Un guerrillero con su presa.
Tratamiento según el jefe de los negociadores del Gobierno. No entiendo muy bien la indignación de un negociador que no se mosqueó cuando minaron una escuela, ni cuando secuestraron a unos soldados en Arauca. Me confunde que al Gobierno le indigne que un comandante guerrillero a quien le dan permiso, violando la ley de pronto, para que venga a Colombia a entregar al general que sus hombres secuestraron. El levantamiento de las órdenes de captura se supone era para ir a La Habana, no para venir a jactarse de sus fechorías tomándose fotos indignas.
Muestra de reconciliación según los de las FARC. Las FARC entienden entonces que la reconciliación llegará con la impunidad de sus efectivos y la humillación de las Fuerzas Militares. Porque eso es lo que yo leo en esa foto, un rehén sometido por un bandido.
Que cinismo.
Deshonrado. Su carrera militar arruinada. La cara de su esposa dice mucho, el llanto de sus hijos y su voz entrecortada lo dicen todo. La explicación del general no le parece clara sino al comandante del ejército, el general Lasprilla. El propio comandante de las Fuerzas Armadas defiende al general “que ha sido un hombre de honor durante toda su carrera militar”.
Se pregunta uno entonces ¿por qué lo botaron?
O acaso alguien cree que el renunció voluntariamente.
Ya entrando en el detalle la explicación del general es poco congruente. Cuando yo era funcionario público visitaba comunidades, en ese tiempo sí que estábamos en guerra y cuando iba a una zona “roja” iba con chaleco del ICBF y con escolta militar con uniforme. La confianza de las comunidades debe ser el resultado de la acción social de las instituciones del Estado, y para que esa confianza exista uno no puede andar de civil por ahí.
Mucha duda.
Como decía mi profesor de matemáticas, estas son como le queso entre menos huecos más queso.