Juan-Manuel-26-300x270Seguramente descansó.

Muchos, conocen su historia, sus sueños, sus ejecuciones, sus limitaciones, mejor que yo. A ellos les dejo la tarea del obituario.  Yo tanto sólo escribo mientras lo lloro.

Acabo de ver la noticia. Estoy viendo y escuchando los primeros reportes de los noticieros. Sus discursos, su historia. Tengo la piel de gallina y los ojos llorosos.

La vida me dio la suerte de vivir la Suráfrica de Mandela y la de después de Mandela.

Mi primer viaje a Suráfrica tuvo lugar en 1993.

Mandela, libre, estaba negociando la transición hacia la paz. En esa Suráfrica recién liberada del yugo del apartheid, alcancé a pensar que vendrían tiempos borrascosos. Alcancé a percibir el temor de los blancos ante las posibles represalias.

En 1995 me fui al África.

Desde Marruecos coordinaba programas de prevención de SIDA en varios países, en Suráfrica todavía no.

Como estudiante de universidad en Francia había desarrollado la pasión por el rugby, conocía el poderío  de los Springboks, el equipo surafricano.

Sabía que el rugby y el cricket eran deportes de los blancos, y el fútbol de los negros. Por eso lloré cuando vi, en un pub en Nairobi, lleno de surafricanos blancos, a Nelson Mandela con la camisa de los Springboks acompañando a un equipo de blancos, capitaneado por François Pienaar, Afrikans de pura cepa, recibiendo con él la copa mundial de rugby.  Ese día entendí la grandeza de Madiba y tuve mucha esperanza de una Suráfrica grande.

Por estar en África hasta 1998 me interesé mucho por el proceso de reconciliación encabezado por Madiba y por Desmond Tutu.

Madiba fue admirable y fácil de admirar.  Lo que hizo fue admirable.

Volví a Suráfrica en 2004.

Gobernaba el sucesor de Mandela, escogido por Mandela, Thabo Mbeki.

Sobretodo gobernaba la ANC.  Por mi experiencia en programas de prevención de SIDA en los  noventas llegué a detestar la actitud de Mbeki que trató de negar que el SIDA lo causaba el virus VIH y que lo retrovirales servían.

Sentí que la herencia de Nelson Mandela, Madiba, se estaba diluyendo.

En 2008 la ANC, corrupta, ineficiente, destituye a Mbeki para abrirle paso al cuestionado líder Zulu, Jacob Zuma.  Lo demás es cuento.

De la herencia de Mandela queda poco.

Suráfrica se debate entre el desempleo, la violencia, y nuevas inequidades, ya no entre blancos y la gente de color, los colored; sino entre la nomenclatura de la ANC y sus aliados y el resto de la población.  El desempleo rodea 25%, en el primer trimestre de 2013 era 25.2% en el tercero bajó a 24.7%.

El coeficiente de Gini que mide la equidad mostraba en 2009, a Suráfrica como una de las naciones más inequitativas del mundo entero con un coeficiente de 0.63.  No que a Colombia le vaya mucho mejor con un índice de 0.56 en el mismo 2009.

Hay enseñanzas. Para mi dos esenciales.

La primera que perdonar no solo es posible sino indispensable. 

Si Mandela no hubiera perdonado, Suráfrica se hubiera sumido en un baño de sangre.  Si Mandela no hubiera perdonado, las víctimas del conflicto racial y del apartheid tampoco habrían perdonado y la “rainbow nation” tal vez no existiría.

La segunda que la paz se construye después de firmada. Y en eso la ANC se ha rajado.

Me temo que la muerte de Madiba va a abrir espacios de confrontación al interior de la ANC, que podrían llevar a situaciones de violencia.

Los que creemos en que la salida de Colombia está en la paz debemos pedir porque la vida ilumine a quienes tienen el poder de hacer la paz para que sigan el ejemplo de perdón y de reconciliación que nos deja Madiba.

Y que a quienes les quede la tarea de construir la paz los ilumine para que eviten las pasiones y la estéril lucha por el poder que ha dado al traste con buena parte de sueño de Madiba.