Juan-Manuel-26-300x270Los refranes y proverbios, que sugieren que siempre es mejor esperar y meditar que lanzarse a comentar en caliente, muy seguramente llenarían el espacio que ocupa una de estas columnas.

La vida y las circunstancias nos lo enseñan y nos lo recuerdan a cada ocasión.

Hace una semana me apresuraba yo a irme lanza en ristre en contra del procurador Ordoñez por la desmedida sanción que le ha impuesto a Gustavo Petro.  Sigo considerando que al procurador, en este caso como en el de Alonso Salazar, se le fue la mano.

Entiendo que mi reacción inicial acabó pareciendo una defensa del destituido alcalde.

La verdad de eso algo tenía mi actitud.

Debo reconocer que al cuestionar el fallo del Procurador y no su alcance, estaba defendiendo al objeto de dicho fallo.

La gran enseñanza que le dejó a la humanidad Nelson Mandela fue su humildad, y la mesura con que actuó cuando estaba en la cúspide de la popularidad y cuando cualquier acción que hubiese emprendido hubiera recibido el más amplio respaldo.

El alcance de la sanción, convirtió a Petro, de la noche a la mañana en víctima.  Miles de bogotanos decidieron rodear a su destituido alcalde. En lugar de mesurarse, Petro convencido de su propio cuento, reaccionó herido, rabioso y demostró cuán equivocado está y cuán peligroso es.

Desde el mismo lunes de la semana pasada, Gustavo Petro ha esgrimido la peor de las tesis en su defensa: en su soberbia Petro dice que a él no lo pueden sancionar porque él es un ex guerrillero, desmovilizado y elegido popularmente.  Sostiene que la sanción es un golpe de estado a la democracia.

Lo hace enceguecido por la indignación que produjo la reciedumbre de la sanción entre muchos de sus conciudadanos,.

Petro y los Progresistas llevan meses—años, haciendo política en Bogotá y tienen capacidad de movilización.

En su permanente oportunismo muchos movimientos contestatarios y de izquierda se suman a la indignación.

Para rematar hay muchos beneficiarios de los subsidios al agua, al transporte y a la comida para los escolares que consideran que Petro ha sido un bien alcalde para los pobres y rápidamente se comen el cuento que los ricos lo quieren tumbar.

Con todos esos ingredientes Petro y sus seguidores montan una movilización con carácter festivo, llenan la plaza de Bolívar y se envalentonan en su discurso. Los medios atemorizados tapan.

Reinterpretan la norma constitucional que ellos mismos, cuando se llamaban M19, promovieron en la Asamblea Constituyente de 1991.

En ese entonces buscaban que el Procurador tuviera la potestad de sancionar con la destitución los funcionarios que incurriesen en faltas graves. Tenía nombre propio la propuesta del EME.  Era para que el Presidente cumpliera con la solicitud de destitución del general Arias Cabrales, ordenada hacía ya dos años por el procurador.

Eso les pasa por andar legislando y promoviendo reformas estructurales para atender casos coyunturales, el día que la coyuntura no conviene hay que volver a cambiar la estructura.  Pero como la estructura no se puede cambiar de un día para otro, pues se consigue uno un abogado que le dé una interpretación coyuntural de la estructura.

Petro que parece ser un tipo inteligente tiene un grave problema. Le cuentan un cuento, lo redondea, se lo cree y luego pretende que todo el que no le crea el cuento que le inventaron está en contra de él y de sus ideales demócratas y transformadores.

Terrible consejero que es un ego crédulo.

Le inventaron un modelo de recolección de basuras, se lo creyó, lo convirtió en política y programa fundamental de su gestión.

Tildó a quienes le advertían de los riesgos y a quienes lo criticaban de defensores de los monopolios y de los carteles de la contratación.  Corrió enormes riesgos, aún no sabemos cuánto costó el chiste, pero lo que sí sabemos es que sumió a la ciudad en el caos durante varios días al final del año 2012.

Lo destituyó el procurador.

La falta es innegable, la sanción era irremediable.

Al procurador se le fue la mano en la sanción, creo yo.

A Petro se le fueron las manos, las patas y las luces en la reacción.

Los lectores ya conocen el sartal de mentiras.  Que la destitución es un complot del uribismo para sacar a Petro del ruedo.  Que el único que puede destituir al Alcalde es el Presidente y que si el Presidente, como se lo ordena la Ley, ejecuta la sanción impuesta por el Procurador está demostrando que es un enemigo de la Paz.  Que su destitución es una violación de los derechos humanos.  Todo eso es falso.

Volvamos a la realidad.

El señor Petro y su partido le dieron las facultades en las que el Procurador se ha basado para destituirlo. Por eso no  puede andar diciendo que un funcionario que nadie eligió no puede destituir a un funcionario elegido. Primero porque Petro participó en la elección del Procurador y votó por él.  Segundo porque el equilibrio del poder en las democracias se basa en la posibilidad de sancionar las faltas cometidas por los funcionarios de elección popular.

Al aceptar participar en política, como desmovilizado, el señor Petro, más que nadie, tiene la obligación de aceptar las reglas del juego, y su destitución así a algunos nos haya parecido excesiva, es parte de esas reglas que aceptó.

El único argumento inaceptable,  es que al señor Petro no lo pueden destituir.

No confundamos deber y poder.

Al señor Petro y a cualquier servidor público el procurador si lo puede destituir.  Otra cosa es si lo debía destituir o suspender. Otra cosa es si le debía aplicar una inhabilidad especial o definitiva.

Yo prefiero, señor Petro, que los bogotanos podamos revocarle el mandato que le dimos en unas elecciones en las que yo no voté por Usted.

Pero ante su conducta mentirosa y deshonesta no me queda más remedio que tragarme mis palabras y aceptar que usted es un peligro para la sociedad y para la ciudad.