Juan-Manuel-26-300x270En el florido dialecto de algunas zonas del altiplano boyacense, muchos cambian el sonido de la J por una F y de esta manera, “hijueputa” se convierte “ifueputa” y ese fonema fricativo me hace pensar en que la Geopolítica, podría llamarse la Feo-política.

Cuando uno ve lo que está sucediendo en lugares como Siria, Israel y Palestina, Corea del Norte, Ucrania y aún Venezuela, se le ocurre una explicación, eso es la feopolítica.

Por años se ha hablado de la geo-política que explica que ciertas decisiones de política internacional, generalmente tomadas por las naciones poderosas, están influidas por la geo-política.  La feopolítica explica muchas de las decisiones que han influido el comportamiento del a comunidad internacional durante la segunda mitad del siglo XX.  Se tejen alianzas, se rompen alianzas, se montan gobiernos, se tumban gobiernos. Se invaden países.  Todo para defender la geopolítica de los imperios, el gringo y el ruso.

¿De dónde vienen?

América para los americanos grita el actor que personifica a Roosevelt en “I Took Panamá”, una obra de teatro de gran éxito, montada por el TBP de los años setenta en Bogotá.

Ese lema nace con la doctrina Monroe, diseñada por el famoso secretario de Estado John Quincy Adams.  La doctrina fue propuesta por el presidente James Monroe en 1823 para enfrentar las tentaciones imperialistas de las potencias europeas que salieron victoriosas de las guerras napoleónicas.  En efecto tras el Congreso de Viena, en las américas, recientemente independizadas, había serios temores de invasiones europeas para recuperar o colonizar las antiguas colonias.  Estado Unidos se reservaba entonces el derecho de intervenir para defender la soberanía de los países de las américas.

Años más tarde, Teodoro Roosevelt creó el corolario de la doctrina Monroe, según el cual los Estados Unidos tienen el derecho de intervenir en los casos de “malas acciones crónicas y flagrantes por parte de cualquier Nación de Latinoamérica” (traducción libre del Requesón).

Durante esos 81 años años, entre 1823 y 1904, la interpretación de la doctrina, como atestiguan las agresiones a México, Nicaragua, Panamá y República Dominicana, se pareció más al agresivo corolario de Roosevelt que a la humanitaria defensa de las nacientes naciones americanas que suponía la doctrina.  Nació el imperialismo yanqui, que hizo de todo, casi todo malo, menos lo que le achaca el maduro.

Después de Roosevelt, dictadores como Trujillo, Somoza y Pinochet recibieron el apoyo del Imperio.  Los gringos participaron en cuanto golpe de estado les dio la gana, llegando al clímax con su descarado apoyo al golpe de estado en Chile y al asesinato de Salvador Allende.

De hecho, a comienzos del siglo XXI, en 2001 y 2002, las élites latinoamericanas todavía abrigaban esperanzas de una intervención de los Estados Unidos para sacar a Chávez de Venezuela, ello en el marco de la aplicación de la famosa doctrina.

En los últimos tiempos, el Secretario de Estado Kerry anunció, oficialmente, el fin de la doctrina Monroe.

Al otro lado del charco, mientras las potencias imperiales de Europa Occidental se ocupaban en invadir y saquear a África y la India, en Rusia, Catalina la Grande (1762-1796), de origen prusiano, tras un golpe de estado y el asesinato de su esposo el Zar Pedro III, lidera la gran expansión de Rusia tanto hacia el sur oeste como hacia el este.  De esta manera el imperio ruso de apodera de Crimea, tras la invasión y partición de la República de Polonia y el Gran Ducado de Lituania se expande hacia el este hasta llegar a la frontera con Alemania.

En 1914 el Imperio Ruso incluía a Finlandia, Polonia, Estonia, Livonia, Curlandia, Lituania, Ucrania y Besarabia.  En 1940, tras el tratado de Brest-Litovsk y la derrota alemana en la Gran Guerra, tan sólo Finlandia y Turquía no hacían parte de la Unión Soviética.  La Rusia imperial, disfrazada de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas desde la revolución del 17 hasta la caída de la Cortina de Hierro, es pues una entidad territorial que duró desde 1796 hasta 1991, es decir 195 años.

Nuestra generación, la de la segunda mitad del siglo XX, creció en un mundo polarizado entre la URSS y los Estados Unidos.  Dos imperios.

El mentado imperialismo yanqui, poco o nada tiene que ver con los demás grandes imperios de la historia, todos creados por la vía de las armas.  El Imperio gringo, es el de las multinacionales, el de los aliados, el de la asistencia financiera, el de las operaciones encubiertas, el de los asesores militares, el de la mano amiga de USAID y la mano dura de la CIA.

Militarmente al imperialismo yanqui no le fue bien.  En Asia, luego de la guerra de Corea que dejó a una nación dividida, se metió en Indochina de donde tras la monstruosidad de la guerra de Vietnam salió con el rabo entre las patas, miles de muertos y una generación perdida en las drogas que le dieron a los soldados para que resistieran semejante monstruosidad.

Luego vinieron los errores de Bush que embarcó a Estados Unidos en largas, costosas e inútiles operaciones militares en Afganistán y en Iraq.

Más exitosas las intervenciones imperialistas de los Estados Unidos de “hot and run”, lo atestiguan Panamá y Granada en donde invadieron, vencieron, depusieron y colocaron.  Más cuestionadas otras como en Somalia donde invadieron pelearon, los derrotaron y salieron con el rabo entre las patas dejando un país en un caos total.

El imperio ruso,  se construyó a sangre y fuego en las sucesivas guerras que se inician con la de siete años con la que Polonia fue anexada y dividida por Catalina y culminan tal vez con la salida de las tropas soviéticas de Afganistán.

Bajo la influencia de los imperios, surge la geo-política, la feo-política.  Los intereses de las personas, sean ellos o ellas, sirios, egipcios, palestinos, israelíes, afganos, iraquíes, ucranianos, o aún venezolanos cuentan poco.  Su suerte la definen los imperios.

El imperio de turno basado en intereses feo-políticos no tiene el menor empacho en determinar la “suerte” de uno u otro Estado y por ende de sus pobladores.

Los gringos son sutiles.

Los rusos son brochas.

Los chinos son lo que les convenga, las potencias europeas fueron racistas y sanguinarias, cuando fueron imperios.

A la caída de la Unión Soviética y mientras China se consolidaba se pensó que asistiríamos a una etapa de unilateralismo dominado por los norteamericanos.

Pero ni los chinos, ni Putin en Rusia, se lo creyeron.

Así las cosas la feo-política seguirá imperando.  A los sirios les ha costado miles de muertos y millones de desplazados.  A los palestinos su libertad y a los israelitas su tranquilidad, ahora a los ucranios les va a costar Crimea que muy seguramente acabará anexada a Rusia mediante un democrático referendo.

Los chinos se oponen a cualquier intervención de Naciones Unidas en cualquier parte, es para evitar que a alguien se le ocurra ir a meter las narices en su propio imperio.

El extremo total de la feo-política es el famoso derecho de veto de las “potencias” en el Consejo de Seguridad, que se supone fue creado para evitar lo que acaba cohonestando cada vez que el manido derecho se ejerce.

Y como los imperios andan enredados con esos temas, los latinoamericanos asistimos a la versión banana  de la feo-política.

Con Unasur cohonestando las barbaridades del maduro.

Con los gobiernos latinoamericanos mirando para otro lado y asumiendo una actitud permisiva ante sus bestialidades.

Si hubiera geo-política en lugar de feo-política los países miembros de la OEA deberían retirar sus embajadores de Caracas, hasta que el maduro acepte la mediación de la OEA para que los venezolanos puedan volver a tener derechos, comida y papel para limpiarse por lo menos.