Es más yo sigo creyendo que el conflicto colombiano no tiene más salida que una salida negociada.
Y eso es lo que me da más rabia, que por enésima vez no fuimos capaces.
Cuando el presidente Santos propuso iniciar un diálogo con condiciones concretas, agenda y plazo definido yo fui un declarado defensor de ese proceso.
Hasta hace poco tiempo todavía guardaba ciertas esperanzas.
Ya no me queda sino la amargura de otra frustración.
Lo peor de todo es que no tengo la menor duda de que en La Habana, Santos, a quien ya no le importa el país sino su prestigio personal alguna cosa va a firmar con las FARC y que nos van a tratar de vender ese “acuerdo” como La Paz.
Y los que no estén de acuerdo con lo que se firme, serán tratados como los que no estuvieron de acuerdo con la forma en que se ha llevado el proceso, serán declarados enemigos de la paz y perseguidos por el cazador de hackers que ocupa la fiscalía.
Si mis abnegados lectores, ¡me voltié!
Totalmente volteado.
A este proceso de paz ya no le creo.
No le creo porque mientras las FARC demuestran su capacidad de acción, sometiendo como siempre a la población civil a los peores vejámenes, el Gobierno de Santos demuestra que a ellos lo que les importa es que en alguna parte, el Papa, o una reina o un parlamentario o una actriz porno se declaren amigos de la paz.
En pocas palabras a los colombianos nos toca mamarnos a Timochenko dando órdenes de arreciar las acciones terroristas, nos toca aguantar que los terroristas vuelen torres y pedazos del oleoducto y que obliguen a derramar el crudo y que se nieguen a desmovilizar a los niños de sus filas.
Nos toca poner la otra mejilla, o mejor, la otra nalga, cuando emboscan y ultiman con tiros de gracia a un coronel de la policía y a su asistente, o cuando hacen volar un helicóptero o cuando mandan sacar a la policía de un pueblo.
¿Porqué? Porque el Papa y Tony Blair están de acuerdo con la Paz.
Claro que si al Papa y a Tony Blair les contaran como es el cuento de pronto se abstendrían de opinar para no tener que decir que no están de acuerdo con esa negociación babosa que se lleva a cabo, a riesgo de ser declarados enemigos de la Paz
Si me voltié porque he llegado a la conclusión que el verdadero enemigo de la Paz es Juan Manuel Santos que convirtió la necesidad de los colombianos de terminar de una vez por todas con este conflicto en un vergonzoso sainete electorero disfrazado de proceso de paz.
¡Cómo se le ocurre salir a decir que en Colombia ya estamos en el post-conflicto!
Seguramente se refería a El Mango, en donde la población después de sacar a la policía y de destruir y quemar la estación de policía ya está en un post conflicto en el que mandan los facinerosos que ordenaron la salida de la policía para poder consolidar el narcotráfico.
Foto cortesía Eugene Revis via flickr