De izquierda: Abogado Leonard Weinglass, Rennie Davis, Abbie Hoffman, Lee Weiner, David Dellinger, John Froines, Jerry Rubin, Tom Hayden,y abogado William Kunstler.

Tal vez sería 1986 o 1987, me encontraba a punto de cruzar la calle Lexington con la 34 en Manhattan. A mi lado, un hombre llevaba una caja de volantes recién impresos. Se le cayeron unos en la mitad de la calle y le ayudé a recogerlos. 

Reconocí a Abbie Hoffman, a quien había escuchado varias veces en eventos. Me mira y, sin saber qué decirle, se me salieron las palabras, “Brother I did steal that book”. “Hermano, me robé el libro”. Sonrió. Nos dimos la mano y seguimos cada cual su camino. 

Yo había escuchado varias veces a Abbie Hoffman en eventos universitarios en la década del 70. Siempre admiré su capacidad de unir la contra cultura de los hippies — el rock, amor libre, la yerba — con el activismo político. 

Había escrito varios libros políticos, siendo quizás el más famoso, “Steal this Book”.

Abbie fue uno de los 8 activistas políticos que el gobierno de Richard Nixon intentó encarcelar por sus actividades de protesta en la convención demócrata, en Chicago, en 1968.

Miles de jóvenes salieron a protestar la guerra en Vietnam y el racismo sistematizado, la polícia brutalmente atacó a los jóvenes con gases y macanas ante los ojos aterrados de una nación. Los demócratas perdieron esa elección.

El nuevo presidente, Richard Nixon, decidió que había que detener todo tipo de protestas contra la guerra en Vietnam, la pobreza, el racismo y la violencia policial y decidió hacer un caso ejemplar con los organizadores del evento. 

Son muchas las similitudes entre ese juicio hace 51 años y el presente. The Trial of The Chicago 7 en Netflix las recoge. Dirigida por  Aaron Sorkin, Sacha Baron magníficamente desempeña el papel de Abbie Hoffman.

La violencia policial sigue tanto en las comunidades de color como en la represión contra los y las manifestantes. Ello lo hemos visto en Oregon, en Minneapolis y otras partes donde la protesta es reprimida violentamente. 

También el racismo. La manera como el juez (cuyo nombre no vale la pena repetir en este espacio) ordena que le den “su merecido” a Bobby Seale, fundador de las Panteras Negras inicialmente parte del grupo (aunque no los conociera), por intentar defenderse a sí mismo, ya que no tenía abogado. 

Guardias de la corte lo sacaron, le dieron una golpiza, lo encadenaron y lo amordazaron.

También, Fred Hampton líder de las Panteras Negras de Chicago, quien asesoraba a Seale, es asesinado una noche de un balazo en la cabeza. 

Eventualmente retiran a Bobby Seale del tribunal y quedan 7. The Chicago 7.

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William Kunstler convoca al ex Procurador General de EUA, Ramsey Clark. Este niega que los sindicados presentaran peligro a la sociedad. Es más, culpa a la policía de Chicago de iniciar la violencia. 

En su testimonio, Ramsey Clark recuerda al país que el Departamento de Justicia debe ser un ente independiente de la presidencia y no el abogado personal del primer mandatario. Algo que parece haber olvidado la actual administración. 

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La película muestra cierta tensión entre Abbie Hoffman y Tom Hayden. Hayden representa una oposición más ortodoxa. Es más respetuoso con la corte, a diferencia de Hoffman y Jerry Rubin (fundador del partido Yippie) y otro de los rostros de la contra cultura política en aquellos días. 

Hayden fue fundador del movimiento SDS (Estudiantes por una Sociedad Democrática) y autor del manifiesto de Port Huron, que en 1962 es una dosis de progresismo en EUA. Después del juicio, Hayden contraería matrimonio por unos años con Jane Fonda y sería electo a la asamblea de California varias veces.  

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Uno de los sindicados es David Dellinger, activista pacifista, con más años de lucha a cuestas que Hoffman, Rubin, Hayden. El venía de las movilizaciones obreras de la gran depresión del 29, inspirados por eventos internacionales, como la derrota de la República de España. Fue miembro de un grupo de jóvenes socialistas, YPSL, por sus convicciones pacifistas no empuñó un fusil, pero condujo una ambulancia en España contra el franquismo.

Dellinger, podría decirse, es un puente entre la izquierda estadounidense de los años 30 con la de los 60. Es continuidad.

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En la escena final, cuando han sido convictos y están a punto de ser sentenciados, el juez da la palabra a Tom Haydn, advirtiéndole que el remordimiento y la brevedad le ayudarían. 

Hayden saca una lista y comienza a leer los nombres de miles de soldados muertos. Todos los sindicados se ponen de pie con el puño en alto. 

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Así como una vez me crucé con Abbie Hoffman en New York, una década antes en 1976 de estudiante en la universidad Georgia State, en Atlanta, organizamos un debate entre William Kunstler y el fiscal de Lawrenceville que había argumentado el caso que trajo nuevamente la pena de muerte a EUA.

Como tal, tuve el gusto y el privilegio de recoger a Kunstler en el aeropuerto, llevarlo a la universidad, acompañarlo a cenar, tomar un par de tragos con él y regresarlo al aeropuerto al día siguiente. Kunstler fue enorme.

Recomiendo “The Trial of The Chicago 7″m un juicio político que, además de mostrar los paralelos históricos, deja claro que entre la gente de EUA siempre ha existido un fuerte sentimiento de solidaridad. Pro justicia. En contra de la tiranía. Inspirador.

CFT
Director El Molino Online
10/18/2020