Juan Manuel SantosNi la Guerra, ni la Paz. Durante tres años, y con más tenacidad desde que empezó el re escalamiento del conflicto de las últimas semanas, el Presidente Santos nos había dicho en todos los tonos que de ninguna manera, que por ningún motivo, se iba a dejar forzar a un cese bilateral de las hostilidades antes de la firma de los acuerdos.

Juan Manuel UrrutiaAyer, en un viraje en la estrategia de comunicaciones, el Gobierno acude a uno de los periodistas más serios que tiene este país para que el jefe de los negociadores haga lo que no hizo en tres años y asuma la verdadera vocería.

Eso estaba bien.

Una de las grandes fallas del proceso de paz era que las FARC habían tomado la iniciativa de las comunicaciones y de la información a punta de comunicados, declaraciones y ruedas de prensa.

Pero, oh sorpresa, no sólo cambiaron la estrategia de comunicación sino que cambiaron de plano la estrategia de negociación.

Lo que generaba alguna esperanza de éxito a este proceso politizado y enmermelado era que el Gobierno no se dejase presionar a un cese bilateral con la tropa acuartelada y las FARC fortaleciéndose.

La premisa fundamental de este proceso de paz, lo que lo hacía diferente de los anteriores era que se suponía que las FARC llegaban a la mesa militarmente derrotadas y debilitadas.

Se lograron unos acuerditos y todo era pura dicha.

Llegamos a los puntos centrales, la cesación del conflicto, la entrega de las armas y la aplicación de la justicia transicional. Y ahí estamos parados desde hace ya meses.

Hubo tregua unilateral, acompañada de embozalada de las fuerzas armadas.

Se rompió la tregua.

Asesinatos, bombas, atentados, petardos.

Y el gobierno se atortoló.

El vocero anunció ayer que tal vez, no, que tal vez si pactan un cese bilateral antes de haber firmado, con condiciones, muchas condiciones. Jajajá.

O sea, les conceden a las FARC el cese bilateral que vienen pidiendo desde que empezaron los diálogos y que les habían negado siempre.

¿Por qué?

Pues porque a punta de voladuras de oleoductos, y de torres de energía y de torres de telefonía celular que el Gobierno no ha dejado reportar a los operadores, las FARC le ganaron la mano al Gobierno.

¿Por qué?

Pues porque en su soberbia, el Gobierno no puede aceptar el fracaso de los diálogos.

El resultado: Al Caguán se llegó porque estábamos perdiendo la guerra; a Santos lo eligieron, yo no voté por él, porque se iba ganando la guerra, a La Habana llegaron unas FARC supuestamente debilitadas y militarmente derrotadas.

Hoy no sólo estamos perdiendo la Guerra, de nuevo.

Hoy estamos perdiendo la Paz.