¿Fama? Pésima. ¿Fortuna? No nos sorprendería si la tira por la ventana como últimamente lo ha tirado todo, comenzando por su dignidad. El anuncio ayer de Warner Brothers despidiendo a Charlie Sheen muestra que no hay nadie imprescindible en el mundo y que llega un momento en que la gente dice basta ya.

Hace unos cuantos días Sheen, en una de sus múltiples presentaciones públicas exigió que su empleador se disculpara ante él mientras “me lamen los pies”. ¿La respuesta?

“Después de una cuidadosa consideración, Warner Bros. Television ha terminado los servicios de Charlie Sheen en Two and a Half Men, con efecto inmediato”, dijo el estudio, en una decisión que va a costar decenas Sheen de millones de dólares en ganancias perdidas.

La opera de pacotilla se venía jugando por meses en los titulares y programas de televisión con escándalo tras escándalo.

El comportamiento de Sheen no podía contradecir más el programa Two and a Half Men, una comedia de situación familiar, totalmente inofensiva. El cómico Bill Maher lo puso todo en perspectiva. Dijo en su programa,

“No me importa si tomas drogas, no me importa. Sin embargo, toda esta charla de Charlie de que está cansado de fingir que no es una estrella de rock venida de marte. Amigo: estás en Two and a Half Men. La comedia más frívola (lame) jamás vista. Nadie habla de esto. ¿Cómo puede ser tan cool si lo central es no ser cool?

“Juegas el papel del tío problemático. Así te ganas la vida. En la CBS. La red de los viejos. ¿A quién le importa un carajo lo que suceda en Two and a Half Men? ¿Qué? vas a comenzar un movimiento: ‘escriban a los ejecutivos de la cadena y a su congresista porque si no tenemos una novena temporada de Two and Half Men, el arte va a morir'”.

Un delirio total. Telón.

Foto cortesía de cardkarma vía flickr