No vamos a entrar en largas exposiciones para explicar por qué en El Molino consideramos que bombardear Siria — sin una discusión por el Congreso de EUA ni del Consejo de Seguridad de la ONU y sin la ayuda de Gran Bretaña cuyo Parlamente rechazó la intervención — es un error garrafal que podría tener desastrosas consecuencias en una región donde se están sufriendo las desastrosas consecuencias de otro error garrafal: la invasión en el 2003 por EUA a Irak.
Dos años de guerra civil en Siria muestran que ambos lados son capaces de cometer atrocidades — eso lo dijo la ONU.
Gente que conoce muy bien la región, como los analistas geopolíticos de Stratfor, han cuestionado la evidencia sobre el uso de armas químicas por el gobierno sirio contra la oposición presentando tres posibilidades:
- Que haya sido el régimen, como aseguró ayer el Secretario de Estado John Kerry;
- Que hayan sido los rebeldes, muchos de los cuales no esconden su simpatía por los islamistas extremistas de Al Qaeda, para disparar una intervención de EUA;
- Que se hayan fabricado las fotos
El Parlamento británico no compró la evidencia presentada por el Primer Ministro David Cameron.
Como surgió en el intenso debate (ejemplo de democracia que debería seguirse en EUA), las mentiras que se presentaron para justificar la invasión a Irak en el 2003 no se olvidan así no más.
La ONU no ha concluido su investigación, ni mucho menos presentado un informe.
Amplios sectores de la prensa en EUA cuestionan la evidencia.
Otros se preguntan, ¿por qué cuándo Assad había recuperado la ofensiva militarmente habría de cometer este acto?
Pero aún si fuera culpable el régimen de Assad, someter a esa nación a una campaña de misiles Tomahawk lanzados desde la flotilla de destructores que ha enviado EUA al Mediterráneo causaría innecesarias muertes civiles.
Como ha sucedido tanto en guerras totales o en guerras limitadas — Kosovo en 1999.
Más muertos.
Causados por EUA.
En una guerra civil en un país musulmán.
Es atizar las llamadas de un odio que remonta décadas.
(No es coincidental que la CIA haya confesado hace una semana que en 1953 había derrocado el gobierno electo de Mohammed Mossadegh en Irán, sentando las bases para la actual anti estadounidense República Islámica).
Un error no se rectifica con otro.
Un incendio no se apaga con gasolina.
Si, como ha dicho el presidente Obama, EUA quiere ayudar en el conflicto Sirio y en el medio oriente en general tiene una opción: revivir las conferencias de paz en Ginebra entre todos los partícipes en este sanguinario conflicto.
¡Manos fuera de Siria!
Carlos F. Torres
New York, Agosto 31 2013