JMU El MolinoPocos países se dan el lujo de conocer el ganador de la elección presidencial 35 minutos después del cierre de las mesas de votación. A las 8 de la noche estaba contado y reportado el 100% de los votos y teníamos un resultado incuestionable.

Votaron de 48% de los habilitados para votar. Santos obtuvo el 50.95% de los votos válidos y su rival el 45%, los restantes 4.05% fueron en blanco.

Así se definió la elección: la Costa y Bogotá le dieron a Santos una ventaja de un millón doscientos mil votos que Zuluaga, pese a muy buenos resultados en los departamentos del eje cafetero y del centro, nunca logró recuperar.

A Santos le funcionaron las alianzas y a Zuluaga no.

En la Costa Caribe, ganaron las maquinarias a las que Santos logró conquistar.

En Bogotá fueron definitivos los votos y el trabajo de Clara López, Gustavo Petro, Antanas Mockus, Gina Parodi y David Luna, hábilmente dirigidos por Rafael Pardo — menuda mezcla.

Desde el Centro Democrático se apresurarán a decir que esas alianzas se pegaron con mermelada.

Yo no creo y no quiero creer.

El discurso agresivo y las acusaciones infundadas y calumniosas de Álvaro Uribe al que se unieron las desentonadas intervenciones de sus áulicos, generaron un rechazo masivo contra el candidato del Centro Democrático en los sectores de centro izquierda: Ahí se gestó el triunfo de Santos en Bogotá que fue definitivo.

Oscar Iván Zuluaga perdió porque se enfrentaba a dos contendores demasiado fuertes, un presidente candidato que no dudó en poner todos los recursos posibles al servicio de la reelección y una animadversión inmensa en contra de su jefe, el expresidente que quiere seguir gobernando.

Ganó Santos y va a gobernar Santos, punto.

Tendrá que hacer la paz y mucho más, que es lo que ha prometido.

Seguramente tendrá que cumplir pactos y promesas con los que selló las alianzas que lo llevaron a pasar de tres millones a siete millones de votos. Esa es la política.

Recibo con esperanza el discurso conciliatorio del presidente Santos.

Sigue sin gustarme la reelección pero habrá que acostumbrarse.

Juan Manuel Santos le debe al país la reforma de la Justicia, es urgente, pues ahí nace y se refugia la corrupción.

Juan Manuel Santos le debe al país la reforma de la Salud para que la gente no se siga muriendo esperando un tratamiento o una intervención.

Juan Manuel Santos le debe al país una reforma de la educación que prometió de nuevo en esta campaña.

Cambiar la constitución solamente para eliminar la reelección puede esperar.
No me gustó la táctica electoral de Santos.

Espero y confío que al gobernar sin la presión de la reelección nos demostrará que valió la pena su elección.

Oscar Iván Zuluaga tiene las capacidades intelectuales y morales para mantenerse vigente en sus aspiraciones.

Puede y debe hacer mucho por un país al que ama.

Su primer esfuerzo deberá ser el de moderar los accesos de ira de Uribe y de sus áulicos que a nada conducen.

Colombia necesita que cese el discurso descalificador de expresidente.

Colombia necesita que las calumnias de personajes como Fernando Londoño desaparezcan del panorama.

Para vivir la paz que se está negociando, y que estoy seguro se firmará, se requerirá un proceso de reconciliación por el que tenemos que pasar todos los colombianos.

No se vale que en lugar de encontrar soluciones para muy complejos problemas, le sigan buscando problemas a esas soluciones.

Hay que jugársela por la paz porque está más cerca que nunca y porque la alternativa no tiene sentido.

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