Nicolás Esguerra, Mario Laserna, Mauricio Obregón, intelectuales con los que tuve la suerte de compartir inolvidables almuerzos junto con mi padre, en los años ochenta usaban como término para definir a quien admiraban la frase “fulano de tal es un tipo importante”.
No los recuerdo utilizando la acepción “tipa importante”, hoy en día seguramente tendrían una forma de referirse a lo que nosotros llamamos una “vieja verraca”.
Volvamos al tema central.
Sin aspavientos ni exageraciones y pese a que no comulgué con algunas de sus ideas libertarias a mí siempre me pareció que Carlos Gaviria era un tipo importante.
Uno de esos seres humanos que llenan la vida de los que los rodean de enseñanzas, de ejemplos a imitar.
Un hombre decente, recto, de principios, incontaminable. Siempre al servicio de sus ideales. Respetado por quienes fuimos sus contradictores, suerte que yo tuve en algunos foros sobre derechos de infancia, tema en el cual Carlos Gaviria tenía posiciones demasiado radicales que nacían de su profundo convencimiento que libertad no había sino una y con mayúscula.
Gran liberal es una definición que se ha escuchado.
Si liberal es ser defensor de la libertad por encima de todo, entones si era un gran liberal.
Desafortunadamente los liberales colombianos como Ernesto Samper y Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, poco defienden la libertad.
Se fue Carlos Gaviria.
Sus últimos días estuvieron marcados por el dolor que le produjeron las noticias de cuán bajo había llegado una Corte a la que él sirvió con grandeza.
Imagino que ese mismo dolor lo sintió cuando vio cuán bajo había caído el Polo Democrático Alternativo, el Polo que él había ayudado a forjar como fuerza definitoria de la izquierda colombiana.
La alta votación que logró Carlos Gaviria como candidato del Polo a la presidencia, enfrentando la reelección trampeada de Uribe, hizo pensar a muchos que la izquierda se convertía de opción real.
Luego vendrían los Moreno Rojas, Clara López, Jorge Robledo y Gustavo Petro a acabar con el Polo.
Por estos días en que nos espanta el ¿Usted no sabe quién soy yo?, Carlos Gaviria siempre supo quién era él y nunca ejerció autoridad alguna diferente a la que dan el conocimiento y la ética
En tiempos en que el ejercicio de lo público está marcado por escándalos y cuestionamientos, Carlos Gaviria vivió y se fue en medio del respeto y admiración de sus amigos pero sobre todo de sus rivales que no hubieran dudado en sembrar la duda y la sombra.
Duele ver a la postración a la que sometieron a la justicia quienes sucedieron a Carlos Gaviria en las Cortes.
Duele ver la postración a la que sometieron a Bogotá las personas que lo sucedieron en el Polo Democrático Alternativo.