Decía el Chapulín Colorado.
Hace ya varios meses cuando empezaba el brote de ébola en África Occidental yo me declaraba atortolado. Tenía razón y no tenía razón.
Al enterarme que había un caso en Nigeria, recordando el caos organizado que es la ciudad de Lagos, imaginaba eso, el caos que resultaría en un virulento brote en una ciudad de cerca de 10 millones de habitantes.
Me equivoqué, sorpresivamente las autoridades de salud nigerianas lograron contener el brote. Aplicaron un protocolo de intervención, desarrollado para contener otros brotes epidémicos, que incluye la identificación, y el seguimiento de todos los contactos de un enfermo, los que resulten sospechosos de haber sido infectado son aislados.
Tras una sorprendente labor detectivesca en Nigeria identificaron y monitorearon al 100% de los que tuvieron contacto con los primeros enfermos en Lagos y al 98% en Port Hartcourt. Como resultado, la OMS está a punto de declarar la finalización del brote de ébola el 20 de octubre.
Pero tenía razón.
Me preocupaba que el brote derrotara los sistemas de salud pública en Liberia, Guinea Conakri y Sierra Leone. Y en cuanto a Liberia y Sierra Leone parece haberlos derrotado. La contención del brote depende ahora de las acciones de la comunidad internacional.
Dice un experto de la OMS que para diciembre se estima que habrá de cinco a diez mil casos semanales y una tasa de mortalidad de 70% y que luego se puede estimar que el brote dejará de crecer.
La gente de CDC, el centro para el control de las enfermedades del Gobierno de los Estados Unidos, presentan unos datos trabajados cuidadosamente. Según ellos en Enero de 2015 podría haber 11,000 casos en el escenario más optimista y más de un millón de casos en el más pesimista.
¿De qué depende? De la capacidad de tratar a los pacientes en condiciones que limiten el contagio.
Entonces ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre.
O como decía el Chapulín, que no panda el cúnico.
Hay que actuar.
Hay que actuar sobre todo en Liberia y en Sierra Leone, pues las cifras parecen indicar que en Guinea la situación se ha estabilizado ya que está disminuyendo el crecimiento de la tasa de contagio que es el indicador adelantado del decrecimiento de los brotes epidémicos.
O sea todo parece indicar que el ébola es controlable con medidas concretas y sin generar pánicos innecesarios.
De ayer a hoy hubo una falsa alarma en Cali, Colombia.
Muy mal manejada la “emergencia” en el hospital, se paniquearon. Nada mejor el manejo que, a mi leal saber y entender, le dio Néstor Morales en Blu Radio. Epidemiológicamente no había bases para sospechar ébola. Menos para arremeter contra las autoridades migratorias porque no lo detuvieron en el aeropuerto. Preguntas estúpidas como ¿Saben a quién le dio la mano? ¿Saben a quién besó? RIDICULO.
Tenemos que mejorar y lo único que no ayuda es la ignorancia y el pánico.
Aprendamos de Nigeria, en donde con discreción y sin aspavientos resolvieron una crisis muy compleja porque 19 casos hubieran podido ser la base para un brote epidémico de incalculables consecuencias. Hicieron la tarea.
Protocolos concretos, salubristas entrenados, centros de aislamiento dotados y sobre todo asumir que mientas siga habiendo enfermos de ébola es probable que aparezca uno en Colombia y no creer que “nos podemos blindar”.
El pánico lleva a la estigmatización y la estigmatización puede llevar a que personas en riesgo se escondan y ahí si se nos puede subir el agua al cuello. No ayudan los medios sensacionalistas, el ébola es de por sí suficientemente asustador para que por conseguir rating esos irresponsables le echen gasolina al fuego.
Serenidad y compromiso de las autoridades y de los agentes de la salud son las actitudes que nos mantendrán blindados contra la epidemia. Y saber que es posible que por una u otra razón aparezca alguien contagiado en Colombia y que lo que no ayudará son los juicios de responsabilidades y las estigmatizaciones
