Metro-ConstructionEl pionero Tube está de fiesta. Londres — ¿Cuántas ciudades del mundo tienen el magnetismo y también la megalomanía suficientes para convertir hasta una anodina advertencia preventiva de su sistema de transporte en un suvenir turístico? Sólo una, en principio: Londres. La frase Mind the gap (cuidado con el hueco, más o menos), del aviso grabado que se escucha en las estaciones al abrirse las puertas de los vagones del Undeground londinense, ilustra remeras, tazas y llaveros. Y a juzgar por las tiendas de parafernalia turística, son recuerdos de lo más populares.

En efecto, el llamado Tube es toda una institución. Es el transporte público subterráneo más antiguo del mundo y esta semana cumple nada menos que 150 años. Y, lógico, si se hacen camisetas con su logo de ningún modo se le podía escapar a la ciudad el aniversario y la oportunidad de hacer ruido. Así que, como parte de las celebraciones, para hoy mismo y el domingo próximo estaban previstos servicios especiales impulsados por una antigua locomotora a vapor y por una de las primeras máquinas eléctricas. Los festejos continuarán con más viajes históricos, con la publicación de doce cuentos acerca de las líneas del sistema, con la emisión de una moneda conmemorativa, con exhibiciones especiales en el London Transport Museum y también en las propias estaciones, bajo el programa Art on the Underground, entre más actividades. En fin, para los aficionados a la locomoción sobre rieles, 2013 podría ser un gran año para visitar Londres, cuyo Underground traslada cada día a más pasajeros que todo el sistema ferroviario británico junto.

Inaugurado en 1863, el subterráneo londinense cuenta con doce líneas y 270 estaciones, como muestra el típico plano con rectas de colores que todo turista (y usuario, claro) conoce bien. Sin embargo, tal plano no es más que una ficción: el trazado real de las doce líneas no es tan recto, ordenado ni prolijo. Esta creación, que hoy se da como algo lógico y habitual, no lo era en 1933, cuando el ingeniero eléctrico Harry Beck comprendió que al pasajero le resultaría más útil la versión simplificada que una representación a escala exacta del recorrido del Underground. Con su exitosa adaptación, Beck marcó un standard para no sólo otros subtes sino todo tipo de transporte público en el mundo. Su mapa es un hallazgo del diseño gráfico tan fácil de leer que incluso un primerizo recién llegado a la ciudad, con sólo sentarse diez minutos en un pub, con mapa y lápiz, se puede ubicar sin problemas (en una versión esquemática de la ciudad, es cierto).

Otro hito del diseño gráfico emergido del Underground es su logotipo, el del círculo rojo cruzado por una banda azul en la que se leen los nombres de las distintas estaciones. El sistema de señalización se comenzó a utilizar en 1908 y es otro caso de estudio.

Para quien no se conforme sólo con viajar en el Underground (a 4,5 libras el pasaje, aproximadamente 35 pesos), en Covent Garden se encuentra el Museo del Transporte de Londres, este año especialmente abocado a homenajear al centenario Tube. En la tienda de regalos de este museo probablemente hayan roto algún récord de cantidad y variedad de objetos sobre los que se puede imprimir el logo y el mapa de un subte.

Daniel Flores

Un plano como para no perderse. Tokio — Un primer vistazo al plano del subte del Tokio genera pánico. Ésa es la impresión inicial. La cantidad de líneas y combinaciones dibujan una gran tela de araña en la que uno inconscientemente teme quedar atrapado.

En la capital japonesa, siempre hay una estación de subte muy cerca, a tres o cuatro cuadras, máximo, de casi cualquier punto. Eso sí: hay que estar atento porque las combinaciones son muchas y la posibilidad de perderse es exactamente proporcional a la cantidad de opciones de viajes que hay.

La primera línea de subte de Asia fue inaugurada en Tokio en diciembre de 1927. En la actualidad, la ciudad cuenta con trece líneas, 274 estaciones y un recorrido total de 286,2 kilómetros, lo que la convierte en la sexta red de subte más grande del mundo y la segunda en cantidad de pasajeros transportados por año, un promedio de 2500 millones.

Cada línea tiene un nombre, un color y una letra que la identifican, y a su vez cada estación en particular, un nombre y un número. Entonces, por ejemplo, encontramos la línea Ginza, caracterizada por el color naranja y la letra G, y su primera estación es la G-01. Shibuya. Aunque parezca lo contrario, este sistema salva a cualquier turista de perderse. Todo está perfectamente señalizado en japonés y en inglés y los códigos alfanuméricos de las estaciones facilitan muchísimo el viaje.

TOKYOEl costo del pasaje depende del tramo que se utilice. No es económico pero el servicio lo vale. El pasaje por el tramo más corto ronda los 2 dólares.

El subte de Tokio suele lucir impecable y funciona en horario. Pero también tiene sus problemas, como la cantidad de pasajeros que a veces supera todo lo previsto. Por ejemplo, la estación de Shinjuku central, la más importante de Japón y la más activa del mundo, puede llegar a recibir en un día dos millones de usuarios. Algunos aspectos para resaltar. Frente a tales aglomeraciones, en las horas pico, (9.30 am, por ejemplo) se habilitan vagones exclusivos para mujeres.

Otra situación muy común en los vagones, especialmente de noche, es ver gente alcoholizada, durmiendo en los asientos. En Japón está terminantemente prohibido manejar si se tomó una gota de acohol. Y uno de los resultados de esa restricción se ve en el subte.

También son muy típicos los afiches con diferentes campañas lanzadas cada año referidas a ciertas conductas consideradas en Japón inapropiadas en el transporte público, como hablar por celular, maquillarse o comer.

Una curiosidad: en 1995, se compraron a Japón los actuales vagones de la línea B del subterráneo porteño. Se trataba de coches usados, pero el estado era impecable, en una fiel muestra de cómo se viaja y cómo cuidan las cosas en Japón.

Mariana Trigo Viera

Oda a la dictadura del proletariado, pero con rasgos imperiales. Moscú-– Astaróshna, Astaróshna, dvéri zakrivaiutsa, sliédusha stantsia, . (Atención, atención, las puertas se cierran, la próxima estación es, .). Esa frase, dicha por los altoparlantes de cada formación del subterráneo al partir, queda grabada en cualquiera que haya visitado esa maraña de trenes que corren por las entrañas de Moscú.

Si hay un adjetivo que cuadra bien a este medio de locomoción, o Moskovskii Metropoliten, es el de imponente. Es difícil tal vez calificar de hermosas a las primeras estaciones que fueron construidas durante la era stalinista. La arquitectura totalitaria no contemplaba lo bello. Utilitarismo y exaltación de los logros de la dictadura del proletariado, así como endiosar a la figura de José Stalin, eran los objetivos.

Sin embargo, sus candelabros, bajo y sobrerrelieves, mosaicos y estatuas no coincidían con el realismo socialista, las odas al tractor y el culto a Stajanov. Hoy entonces han quedado casi como una muestra de la época de los zares, una anacronía.

Las nuevas estaciones ya han perdido ese sabor de hace un siglo y se construyen en un estilo moderno, tecnológico, despojado. Ejemplos, las Dostoyevskaya y Mitino.

Quien esto escribe usó y recorrió el metro de Moscú por primera vez hace ya dos décadas. En todos estos años y en cuatro oportunidades vimos cambios, pero también constantes que reflejan valores del moscovita. Como lo lectores que son los rusos, siempre con libros y diarios en las manos, aunque hoy comienzan a verse algunos e-readers.

¿Qué llama la atención cuando llegamos a las estaciones céntricas? Tras encontrarnos el cartel en la calle con una M gigante que indica la entrada, la longitud de sus escaleras mecánicas. Son metros y metros que nos llevan a la profundidad de la capital rusa. Un medio de transporte, además, puede ser un buen refugio antiaéreo y no olvidemos que la primera línea, de 11 km de largo y 13 estaciones, fue inaugurada a sólo 4 años de que estalló la Segunda Guerra Mundial.

Crow Metro MoscowHoy el subterráneo de Moscú tiene 12 líneas, 188 estaciones y alcanzó el año pasado un pico de 10 millones de pasajeros por día. Con un pasaje que cuesta 28 rublos (unos 90 centavos de dólar) por tramo sin límite de distancia ni trasbordos, es una forma rápida de moverse por la ciudad, que sufre atascamientos a cada instante. Hay también tarifas más económicas si se compran hasta 60 viajes.

El servicio es rápido y permite llegar a cualquiera de los puntos turísticos de Moscú sin tener que caminar más que un par de cuadras. Pero habrá que tener cuidado y tomar previamente un curso básico de cirílico si uno quiere manejarse por su cuenta y leer todos los carteles que hay en los túneles y en las áreas de trasbordo. Si no nos animamos, hay paseos turísticos.

¿Qué deberíamos visitar sí o sí? Las estaciones Komsomolskaya, Teatralnaya, Ploshchad Revoliutsi, Novokuznetskaya, Mayakovskaya y Park Kultury. Esta última sufrió un atentado terrorista en 2010.

Aunque éstas son solo algunas de las estaciones que valen la pena conocer. El paseo puede llevar una mañana completa, pero permite descubrir un pedazo del Moscú comunista, en el siglo XXI.

Manuel H. Castrillón

LA NACIÓN

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Foto: Metro Tokio Wikipedia

Foto: Metro de Moscú Wikipedia