Obama RousseffEn medio de la preocupación mutua por la falta de dinámica en la relación entre ambas naciones, el presidente de EUA, Barack Obama, se reunió con la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, el 9 de abril en Washington, reunión que, pasados pompa y protocolo, dejó de producir resultados inspiradores.

Así presenta Stratfor, la agencia independiente de seguridad, su dossier sobre las relaciones entra ambas naciones “Barriers to US-Brazilian Cooperation”.

Dice que la relación entre los países ha sido tibia durante décadas – mucho antes de que Rousseff u Obama asumieran el cargo.

Brasil se encuentra fundamentalmente en oposición a EUA sobre una serie de cuestiones, tanto transitorias como fundamentales, y es poco probable que esta realidad cambie en el corto plazo.

Puntos comunes que comparten son las necesidades comerciales y la energía, dice.

Ambas naciones están tratando de impulsar sus exportaciones y generar empleos en el país. Bajo estas circunstancias, una reducción significativa de las barreras comerciales tendría que ser mutua, pero hay resistencia en ambos lados, apunta.

Las áreas en que Brasil necesita aumentar sus exportaciones – productos manufacturados y semi-manufacturados – son los mismos sectores que en EUA presentan mayores dificultades para que las empresas brasileñas compitan en los mercados de EUA — situación que se agrava con la cercanía de las elecciones, cuando la administración Obama tiene que proteger los mercados de las compañías estadounidenses.

Las principales preocupaciones comerciales del Brasil se derivan, en gran parte, de la rápida alza en la moneda nacional, el real,  causada por una gama de políticas — desde la inversión especulativa a sustanciales aumentos en la inversión extranjera directa en las industrias extractivas brasileñas, y el relativo declive de las economías de EUA y Europa en los últimos tres años.

La trayectoria ascendente de la moneda ha causado que las exportaciones brasileñas sean más caras y alimentado un boom de consumo que podrían causar daños permanentes a su sector industrial, apunta Stratfor.

La extracción de energía es un área donde Brasil y Estados Unidos tienen oportunidades claras de formar una asociación mutuamente beneficiosa, dice.

Brasil tiene importantes reservas de petróleo en alta mar. EUA tiene la tecnología el capital que podrían ser utilizados para desarrollar los depósitos.

Sin embargo, la disputa por US$22 mil millones de Brasil con los gigantes petroleros Transocean y Chevron, sobre la fuga de 3,000 barriles de petróleo en el pozo de Frade el año pasado, dificultan un acuerdo.

Por otro lado, Brasil es el mayor productor mundial de etanol, combustible basado en azúcar cuyos subsidios en EUA han sido reducidos, lo cual podría llevar a exportaciones brasileñas a EUA, dice.

Fuera de estas posibilidades coyunturales, señala Strafor, a nivel estratégico los dos países comparten muy poco.

Así Brasil persiga la estatura de un poder en el Atlántico Sur, su enfoque interno, combinado con la ausencia de una marina de guerra, le da poco que ofrecer al país fuera de sus fronteras, dice.

Tampoco puede Brasil aportar mucho a EUA en regiones críticas como el Medio Oriente, Africa y Eurasia, señala.

Mientras que a través de su historia la preocupación central de Brasil ha sido colonizar su interior, cultivar las enormes extensiones de tierra e invertir en una infraestructura sólida para transportar los abundantes recursos del país, EUA ha tenido una política de expansión militar.

Esa política de enfoque interno, en opinión de Strafor, es central para la presidenta Rousseff.

En conclusión Stratfor no ve ninguna razón para que ambas naciones tengan grandes problemas. Pero tampoco para una alianza estratégica de gran trascendencia.

Para pedir el informe en inglés

Foto Casa Blanca