Mermelada¿Semana de paz, cuál?

Reflexiones de Juan Manuel UrrutiaEl lunes festivo, comienzo de semana, con gran placer me encontré con mi primo Jaime. Gran gusto, gran abrazo. Él, que como mis otros primos Urrutia es mucho más inteligente que yo, me dijo no sin cierta sonrisa malévola. “Veo que el barco de Juan Manuel, (Santos) navega, en tu caso, con vientos cambiados”. Eso, dicho por mi papá, en la mesa del comedor, sería algo así como “Juanito estás como una veleta”. Así son los Urrutia.

Y sí, confieso que estoy como una veleta.

Me gustan los acuerdos. No soy experto, pero me parece espectacular lograr que un grupo armado, cínico y financiado al que no se ha podido derrotar acepte desmovilizarse “marchando por unos corredores humanitarios” para ir a concentrarse en unas zonas especiales de donde no pueden salir sino en casos muy especiales. Ni que decir del acuerdo por el cuál, allí en esas zonas van a entregar las armas, después de registrarlas, para que un tercero las meta en un contenedor y un día las funda para hacer estatuas. Creo en la justicia transicional, entiendo que los líderes guerrilleros tengan aspiraciones políticas y que los acuerdos les concedan el espacio para realizarlas.

No me gustan ni el plebiscito sin umbral, ni la trampa constitucional del acto legislativo para la paz y mucho menos las concesiones que se le han hecho a las FARC por debajo de la mesa como el debilitamiento y la desmoralización de las fuerzas armadas. Me duele y me molesta la permisividad con los narco-cultivos, que han crecido exponencialmente en los últimos dos años, según informe de la ONU que son amiguísimos de la paz.

Siempre he dicho que lo malo de todo esto es la politización de la paz, porque estoy convencido que ese es la causa de muchas cosas que se podrían evitar y que le van restando legitimidad a unos acuerdos que, repito, me parecen buenos, muy buenos.

Pienso que si el Presidente, de verdad hubiera querido convocar a los colombianos a ratificar los acuerdos por la bondad intrínseca de estos, sin pasiones políticas hubiera producido efectos muy positivos.

Por una parte, creo que le habría quitado piso a las críticas destructivas y amañadas de una oposición que se siente arrinconada, por la politización misma de la paz, y es posible que se hubiese presentado un debate inteligente en donde por su bondad intrínseca los acuerdos hubieran salido gananciosos. Aquí un paréntesis, la politización es tanto culpa de Santos como de mister president Uribe, que no ha querido perdonarle que hubiera parado la guerra interna y evitado la que Uribe quisiera desatar con Venezuela.

Po otra parte y esto es terrible, al convertir todo este proceso en un sí o un no la paz, Santos con el pájaro en la solapa ha puesto en peligro los acuerdos mismos. Porque si pierde el plebiscito ¿qué hace, la guerra?

Este fin de semana se acentuó la campaña de la “pedagogía de la paz” con el Lema SI A LA PAZ Y como logo el pájaro de la solapa. Si la corte aprueba el plebiscito y los colombianos por una circunstancia sorpresiva como la del “brexit” en Gran Bretaña resuelven votar NO ¡pailas!

Por eso la porquería que le vimos hacer anoche en el noticiero de la cadena amiga de la Paz al ministro de hacienda quien descaradamente en medio de una reunión de los acaldes de Cundinamarca, convocada bajo el lema Si a la Paz, en la que debía hacer la pedagogía e la paz, sacó sin ningún empache, con un descaro descomunal el TARRO DE MERMELADA y se dedicó a decirle a cada alcalde cuanta le tocaba. Tramposo, indigno miembro del partido Conservador.

Semejante gesto muestra el verdadero talante de este gobierno, y ese talante a mí no me gusta.

 

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