Juan-Manuel-2En los últimos días se ha dado una epidemia de análisis sobre el futuro de los diálogos de La Habana.

Obvio, se cumplen los plazos y no ha pasado nada significativo más que una que otra escaramuza y el anuncio de un acuerdo secreto sobre el primer asunto de la agenda el tema agrario.

Cuando se anunció el mencionado acuerdo a mi me dió la impresión que habían acordado que no estaban de acuerdo, que no se iban a poner de acuerdo y que por ende mejor ponerse de acuerdo sobre el descuerdo, pasar al segundo tema y dar la impresión que había acuerdo.

La intensa y reconocida participación de las FARC en las recientes asonadas, llamadas protestas sociales, que se configuraron alrededor del paro campesino confirmó mis temores.

Sobre el tema agrario no hay acuerdo porque ni a la izquierda encargada de la forma de lucha democrática, ni a sus aliados encargados de la lucha armada les conviene un acuerdo que permita una real mejoría de las condiciones de miseria del campesinado, al fin y al cabo ahí es en donde los Robledos y demás consiguen sus votos y sus aliados de las FARC consiguen y reclutan los niños con que combaten al “establecimiento”.

Pasaron entonces al tema de la pariticipación en política.

Y ahí si que el descaro ha sido total.

En todos los modelos, para participar en política se requiere no tener pendientes con la justicia. Entonces para un líder guerrillero que lleva años cometiendo delitos de lesa humanidad y financiando sus operaciones con secuestros y narcotráfico, sentarse a hablar de participación en política transciende los teóricos conceptos de la igualdad de oportunidades.

Para los que están en La Habana y para Timochenko y sus secuaces, el tema es el CVY.  ¿Cómo voy yo?

Así fue con el EME, cuentan los chismosos que hasta última hora algunos comandantes andaban pidiendo platica.

Así fue en El Ralito. Uribe, que conoce la historia, sabe que el riesgo está en los acuerdos secretos que garantizan la impunidad.

O si no, por ejemplo que alguien me explique porque la tal Sor Teresa hasta ahora cayó si desde que se estaba hablando en El Ralito se sabía cuáles eran sus funciones en el entramado paramilitar.

¿Porqué hasta ahora se viene a aprehender a la encargada de la “oficina” con personería jurídica y todo, que tenían los paras para despojar a los campesinos, si eso se sabía desde comienzos de este siglo? ¿cuántos beneficiarios de esa “paz” han sido juzgados o condenados por esos despojos?

Los líderes de las FARC tienen las mismas preocupaciones.

Saben que ante la sociedad y el sistema internacional son responsables de delitos de lesa humanidad como el reclutamiento y la explotación sexual de niños y niñas, como los atentados contra la población civil con armas no convencionales, cilindros y demás y el uso indiscriminado de minas anti personales por no citar sino los más obvios.

Saben por ende que su “negocio”, su CVY, tiene que incluir una tarjeta de salida de la cárcel, como en el juego de monopolio.

Quienes creíamos que el tema de la participación en política trataba de  elecciones, noticieros de televisón y curules, estabamos perdidos.

Eso ha quedado demostrado con las declaraciones de esta semana en donde nuevamente los negociadores de las FARC se niegan a aceptar que se les juzgue bajo los parámetros de la justicia internacional que establecen que los líderes o cabecillas de las fuerzas en conflicto son responsables de los delitos de lesa humanidad cometidos por sus subordinados, cuando esas conductas son constantes y repetitivas que es precisamente el caso de las FARC.

Según el mismo presidente Santos, es necesario que haya algún acuerdo para el 18 de noviembre que es cuando se cumple un año de instalado el proceso.

Iván Marquez y sus muchachos responden que ellos no tienen afán y que si el Gobierno resuelve suspender los diálogos, para que estos no interfieran con los procesos electorales, ellos, estarían de acuerdo.

Surgen las hipotésis.

¿Cómo opera la suspensión?  ¿Como el intermedio de una ópera o de un partido de fútbol, en donde los actores se van al camerino a refrescarse y los espectadores a comer sanduchitos de salmón ahumado con champaña o lechona con colombiana?

¿Qué pasa con los negociadores de las FARC? ¿Se devuelven pal monte? ¿Se quedan en La Habana haciendo ruedas de prensa?  ¿Hay cese de hostilidades? Y la pregunta de millón ¿la re elección?

Casi que ha corrido más tinta sobre estos temas que sobre el partido de fútbol en que hoy se define el verdadero futuro de Colombia.

Yo soy malo para los pronósticos.

En cambio soy bueno para soñar.

Soñar, por ejemplo, con una goleada impresionante en donde todos quedemos convencidos que Falcao es el mejor de todos los mejores.

Soñar, por ejemplo con un acto de grandeza tanto de  Santos como de Márquez y sus secuaces en el que uno y otros, pongan de lado el CVY.

Santos, en lugar de aplazar los diálogos aplace su re elección para dentro de cuatro años y se dedique a sacar adelante el proceso en que tanto cree.

Los guerrilleros aplacen el cínico discurso y se dediquen, de verdad, a negociar el fin del conflicto en un marco de aplicación de la justicia transicional y acepten que de pronto les toque ver a Colombia campeón mundial del fútbol desde la cárcel, pero en paz y felices.

¡Soñar no cuesta nada! ¿O si?