Limpieza étnica en BirmaniaEscribe Nicholas Kristoff en el New York Times. Durante las últimas semanas, Birmania, mayoritariamente budista, ha asesinado sistemáticamente a civiles pertenecientes a la minoría musulmana rohinyá, con lo que ha obligado a más de 270.000 personas a huir a la vecina Bangladés mientras los soldados birmanos les disparan incluso cuando ya están cruzando la frontera.

“Los budistas nos están matando a balazos”, dijo Noor Symon, una mujer que traía a su hijo en brazos, a un reportero de The New York Times. “Quemaron las casas y trataron de balearnos. Mataron a mi esposo a tiros”.

Daw Aung San Suu Kyi, la viuda que desafió a los dictadores de Birmania, soportó 15 años de arresto domiciliario y encabezó una campaña a favor de la democracia, era una heroína de los tiempos modernos. Sin embargo, ahora Daw Suu, como dirigente de facto de Birmania, es la principal apologista de esta limpieza étnica, mientras el país oprime a los rohinyás (de piel más oscura) y los acusa de ser terroristas e inmigrantes ilegales.

Llamarlo “limpieza étnica” podría quedarse corto. Incluso antes de la última ola de terror, un estudio de la Universidad de Yale había sugerido que la brutalidad hacia los rohinyás bien podría constituir un genocidio. El Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidostambién ha advertido de un inminente genocidio en contra de los rohinyás.

Qué vergüenza, Daw Suu. Te honramos y peleamos por tu libertad, ¿y ahora usas esa libertad para condonar el asesinato de tu propio pueblo?

“Están matando niños”, dijo Matthew Smith, el director ejecutivo de un grupo de derechos humanos llamado Fortify Rights, después de haber entrevistado a algunos refugiados en la frontera con Bangladés. “Estamos hablando, por lo menos, de crímenes de lesa humanidad”.

“A mis dos sobrinos les cortaron la cabeza”, le dijo un sobreviviente rohinyá a Smith. “Uno tenía 6 años y el otro 9”.

Otros relatos describen a soldados que arrojaron a los bebés a un río para que se ahogaran y que decapitaron a una abuela. Hannah Beech, mi colega de The New York Times que ha ofrecido una sobresaliente cobertura desde la frontera, lo dijo así: “Ya he cubierto crisis de refugiados antes y esto es, por mucho, lo peor que jamás haya visto”.

Artículo completo en New York Times en español

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