Tormenta perfecta
Empezando año, las Fuerzas Armadas le dieron un golpe duro a las FARC.

Los vacacionistas de La Habana habían anunciado que el cese al fuego unilateral e indefinido dejaría de ser indefinido si no se volvía bilateral.

JMUEl cese al fuego sigue, aunque las FARC andan exigiendo un cese de los ataques de las Fuerzas Armadas para mantenerlo.

El Presidente Santos inició en año en una revisión de la estrategia de negociación con las FARC y anunció que era necesario sincronizar lo que pasa en Colombia con lo que se habla en La Habana. Rápidamente comentaristas y especuladores se apresuraron a anunciar que lo que estaba anunciando el Presidente era el des escalamiento de las operaciones militares. El Presidente desmintió. El uribismo no le creyó.

Con motivo de los cincuenta años de existencia y tras su V Congreso Nacional, el ELN dio muestras de querer entrar en un proceso de paz.

Santos y las FARC lo celebraron.

El Centro Democrático tampoco les creyó. ¿Enemigos de la Paz? Yo no creo. Sencillamente siguen creyendo que la férrea oposición a toda opción que genere alguna posibilidad de impunidad les va a dar réditos políticos.

No se puede negar que en esta primera semana de enero se sienta uno más cerca de la paz que a finales del año pasado.

El Gobierno le está apostando duro a firmar un acuerdo que vaya ser refrendado en un referendo que coincidiría con las elecciones regionales de octubre. Ahí tiene más posibilidades de lograr la aprobación que si tuviera que convocar un referendo más tarde.

Buenas noticias en general.

Entonces ¿por qué hablo de tormenta?

Porque para que cualquier acuerdo de paz tenga alguna posibilidad de éxito se requiere que se dé en medio de un proceso de justicia transicional y para que haya justicia transicional tiene que haber justicia.

Un agresivo sindicato de jueces y fiscales, llamado ASONAL, cuyo líder goza de vacaciones en Cartagena mientras convoca a la continuación del paro que suspendieron para irse de vacaciones es que en Colombia ha resuelto paralizar la justicia. El Gobierno anuncia toda clase de medidas pero lo cierto es que no ha podido frenar el paro que completó 72 días antes de las vacaciones.

Se juntaron el hambre con las ganas de comer. Desde la fracasada reforma a la justicia de Santos uno, los colombianos asistimos a diario a la falta de justicia, a los escándalos de los magistrados, a los excesos de las tutelas, a la impunidad de los ladrones de cuello blanco, como Víctor Maldonado y Carlos Palacino, al espectáculo del ladrón de chocolates que lleva meses en detención preventiva.

Y ahora con la justicia paralizada vendrán los vencimientos de términos, las libertades de los que tengan con que pagar y la prolongación de las medidas de aseguramiento a peligrosos raponeros.

¿A qué horas habrá tiempo para pensar una justicia transicional si como vamos no va a haber justicia?

No se entiende por qué el Gobierno de Santos no muestra la misma voluntad que le ha metido al proceso de La Habana a enderezar la justicia sabiendo que en la Fiscalía y en los juzgados, tribunales y cortes se definirá el éxito en la implementación de lo que acuerden en La Habana.

Sin justicia no habrá paz. Así que por ahora los verdaderos enemigos de la Paz son un Gobierno descuadernado que no ha sido capaz de resolver los problemas de una justicia postrada y unos voraces “judiciales” que ven en la incapacidad del Gobierno la oportunidad de oro.

Si, la tormenta perfecta.