagan lo que hagan, Trump será el precandidato republicano con más votos y con más delegados que llegue a la convención.
¿Mama que será lo que tiene el tipo?
Una enorme capacidad de generar resonancia con el tono, y el contenido de las barbaridades que dice. Si eso que llaman “top of mind” cuenta, Trump es imbatible.
Una total y absoluta imagen de “outsider”, en una sociedad hastiada con el sistema político imperante.
Plata mucha. Apoyo de gente con mucha plata.
Y pendejo no es, de lo contrario no estaría en donde está en el mundo de los negocios. Claro heredó una fortuna, pero no lo ha hecho mal en sus inversiones y proyectos.
Muchos se preguntan ¿Cómo es que la gente vota por semejante personaje?
Vaya Usted a saber.
Pero votan.
A mí el argumento que eso son los gringos poco educados ya ni me cala. Trump acaba de ganar en estados en donde el nivel de vida y de educación está bastante por encima del promedio.
La gente está votando por Trump porque les gusta, le suena lo que dice. Trump está convenciendo a mucha gente que con su estilo agresivo, frentero y chabacano va a poner en su lugar a los chinos y a los mexicanos y a los latinos y a los árabes a quienes los norteamericanos les tienen pavor. Y la gente cree que Trump le va a devolver la grandeza a la gran nación. Y votan por él.
Por el lado demócrata en unas primarias mucho más “tranquilas” Hillary Clinton va poco a poco sumando y llegará a la convención demócrata con suficientes delegados. Vamos pues para una elección entre Trump y Hillary.
Desde Noviembre venimos oyendo a los “analistas” decir que Trump no llegará a ninguna parte.
De pronto pasa lo mismo que con el equipo de fútbol inglés Leicester City que, aun cuando en diciembre punteaba la tabla los analistas seguían sosteniendo que no llegaría a quedar entre los cuatro primeros lugares que son los que dan los cupos para la Champions League, está a un partido de coronarse campeón de la liga inglesa.
En este escenario el espectáculo del peluquín se trasladará a la gran carpa de la elección presidencial.
¿Imagina Usted amable lector un debate entre Hillary y Donad, la dama y el vagabundo, la Bella y la Bestia?
No es cábala, pero me divierte imaginarme una fría mañana de enero de 2017 con el peluquín color zanahoria ondeando al lado de la bandera de las barras y las estrellas en la avenida Pensilvania en la posesión de Trump 2017-2020.
Insisto eso me divierte.
Como dije antes la perspectiva de Hillary presidente, que es la más probable, me aterra porque creo que es una mujer deshonesta, intelectualmente deshonesta.
