Boris CabreraPublicado originalmente en La Silla Vacía, portal de noticias, opinión y comentario político de Colombia. Publicado con autorización. 

El lunes se reanudan las conversaciones entre las Farc y el Gobierno en La Habana. Mientras se ven los primeros resultados de la primera fase sobre desarrollo agrario integral, la guerrilla sigue siendo una incógnita para la mayoría de colombianos. La Silla Vacía entrevistó a Boris Cabrera, exfundador, extesorero y exmiembro de la dirección de la Unión Patriótica y una persona que conoció muy bien a las Farc y a Iván Márquez en el Caquetá.

Cabrera trabajó con el jefe guerrillero de las Farc durante las marchas cocaleras y campesinas en los ochenta y luego en la fundación de la UP. Su esposa Diana Correa, también militante de la UP, fue desaparecida y asesinada por un grupo de militares, que fueron posteriormente condenados por los hechos. Cabrera fue procesado por la justicia sin rostro y apresado por el presunto secuestro y homicidio de Diego Turbay Cote en el Caquetá. Posteriormente, la Fiscalía lo exoneró y el Consejo de Estado acaba de condenar a la Nación por las irregularidades en su captura y el año que injustamente pasó en la cárcel.

Dado su conocimiento de las Farc, La Silla lo entrevistó como parte de una serie de entrevistas sobre el proceso de paz.

 

La Silla Vacía: ¿Cómo describiría las Farc hoy y como es diferente de la que no negoció la paz en el Caguán?

Boris Cabrera: Las Farc es una organización político-militar muy madura, en todos los sentidos, con una gran experiencia de sobrevivencia en la lucha contrainsurgente, que de alguna manera -y por eso estamos en este proceso- ha logrado a diferencia de todos los movimientos similares del Tercer Mundo sobrevivir a las ofensivas del ejército también, a su vez, mejor capacitado en lucha irregular en el continente.

¿Qué le da esa habilidad para sobrevivir?

Contrario a lo que piensa mucha gente, las Farc tiene gran inserción popular en muchas regiones del país, particularmente en las zonas de frontera agrícola y de colonización. Frente a la ausencia del Gobierno y de alternativas programáticas a favor de los campesinos, ha sido una especie de centinela, de protección y de alternativa para defenderse en el pasado de los latifundistas y en el presente de los paramilitares y otras formas que ha asumido la lucha eterna en Colombia del despojo de la tierra a colonos y campesinos.

¿Defender a la población de los paramilitares? En muchas regiones, los guerrilleros huyeron mientras que los paras masacraban a la población.

Sí, pero al mismo tiempo, los paramilitares no estaban solos. Donde los paramilitares realmente intentaron hacer contrainsurgencia, y no gozaron del apoyo de las fuerzas del Estado fueron totalmente liquidados por la guerrilla como en el caso del Caquetá.

¿Por qué dice que las Farc tiene una gran inserción con las comunidades?

En amplias zonas del país, en el Caquetá, por ejemplo, han hecho centenares de kilómetros de vías alternas, terciarias, que inclusive hoy las sostienen.  Eso lo sabe el gobierno, y los campesinos y los finqueros pagan cuotas de sostenimiento de las carreteritas que funcionan, y han hecho puentes, han hecho cantidad de infraestructura,  ya que el Estado por razones de seguridad no ha podido desplazar ingenieros para la construcción de esas vías. Hay amplias zonas del Meta, de Arauca, del Guaviare, donde tienen distintas formas para mantener un contacto fluido con las comunidades. La mayor incomprensión del Establecimiento sobre las Farc es el tratamiento de bandidos que les pretendieron dar en el pasado.

La Silla Vacía

Foto: Juan Pablo Pino vía La Silla Vacía