No la revista, que está muy interesante, sino la semana del 8 al 14 de abril que ha resultado apasionante. Empezó, como lo refiero en escrito anterior, con la divulgación de un secreto militar por el expresidente Uribe. Eso lo dejó muy mal parado: ver carátula de la revista arriba citada.
El nueve de abril se conmemora el día de las víctimas en Colombia según lo establece la Ley. La fecha se escogió por ser la fecha en la que asesinaron a Jorge Eliécer Gaitán. El asesinato de El Caudillo, como se le llamaba, desató una ola de protestas y de desmanes conocida como el Bogotazo.
En ese momento comienza “la violencia” que es la antesala del conflicto que ha azotado a Colombia desde entonces. Desde el asesinato de Gaitán, que era candidato a la presidencia, se han sumado los asesinatos de otros cinco candidatos y de miles de colombianos.
Asesinaron los bandoleros de los cincuenta. Asesinaron los guerrilleros desde los sesentas. Asesinaron los paramilitares desde los noventas. Asesinaron las fuerzas armadas con los falsos positivos.
Han dejado un país bañado en sangre y lleno de víctimas.
Para el martes nueve de abril la Marcha Patriótica, movimiento de izquierda, “financiado por las FARC” según el ministro de Defensa y la reconocida simpatizante de las FARC, Piedad Córdoba, había convocado a una marcha por la paz. En su columna del 14 de abril la periodista Salud Hernández presenta denuncias concretas de la forma en que las FARC acosaron a los campesinos para hacerlos venir a Bogotá a marchar y de cómo les pagaron el transporte.
En medio de una crisis muy profunda, el alcalde Petro resuelve sumarse a la marcha, decreta que en el distrito capital el nueve de abril será día cívico e “invita” a los funcionarios a marchar “por la paz”.
En medio de un espiral de críticas y de ataques al proceso de paz, el Presidente Santos endosa la marcha e invita a los colombianos a marchar en todas las capitales. Convoca a un homenaje en honor a las víctimas de las fuerzas armadas antes de la marcha y trata de convertirla en una “marcha por las víctimas de conflicto”.
Obvia reacción, el Uribismo y la derecha condenan la marcha “por las FARC”, la marcha por la impunidad.
Las cartas están sobre la mesa. No extraña que Petro se alinee con un movimiento como la Marcha Patriótica, ni extraña que la derecha se oponga abiertamente a cualquier evento en el que participe Piedad Córdoba, a quien ellos siempre han acusado de ser de las FARC.
Genera interrogantes la posición asumida por el Presidente: ¿a qué le estaba apostando?
Se me ocurre que Santos ha resuelto refrendar su compromiso con el proceso de paz. Se me ocurre que Santos quería de una vez por todas establecer una marcada diferencia entre los amigos de la Paz y los otros. ¿Le salió?
Juzguen ustedes, estimados lectores.
La marcha fue masiva en Bogotá pero hubo mucho acarreo y mucho funcionario de la Alcaldía. La marcha fue insípida en el resto de las capitales.
Para mis amigos de derecha fue un tremendo fracaso, una gran “pendejada” del Presidente, un oso dirían en los cocteles de la semana. Para mis otros amigos ha sido importante que Santos se la juegue pero no se atreven a decir que la marcha fue un éxito. A Petro la jugada le salió bien. A Piedad y a su movimiento ni fu ni fa, y de remache Piedad se despachó con una alusión al comandante Chávez totalmente fuera de lugar.
¿Y Colombia qué?
Innegablemente el debate generado alrededor de la marcha nos muestra que ha empezado la campaña de la reelección de Santos. Que como se esperaba, Santos se la juega con la Paz. ¿Primero la gallina o el huevo? ¿Santos va por la reelección porque cree que es fundamental para completar el proceso de paz o va por el proceso de paz porque cree que es fundamental para su reelección? Yo no sé.
Obviamente Uribe en su belicosa animadversión por Santos se opone a ambos y está dispuesto, hasta las últimas consecuencias, a sabotear la reelección y el proceso de paz.
Su escudero Pachito se ha despachado con unas vallas en las que compara a Iván Márquez, jefe y vocero del equipo negociador de la FARC, con Pablo Escobar. No se midieron, la guerra sucia ha comenzado con fuego de artillería pesada.
Eso no le conviene a nadie.
Tristemente, en medio del debate circunstancial, se va perdiendo el debate central. Pero afortunadamente algunos lo están recuperando.
El procurador, desde una posición de extrema derecha, ha planteado que la columna vertebral de ley Marco para la Paz, expedida por el congreso y en estudio por parte de la Corte Constitucional, debe ser declarada inexequible por inconveniente. Inconveniencia que resulta del hecho de que dicha ley es un camino hacia la impunidad.
Los amigos de dicha ley habían dicho que preferían a Timochenko, actual número Uno de las FARC, en el parlamento y no en el monte. Respondió el procurador “los terroristas de las FARC deben ir a la Picota antes de ir al parlamento”. Terció el fiscal en defensa del Marco para la Paz, explicando que no lleva a la impunidad y que de eso se trata la justicia transicional.
He ahí el gran debate.
¿Qué tipo de paz queremos los colombianos, la que resulta del sometimiento del enemigo o la que resulta de una negociación con el enemigo?
¿Hasta dónde estamos los colombianos dispuestos a ceder ante las exigencias de los guerrilleros que obviamente no quieren pasar ni un minuto en la cárcel?
Yo no creo que sea conveniente politizar ese debate, como lo han intentado hacer los amigos del sometimiento. Tampoco creo que sea conveniente postergar ese debate como parecen querer los amigos de la negociación. Es mejor saber a qué atenernos.
PD. Noto con horror que el Cid Bolivariano en forma de pajarito parece haberse llevado la elección para Presidente de Venezuela. No entiendo por qué eso a alguien le sorprende. Me pregunto ¿Quién va a gobernar, el pajarito o el platanito?