Cuando se sepa lo que se va a saber — que nunca lo será todo — sobre el escándalo que comenzó con la renuncia del director de la CIA el día después de la reelección del presidente Obama, Hollywood tendrá que hacer una película con un elenco estelar.

Pero habrá que esperar a ver qué más sorpresas trae este extraño caso que hasta el momento involucra dos generales, dos hermosas mujeres casadas un agente del FBI y, dos congresistas y hasta el momento, una esposa furiosa.

(Sobre los maridos no se ha dicho mucho, todavía).

Así comenzamos la mañana del martes.

Informan Devlin Barrett, Evan Perez y Siobhan Gorman en The Wall Street Journal que el agente del FBI que el agente del FBI que inició la investigación cuando una amiga suya de Tampa, Florida, Jill Kelley le dijo haber recibido correos anónimos amenazantes fue retirado del caso porque se estaba involucrando demasiado en éste.

Dice WSJ que el agente, anónimo hasta hoy, le envió a Kelley fotos de él sin camisa.

Como se supo, los correos venían de la biógrafa (y amante) de David Petraeus, Paula Broadwell, y ahí comenzaron a brotar los secretos que concluyeron en la renuncia de Peatraeus, jefe de la CIA y el general más condecorado en una generación. El agente, dice WSJ, luego filtró los detalles de la investigación a un congresista, David Reichert, quien a su vez pasó la información a otro congresista, Eric Cantor.

Por si fuera poco, Craig Whitlock ahora escribe en el Washington Post que el comandante de la fuerza conjunta EUA-OTAN en Afganistán, General John Allen, también está bajo investigación por el FBI. Dice que el Pentágono anunció que se están investigando entre 20,000 y 30,000 comunicaciones “indebidas” entre el general y Jill Kelley.

Aunque el general seguirá en su cargo, dice el Post, el Secretario de Defensa Leon Panetta ha pedido que se apresure un cambio de mando y confirme al general de los infantes de marina Joseph Dunford, señala el Post.

Otros informes dicen que Holly Petraeus está “furiosa”. Sobre los maridos de Paula Broadwell y Jill Kelley no se ha dicho mucho, aunque suponemos que toda la atención (equipos de TV) frente a sus casas no los debe tener muy contentos.

Otra indicación de que este drama promete largas y desgastadoras horas de atención y extenso reportaje en un laberinto de hombres poderosos, mujeres hermosas, secretos de estado compartidos, abuso de poder, despecho y celos es que Jill Kelley ha contratado como abogado a Abbe Lowell y a Judy Smith, para relaciones públicas en situaciones de emergencia, informa Neal Colgrass en newser. Entre los clientes de Abbe Lowell se incluyen Monica Lewinsky.

Más información en inglés Wall Street Journal

Más información en inglés Washington Post

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Foto: Jill Kelley AP/Chris O’Meara via newser