Juan-Manuel-2De acuerdo con la versión oficial, Chávez murió hace una semana.  Nadie sabe en realidad cuando murió.  Primera especulación.

Popular, flamboyant, colorful, controversial son algunos de los adjetivos que han usado los editores de BBC World News, el noticiero de televisión al que le doy mayor credibilidad.  Todos certeros adjetivos para describir a Hugo Chávez.  Ninguno, sin embargo, me da una respuesta a la pregunta.  ¿Bueno, malo, desastroso?

El circo organizado alrededor de su traslado a la capilla ardiente en la escuela miliar, durante la misma capilla ardiente, la misa de entierro, el anuncio de su embalsamamiento y el clímax del juramento de Maduro ante Cabello tuvo las mismas proporciones que los constantes exabruptos del comandante en sus mejores momentos.  Tal fue el magnetismo del comandante que gobernantes serios como Santos, Dilma o Piñeiro se mezclaron con tiranos como Ahmadinejad y se prestaron a su explotación mediática de quienes pretenden ser los dueños del legado y únicos sucesores del caudillo.

No hay un medio “respetable” ni un columnista serio que no haya comentado, editorializado, divagado, especulado sobre su sucesión, sobre su legado o simplemente sobre su “obra”.  He leído estupideces extremistas de toda índole, más desde la derecha que desde la izquierda, debo reconocer.  He leído comentarios más balanceados y una que otra columna desmedidamente elogiosa.  Tal vez el adjetivo que le ha faltado a la BBC es polarizing.

Chávez no tuvo sino adoradores y detractores.  Como miembro de la élite colombiana estuve rodeado más de los segundos. Muchos de ellos más vehementes y extremistas que muchos miembros de la oposición venezolana.  No podemos, sin embargo, ocultar las imágenes de un pueblo venezolano desolado ante la muerte de su ídolo, de su héroe.  No podemos recurrir a la simpleza de decir que Chávez ganó la presidencia en elecciones ilegítimas, de hecho, muchos observadores objetivos reconocieron que las elecciones del 2012 fueron transparentes.  Es decir Chávez tenía el apoyo de la mayoría de los venezolanos.

Más fácil aún obviar el análisis y dedicarse a la especulación futurológica.   La desaparición de este tipo de caudillo, que basa buena parte de su fuerza en el culto a la personalidad, genera por obvias razones toda clase de especulaciones sobre su sucesión.  No caeré en esa trampa.  Lo único sensato que he oído es que Venezuela va hacia un nuevo bi-partidismo basado en dos estructuras muy sólidas el Chavismo y el movimiento encabezado por Capriles al que todavía no le conozco un  nombre que lo defina diferente al de Anti Chavismo.

Más complejo es tratar de hacer un análisis relativamente balanceado de lo que fueron los 14 años de gobierno del comandante.  Los extremos son muy sencillos.  Para unos el comandante fue un redentor, el nuevo libertador de las américas, el visionario que fue capaz de enfrentar al imperialismo y de llevar a Venezuela por la senda revolucionaria y socialista.  Para otros Chávez ha sido un payaso tirano que malgastó la mayor bonanza petrolera que se haya conocido y que deja a la economía venezolana postrada.  Vuelvo con mi tema ¿es posible encontrar argumentos menos apasionados?  Difícil pues Chávez fue pasión.

Obviamente si el estándar utilizado para evaluar la gestión de Chávez es el modelo “democrático”, respetuoso de los derechos humanos, de la libertad de prensa y de las garantías a la oposición, Chávez fue un desastre.  La gestión de Chávez también se raja si se mide con el estándar que les da a los indicadores “económicos” (crecimiento del GNP, tasa de cambio y  inflación) mucho  más peso que a los indicadores sociales (coeficiente de GINI, descenso en la mortalidad infantil, acceso a la educación o el número de médicos por mil habitantes).  Un artículo publicado por el CEPR , muestra un estándar diferente y hace quedar bastante bien a la gestión de Chávez durante sus primeros diez años al frente del destino de Venezuela.

Mi esencia de demócrata me hace soñar con que hubiese sido  posible hacer todo lo que presenta el artículo citado sin necesidad de tanta expropiación arbitraria, de tanta persecución a los críticos, de tanto circo.  Pero no lo puedo probar.  Los modelos más democráticos, como el de Colombia, han sido muchísimo menos eficaces en la implementación de políticas sociales de impacto.  Se habla mucho, se discute mucho, se legisla mucho y nada.

En Colombia el avance de los indicadores sociales en la misma década analizada, dejó mucho que desear y honestamente no resiste una comparación con los que presenta el artículo citado,  mientras los económicos eran mejores o comparables.  En el caso colombiano podríamos echarle la culpa al conflicto que nos ha sumido durante cincuenta años, aunque me niego a creer que el conflicto tan solo afecta la eficiencia de la inversión social.

No quiero que se me malinterprete.  No pienso ni por un  minuto que los catorce años de gobierno de Chávez, el circense espectáculo de la semana que acabamos de vivir, la decisión de disecarlo y exponerlo como pieza de caza, puedan ser ejemplo para nadie.

Pero tengo la obligación intelectual de reconocer que Chávez hizo más cosas buenas que las que las élites de nuestros países están dispuestas a reconocer, así como muchas cosas mucho más siniestras que las que sus aduladores de la izquierda estarán dispuestos a aceptar.

Yo me declaro perdido y con la esperanza de que aparezcan más trabajos similares al de CEPR arriba citado y menos columnas oportunistas dedicadas a análisis cargadas de ideología.  Mientras, como Cantinflas, ni a favor ni en contra sino todo lo contrario.