Juan-Manuel-26-300x270Todos sus críticos y muchos de sus defensores, desencantados como yo, habíamos vaticinado, cuales viles aves de mal agüero, un inminente fracaso de los diálogos de La Habana.

Se especuló o más bien requesoneamos todos, en nuestra inmensa “sabiduría”,  sobre las diferentes alternativas que le quedaban a un Gobierno Santos huérfano de apoyo popular ante el inminente “fracaso” de los diálogos que cumplirían un año sin avances significativos.  Que Santos tenía que  suspender durante la campaña electoral, que había que levantarse de la mesa y mandar a los marineros del catamarán al monte de nuevo.

Esta columna se atrevió a recoger las insinuaciones de los convencionistas de Uribe según las cuales, en su afán de lograr algo concreto, el presidente Santos le iba a ceder todo a las FARC.

Santos se mantenía optimista.

Ponía presión a sus negociadores y a los de la guerrilla para que apretaran el paso. En un reciente discurso ante un distinguido grupo de empresarios, miembros todos de la élite nacional, auditorio mucho más uribista que cualquier otra cosa,  el presidente Santos se mostró optimista, pidió optimismo, les pidió que creyeran en Colombia, les dijo que las cosas iban mejor.

Guácatelas dijeron muchos.

Zázzzz…como en las tiras cómicas los negociadores de La Habana nos dan la sorpresa.

Primero dicen que no suspenden la ronda de negociaciones el fin de semana sino que siguen sentados hasta que alcancen un acuerdo sobre el complejo punto Dos, la participación política de las FARC.

Pasada la ridícula tormenta de la foto, en el segundo día hábil de la semana, anuncian que hay acuerdo y presentan el acuerdo.

Oh sorpresa. Hay acuerdo. Nadie le apostaba a que hubiera acuerdo.

Yo había dejado de creer.

Pero hay acuerdo.  Supe que había acuerdo hacia el mediodía de ayer.  Quien contó que habían anunciado el acuerdo, reportó que en su opinión el anunciado acuerdo no tenía contenido, que era puro humo.

Equivocado.

El acuerdo incluye un punto absolutamente fundamental y definitivo. Tan así que ese punto es el que ha generado la airada reacción de los enemigos de los diálogos.

El gobierno y las FARC han acordado la creación de circunscripciones electorales especiales para la Cámara de Representantes en los Departamentos más golpeados por el conflicto armado. No se trata de curules asignadas a dedo a los “terroristas” que era lo que se temía la oposición.

Pero aún más importante es que se acordó que:

Entre otros, el acuerdo incluye curules y posibilidad de participación política para las Farc, siempre y cuando dejen las armas y se desmovilicen. Además, propone una reforma completa al sistema electoral colombiano que incluya garantías para hacer oposición y condiciones para crear y fortalecer los partidos que surjan de un eventual acuerdo final. (El Tiempo, 7/11/2013)

No soy experto, tan solo observo.

Y me parece que el que las FARC hayan aceptado que su participación en política está sujeta a su desmovilización y a la entrega de las armas es un avance substancial.

La gran preocupación  que siempre me ha generado el acuerdo con los paramilitares es que no hubo desmovilización general ni entrega de armas.  Se desmovilizaron  unos líderes y unas columnas, pero se sabe que cerca de siete mil efectivos se quedaron con las armas y forman la columna vertebral de lo que hoy se llaman las BACRIM.

Tan importante es el acuerdo que los opositores se han apresurado a hacer hasta lo imposible por restarle importancia.

Dijo el candidato de Uribe CD:

“El anuncio de las Farc es una nueva burla para los colombianos, es una farsa. Yo me pregunto qué hay detrás de eso, que los cabecillas de las Farc que han cometido delitos de lesa humanidad reciban como premio mañana ser elegidos y lleguen al Congreso de la República, que no paguen ni un solo día de cárcel. Lo que los colombianos exigimos es que el terrorismo de las Farc no siga reclutando menores, asesinando soldados…”. (El Tiempo, 7/11/2013)

Lo raro es que eso no es lo que dice el acuerdo.

“No entiendo cuál es el alboroto, ni el entusiasmo. No sé en qué consisten los avances, lo que se pactó (en La Habana) no es nada nuevo, no había ni obstáculos legales ni constitucionales para eso”, señaló el Procurador. (El Tiempo, 7/11/2013)

La importancia de lo pactado no radica en su novedad ni en su constitucionalidad, radica en que se pactó, punto.

No quisiera caer en la trampa del exceso de optimismo.

Es posible, sin embargo, que ante la posibilidad de espacios reales para la participación en política y ante una reforma estructural en el campo, a las FARC les comience a parecer atractiva la desmovilización, la entrega de las armas, salirse de los negocios ilícitos como el narcotráfico y poder seguir  montando en catamarán sin que a Uribe se le pare la cresta.

Me parece que en esta, el presidente Santos se salió con la suya.

Ojalá Timochenko y sus negociadores calibren el tamaño de la oportunidad que se les está brindando y los gestos de grandeza y de humanidad que se requerirán para que esta tan anhelada paz se concrete.

Ojalá entiendan que muy posiblemente las curules que de este proceso resulten no serán para ellos.

Que para llegar a esas curules tendrán que pagar por los delitos de lesa humanidad, contar la verdad, reconocer y retribuir a las víctimas y entonces si podrán aspirar al perdón y a la reconciliación.

Falta camino por recorrer pero los primeros pasos dan mucha esperanza.