Alexis Tsipras
Combativo líder de Syriza en Grecia repite que sin le presentan un mal acuerdo lo va a rechazar

El idioma inglés predomina en internet y con su capacidad de sintetizar acuña incesantemente nuevas palabras, como “Selfie” y ahora “Grexit”, que de solo pronunciarse pone los pelos de punta hasta en los más valientes.

Porque Grexit significa la salida (exit) de Grecia de la zona Euro, posibilidad que ante nuestros ojos va cobrando realidad, y con ello la probabilidad de que traiga el caos en los sistemas financieros del continente y del mundo.

Como están las cosas, al finalizar el mes Grecia debe realizar un pago por 1.6 mil millones de Euros al Fondo Monetario Internacional. Grecia, sumida en una recesión por 3 años, no puede pagar, razón por la cual es preciso que se logre un acuerdo entre el gobierno que desde enero encabeza el movimiento de la ultraizquierda Syriza y la banca internacional.

A fines de mes Grecia debe desembolsar el pago para poder recibir otros 7.2 mil millones de Euros disponibles para una nación que ya debe más del 180% de su PIB.

Los banqueros exigen más austeridad. Y recortes tanto en las pensiones como en los subsidios a servicios públicos.

El Primer Ministro Alexis Tsipras dice que su país ya ha sufrido lo suficiente. Ha denunciado a los bancos y exige que la discusión debe centrar en la deuda con miras a reestructurarla.

En sus más recientes comentarios dijo que si le hacen una propuesta mala la va a rechazar.

Un acuerdo parece cada día más lejano.

Y sin acuerdo, Grecia no recibe el dinero y sale de la zona Euro, dando un portazo que puede tener graves consecuencias.

The Economist explica muy bien la situación actual:

¿De quién es la culpa de todo esto?
Hay sufiente culpa para repartir por todos los lados. Los políticos europeos probablemente no deberían haber permitido que Grecia entrara en el euro en 2001, dos años después de que se creó la moneda. Los gobiernos griegos no deberían haber utilizado el Estado como instrumento de clientelismo, no debería haber gastado con locuras en los años anteriores a 2008, y tal como hicieron Irlanda, Portugal y Chipre, deberían haber aprovechado la oportunidad de un rescate para ejecutar profundas reformas estructurales. La zona euro ha sido culpable de imponer demasiada austeridad en una economía maltrecha, de cargar a Grecia con una deuda impagable y de un negarse a escuchar la creciente desesperación de los griegos comunes y corrientes. Los políticos europeos no deberían verse sorprendidos de que los votantes buscaran una alternativa radical y deberían haber encontrado formas más imaginativas de tratar con ésta cuando llegó. Pero Syriza ha sido un desastre en el cargo, antagonizando aliados potenciales y destruyendo la confianza que necesitaba para asegurar un mejor acuerdo para sí mismo. Es una lamentable historia que refleja mal en todos los involucrados.

Más información en inglés, The Economist

Más información en inglés, The Guardian

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