CARLI2No exagero en nada cuando digo que hoy domingo 16 de enero en cada familia estadounidense la gente se dice, “Pudo haber sido mi hijo”.

El viernes pasado, día de la masacre en Connecticut, al recoger al menor de mis hijos en su escuela, lo vi en los rostro de los otros padres: la inmisericorde realidad de hoy es que cada día de cada semana de cada mes, al enviar a nuestros hijos a la escuela, nos preguntamos, “¿Será hoy el día en que un demente armado hasta los dientes comenzará a rociar plomo a diestra y siniestra?”

Es un pensamiento siempre presente ya que esta violencia ha dejado de ser un acto sin sentido, al azar. No con 16 ataques similares este año en que han muerto 84 personas.

Es un patrón, siendo la única incógnita (y quizás la más aterradora) el no saber cuándo y dónde será la próxima vez que suceda.

Esto lo saben todos los padres de EUA, sin que importe edad, ingresos o afiliación política.

Aquí todos somos rehenes de los locos que creen que un documento escrito hace 200 años otorga a todo el mundo el derecho de tornarse en una máquina de destrucción humana y los mercaderes de la muerte que se enriquecen con el comercio libre de las armas de asalto.

Carlos F. Torres

Diciembre 16 del 2012