JMU El MolinoEl domingo, Jaime Gutiérrez mecánico empírico, de Fundación en el departamento de Magdalena, allá donde queda Macondo, salió en una buseta a cumplir con un contrato.

El mandatario del contrato, el pastor, posiblemente también empírico, Manuel Salvador Ibarra, había contratado el transporte para los niños y niñas que asistirían a los servicios religiosos que prestan en la Iglesia Pentecostal de la localidad.

Según la versión del abogado de Gutiérrez, un doctor Niño, era el tercer fin de semana que el mecánico empírico fungía de profesional del transporte público para el “pastor”.

En Colombia, según la ley para prestar el servicio público de transporte hay que tener una licencia de conducción de categoría 5. La ley ordena que todo vehículo tenga un certificado de revisión técno- mecánica, un extinguidor activo, señales, bloques y un botiquín de primeros auxilios.

(Una vez salí de mi casa para ir a Carulla a comprar unas naranjas para el jugo y un agente de “tránsito” me paró y me exigió el equipo de carretera, le dije que no estaba en carretera, que estaba a tres cuadras de mi casa y que estaba en el carro porque estaba lloviendo. Me dijo “huy doctor me va a tocar inmovilizarle el carro”.)

Le contesté que para inmovilizar el carro le tocaría mostrarme en dónde dice que se debe inmovilizar un vehículo que no tiene equipo de carretera en una calle de una ciudad.

Ahí se enredó y se dio cuenta que se le había jodido la mordida. Y amablemente me dijo “está bien doctor, esta vez se la perdono”.

Jaime Gutiérrez no tiene licencia de conducción vigente.

La buseta contratada no tenía certificado de revisión técnico mecánica, ni SOAT.

Gutiérrez tenía miles de pesos de multas y sanciones acumuladas.

La buseta era una buseta de gas, ecológica. Pero se le dañó el chip, dicen los medios, entonces le echaban gasolina, de a poquitos, por un “puente” que le habían hecho en el piano.

Cuando se acababa el poquito de gasolina, la buseta se varaba, Gutiérrez se bajaba, compraba una “pipina” de gasolina, abría el capot que queda en el interior de la buseta y le echaba gasolina directamente.

Otra versión dice que la razón por la cual Gutiérrez operaba la buseta con gasolina es que los expendios de gas, que son controlados, se negaban a suministrarle el combustible pues la buseta no tenía el certificado de inspección tecno-mecánica, indispensable para que le suministren el gas al usuario.

La gasolina en cambio se consigue, en los departamentos de La Guajira, César y Magdalena, en cualquier esquina, de contrabando, a siete mil pesos para dos galones (el galón de gasolina corriente cuesta algo más de ocho mil quinientos pesos en el mercado legal) decía ayer el abogado de Gutiérrez, que de paso parecía más ser el fiscal acusador que el abogado defensor.

Esa riesgosa operación se repetía varias veces durante el recorrido, siempre con todos los pasajeros dentro de la buseta.

El pastor que había contratado los servicios de Gutiérrez le daba los siete mil pesos, él se iba y compraba la gasolina en cualquier puesto y repetía la operación.

UnknownPara facilitar el arranque se le echaba un poquito de gasolina al carburador, (cadburador en lenguaje de allá). En la buseta iban sesenta niños, dos profesoras, el pastor y Gutiérrez, a dos por uno pues el cupo es de 30 personas.

Arranque, chispa, fogonazo y swass, treinta y cinco niños y niñas muertos.

Colombia de luto.

La tragedia se repite.

¿Anunciada? Claro.

Screen Shot 2014-05-21 at 8.32.27 AM
Mapa via Wikipedia

El presidente-candidato se apresura a llegar a Fundación a “acompañar” a los familiares de los niños asesinados por la incapacidad del Estado.

El presidente lamenta lo sucedido.

En un caso algo ciertamente peor, pero similar, la presidenta de Corea ha pedido perdón dos veces. El Presidente no pidió perdón.

En Corea, el primer ministro de quien depende la guardia costera renunció. La ministra de transporte no ha dado la cara, frase recientemente hecha célebre por el presidente candidato. El Secretario de transporte del departamento tampoco ha dicho esta boca es mía. El director de la policía de tránsito se apresura a condenar a Gutiérrez pero tampoco pide perdón.

Gutiérrez y el pastor contratante ya están presos y posiblemente van a pasar muchos años encanados, sin duda lo merecen.

Los debería acompañar uno que otro funcionario indolente.

Mientras escribo estas palabras, en toda Colombia, me atrevo a decir que miles de “choferes” sin licencia, salen a prestar servicios piratas de transporte.

Mientras escribo estas palabras muchos buses que deberían haber sido chatarrizados hace años embotellan las calles de Bogotá, conducidos por choferes sin licencia, sin SOAT, sin extintor, acumulando más multas que las deudas de un comerciante insolvente.

Mientras escribo estas palabras el secretario de movilidad de Bogotá que permite ese esperpento arremete, instigado por los “taxistas” contra un servicio de transporte moderno, seguro y amable llamado Uber.

Y el Estado, tal cual: El fiscal persiguiendo hackers y el procurador esperando pruebas.

[vsw id=”8r1QCa3waWA” source=”youtube” width=”425″ height=”344″ autoplay=”no”]