Israel enfrenta un creciente aislamiento político y diplomático en un Medio Oriente sufriendo una transformación radical, con pocas opciones, ninguna de ellas muy deseable, escribe Ethan Bronner en el New York Times.

La crisis actual resulta de tres factores que se conjugan en el momento actual, dice: la violencia contra la embajada israelí en El Cairo y la evacuación de la misión diplomática de esa nación; la expulsión del embajador a Turquía el negarse Israel a disculparse por la muerte de nueve activistas turcos de la flotilla de Gaza durante la primavera pasada; y la demanda de los palestinos de que las Naciones Unidas les conceda reconocimiento como estado.

Aislado, acorralado, el estado de Israel es causa de gran preocupación por parte de su más sólido aliado, EUA, cuyos diplomáticos están viendo qué hacer, cómo y cuándo hacerlo.

Parte de la situación actual se debe, dice el Times, a la intransigencia del primer ministro Benjamin Netanyahu.

Cita un dirigente del opositor partido laborista, quien señala que el curso actual del gobierno conduce “no solo al aislamiento diplomático sino también pone en peligro a los israelíes. Se reduce que a su obsesión [de Netanyahu] contra un estado palestino y su parálisis total respecto al tema de los palestinos”.

El dirigente laborista sugiere que Israel debería apoyar el voto por un estado palestino en vez de oponerlo, y así pedir garantías de seguridad.

Agrega que el si bien al comienzo de la revolución árabe el tema de Israel y Palestina no era prioritario, cada día va aumentando en importancia. De hecho, señala, en los eventos del Cairo los fundamentalistas musulmanes mantuvieron su distancia.

Según el New York Times hay una razón fundamental tras el actual aislamiento: “Los musulmanes, los árabes y de hecho muchos alrededor del mundo creen que Israel está ocupando injustamente territorios de los palestinos y ello les tiene furiosos”.

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