Dennis Manarchy, fotógrafo basado en Chicago, sueña en grande: desde hace una década, viene construyendo con sus propias manos una cámara enorme, gigantesca.
Tanto que captura fotografías de 24 pies (7.3 metros) con nivel de detalle difícil de concebir. (Procesar con Photoshop una de estas fotos sería imposible).
La cámara misma es una maravilla. Es decir, una gargantúica maravilla, escribe Sumitra en Oddity Central.
De 35 pies de largo (10.6 m), 12 de alto (3.6 m) y 8 (2.4 m) de ancho, es más grande que muchos apartamentos del East Village, apunta.
En su estudio usa un modelo fijo con negativos de 4.5×6 pies (1.3×1.8 m).
Como caja de luz, emplea una ventana verdadera. En vez de bandeja para el revelado, les rocía los químicos con una regadera.
Las fotografías traen un detalle que hasta poros y pestañas se ven a la perfección: 1,000 veces superior al que producen las fotografías ampliadas que se ven en las vallas publicitarias, dice Oddity Central.
Apunta que retratar a una persona con el aparato es bastante más complicado que oprimir un botón: es un proceso laborioso, que permite hacer solo una fotografía por individuo.
Pero el conocido fotógrafo no se queda allí: Manarchy está recaudando dinero para producir una versión móvil de su cámara.
Agrega que una vez la tenga funcionando, tiene planeado viajar por todos los estados de EUA: unas 200,000 millas.
Su objetivo, apunta Oddity Central, es crear una colección de fotografías que narren la historia del país y sus culturas: desde los cowboys, a los esquimales, a los americanos nativos, a los cajuns, veteranos de la Segunda Guerra Mundial.
Los llama el proyecto, “Vanishing Cultures” (Culturas que desvanecen).
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