Mandy, una perrita Manchester Terrier de 12 libras que viajaba a bordo de un avión de Newark a Phoenix se soltó en la cabina y furiosa mordió a un pasajero y un miembro de la tripulación obligando al piloto a parar en Pittsburg, informa el New York Post.
“El capitán pensó que lo más seguro era aterrizar y ver que se atendiera a los mordidos en vez de seguir”, dijo un portavoz de la US Airways. Quizás el piloto del vuelo 522 se haya recordado del caso del cocodrilo que aterrorizó un avión en el Congo y causó un accidente fatal y por ello tomó la sabia decisión de parar. Las víctimas de las mordeduras recibieron tratamiento en el aeropuerto y siguieron a su destino final, agregó el Post.
Según el Post, la dosis de sedantes que se había suministrado a Mandy no fue suficientemente fuerte y ella despertó inquieta. Al intentar un pasajero calmarla, se escapó de la jaula, lo mordió y salió corriendo por el pasillo propinando un mordizco a un auxiliar de vuelo. Mandy y su dueña, una señora de 89 años, tuvieron que tomar otro avión para Phoenix.