Entrevista a algunos reos, en ElMolinoonline.comLa única restricción para los 2,000 reos extranjeros y venezolanos del Penal San Antonio, en la isla Margarita, es que no se pueden marchar, fuera de eso, armas, blackberries, marihuana, música, cámaras, computadores, sexo, asados, piscinas, aires acondicionados y mucho más — siempre y cuando lo pueda pagar.

Simón Romero del New York Times visitó la prisión, donde aparte de la guardia por uniformados armados, tiene más semblanza con un paraíso tropical que una cárcel para traficantes de drogas.

“Muchachas en bikini disfrutan el sol del Caribe en una piscina al aire libre. El humo de la marihuana endulza el aire. A todo volumen, el reggaetón sale desde un club donde las parejas muelen”, describe.

La isla Margarita, dice, es un punto de salida para el tráfico de drogas al Caribe y EUA y los traficantes que caen allí por lo general terminan en esa prisión, que describe como una “mezcla surreal de hedonismo y fuerza. Algunos reos caminan por los predios con rifles de asalto”. Uno le dice que ahí se encuentra cualquier arma que se pueda imaginar.

El Times presenta entrevistas con reos de diversas partes del mundo, aunque señala que el supervisor no concedió una entrevista.

Todos estos lujos, señaló “El Conejo”, el jefe de los prisioneros, los han pagado ellos mismos con su dinero. “Hemos humanizado la prisión”, dice.

Aunque hay una sección para mujeres, ambos sexos se mezclan en los patios, dice. Computadores, blackberries y otra tecnología mantienen las comunicaciones con el exterior.

“Los presos asan carne mientras toman whisky al lado de la piscina. En algunas celdas, equipadas con aire acondicionado y antenas de satélite de DirectTV, los reos descansan con sus esposas o mujeres”.

Dice una mujer rusa que sirve una condena por traficar narcóticos. “Es difícil explicar lo que es la vida aquí: es el sitio más extraño en que jamás he estado”.

Artículo en inglés

Foto cortesía Parapguachoa Mc Social