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La Casa Blanca tomó la decisión de trasladar al presidente Trump al Hospital Militar Walter Reed en Maryland el viernes asegurándose de que aún pudiera caminar hasta el helicóptero Marine One por su cuenta, informa The Washington Post.

La salud de Trump había comenzado a deteriorarse luego de su prueba positiva de coronavirus el jueves. Temían los posibles efectos en las elecciones, explica el diario en una nota que firman Josh Dawsey, Ashley Parker, Colby Itkowitz y Toluse Olorunnipa

“No queríamos hablar sobre el coronavirus y ahora estamos hablando del coronavirus. Más claro no canta un gallo: no puede proteger al país. Ni siquiera pudo protegerse a sí mismo “.

La edad de Trump, 74 años, su obesidad, y varias comorbilidades lo ponen en alto riesgo de un caso severo de COVID-19.

Ello contradice directamente su mensaje, repetido durante meses y por todos los medios, que minimizaba el peligro producido por el virus y la necesidad de incluso imponer medidas básicas de salud pública. “Hemos doblado la esquina”, dijo en numerosas ocasiones.

En esta nueva crisis, y siguiendo su hostilidad a los medios y dependencia casi exclusiva con sus apólogos en Fox News y otros medios de derecha, la Casa Blanca ha brillado por su falta de transparencia. El médico de Trump se ha limitado a decir que el presidente está”fatigado pero de buen humor”. Dijo que se la ha dado un coctel experimental.

Al mismo tiempo, sigue aumentando la lista de los contagios, aparentemente en un evento público el sábado pasado para anunciar la nómina de la administración a la Corte Suprema.

Además del presidente y la primera dama, han dado positivo dos asesoras presidenciales, tres senadores republicanos, el jefe de la campaña por la reelección de Trump, la presidenta del partido republicano, y tres periodistas. Y el presidente de la Universidad católica de Notre Dame.

Esta lista muy seguramente aumentará en días venideros y podrá evaluarse el efecto en el país, el mundo, y la elección 2020.

Hasta el momento, el presidente sigue a cargo del gobierno.

La campaña de Joe Biden sigue aunque él ha dicho que suspendió algunos anuncios por ser demasiado críticos.

El senado, controlado por los republicanos, sigue su curso de iniciar el proceso de nominación de Amy Coney Barrett para reemplazar a Ruth Bader Ginsburg.

La nominación de Amy Coney Barrett, quien durante el verano dio positivo para Coronavirus, pasa a ser un evento con ‘potencial super esparcidor’ al cual se trazan los contagios que pueden paralizar el partido republicano. De ninguna manera ha sido el único evento patrocinado por La Casa Blanca en el que se han violado todos los protocoles recomendados de máscaras y distanciamiento socia.

De hecho, durante el debate entre Trump y Joe Biden, la familia Trump llegó sin tapabocas.

Hoy por hoy, La Casa Blanca se ha convertido en un potencial punto de contagio, y no obstante, el uso de máscaras protectoras en ese antiguo edificio pequeño sigue siendo voluntario. En su conferencia de prensa de ayer, la secretaria de prensa de La Casa Blanca, Kayleigh McEnany no anunció ningún cambio en los protocoles existentes. 

El presidente, que restó importancia al virus en sus primeras etapas, ahora se ha convertido en el paciente de más alto perfil del mundo de una enfermedad que ha matado a más de 1 millón de personas.

Y las mentiras siguen: cualquier otra administración tendría un médico u otra autoridad en la sala de reuniones comunicando al país sobre lo que está aconteciendo.

El hecho de que Trump y su combo estuvieran al tanto de que Hope Hicks estaba infectada y sin embargo siguieran adelante con sus planes es difícil de concebir — hasta que queda claro el capital político que habían invertido en restar importancia a la pandemia.

Trump y su combo han intentado mantenerlo secreto ante su propia gente, los medios, el público en general, y la campaña de Joe Biden. Esto podría ser criminal.