Refugiados bienvenidosAlemania divida por refugiados. Mientras que en las cosmopolitas capitales de Alemania muchos están acogiendo la marea humana de refugiados de Africa y el Oriente Medio, en áreas rurales se ha vivido durante años ya un renacimiento racista y xenófobo con lenguaje no muy diferente al de los días del nazismo.

Eso escribe Sebastian Matthes, director del HuffPost de Alemani, en una nota que ha publicado El Huffington Post en España.

Siendo Alemania una de las naciones más ricas del mundo, señala, casi el 40% de los refugiados llegan allí. En muchos sectores ello ha cambiado la actitud de la gente, transformando al país del que se presentó ante el mundo durante el mundial de fútbol en 2006.

Pero entonces llegó el verano de 2015.

De repente había cócteles Molotov volando contra albergues de refugiados. Durante los primeros seis meses de este año, se han producido unos doscientos ataques contra centros para solicitantes de asilo. Sólo en julio y agosto, la Policía Judicial Federal informó de 131 ataques similares por parte de gente de extrema derecha. Además, se están incrementando los ataques verbales y físicos contra los extranjeros, y en un caso especialmente repugnante del que se informó en los medios, un grupo de nazis orinó en público sobre los niños de una familia de refugiados. Cientos de manifestantes nazis y de ultraderecha se reúnen delante de albergues para refugiados, como en Heidenau, Sajonia, e incluso abuchearon a Angela Merkel durante una visita a uno de los refugios, tachándola de “traidora a su pueblo”, un término excepcionalmente infame de la propaganda nazi.

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Este odio manifiesto y cada vez más ruidoso contra los extranjeros es un fenómeno que se produce sobre todo en las ciudades pequeñas, lugares con una alta tasa de desempleo, con oportunidades limitadas y con una presencia peligrosa de la ultraderecha, donde los agresores se amparan en un entorno que les respalda. Recientemente se prendió fuego a un centro de refugiados. El sospechoso es nada menos que un bombero que, después del ataque, colaboró en la extinción de las llamas.

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Durante años, la política y los medios de comunicación han ignorado y subestimado lo poderoso que ha llegado a ser el movimiento de extrema derecha en algunas partes de Alemania. Han pasado por alto el hecho de que las pequeñas ciudades de los länder del este alemán están bajo el control cultural casi absoluto de extremistas de derecha. Hay murales propios del periodo nazi, referencias al lugar de nacimiento de Hitler y una atmósfera de miedo recrudecida por la derecha más radical. En estas ciudades, la cultura de ultraderecha lo abarca todo, desde los institutos a las carpinterías.

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Muchos de estos “ciudadanos preocupados”, como les gusta llamarse a sí mismos, no están preocupados por los refugiados. Se preocupan por sí mismos. Les inquieta el declive económico, temen los antiguos tiempos de pobreza. Tienen miedo de que se les arrebate algo.

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Cierra Sebastian Matthes esta deprimente nota con un rayito de esperanza, señalando que se está gestando un movimiento de respuesta contra el racismo.

Estudiantes, actores, empresarios, blogueros y políticos están recogiendo donativos de ropa, participan en el abastecimiento de los centros refugiados y usan los medios para oponerse a la estupidez nazi con argumentos sólidos.

Ello se vio en las acogedoras pancartas desplegadas el domingo pasado en varios estadios de fútbol del país.

Su visión de la situación es realista: es un enorme desafío para todos nosotros.

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