Voces del desempleo, ElMolinoonline.comEn EUA se vive una crisis de desempleo.

Estadísticamente, se habla del 8.8 por ciento. Pero esta es una cifra fría que no incorpora la tragedia que para un ser humano significa no encontrar un puesto de trabajo.

Hamilton Nolan de Gawker presenta una sección que donde verdaderas personas de carne y hueso comparten sus experiencias con la tragedia que los economistas llaman el paro.

Aquí, con autorización, traducimos una de las varias cartas. 

Me gradué en derecho a finales de 2009 y decidí que, puesto que no podía costearme yo mismo un curso de repaso para el examen de admisión, me gustaría conseguir un trabajo como reclutadora, ahorraría algunos pesos y tomaría el examen con el resto de mi amigos en julio. Bueno, por supuesto, una vez que empecé a recibir mi cheque de salario, tuve una enorme dificultad abandonándolo, sobre todo cuando vi el estado del mercado laboral en el área legal con los centenares de curriculums vitae que yo revisaba todos los días. Y así, evité el examen y seguí trabajando para mi empresa de contratación — hasta septiembre del 2010, cuando mi equipo, habiendo perdido US$350,000 hasta la fecha, consideró necesario dejar a alguien cesante.

Me sentí muy infeliz en perder mi trabajo, pero al mismo tiempo, mantuve mi optimismo porque me sentí que estaba en mejor posición que la mayoría de la gente para ser contratada en otra parte. Después de todo, ¿con cuántos empleadores y buscadores de trabajo había hablado en los últimos meses?

Mi confianza se vio reforzado una vez que fue procesado mi reclamo por beneficios de desempleo. Recuerdo haber pensado que US$405 semanales no era mucho según los estándares de Manhattan, pero era lo suficiente para vivir, y había 99 semanas de beneficios — yo no tenía la intención de estar sin empleo nada que se aproximara a ese tiempo!

En esas primeras semanas, debo de haber enviado más de 100 hojas de vida a la semana. Cuando se aplica a los puestos de trabajo, con la diligencia que si fuera un trabajo (de 9 a 5), no es difícil lograrlo, especialmente una vez que escribe algunas cartas generales para cada tipo de posición que está buscando. Ese ritmo no es sostenible, sin embargo, una vez que se han respondido todos los anuncios más antiguos que se encuentran en los boletines de trabajo y comienza a depender de los nuevos anuncios. En ese momento, estás golpeando constantemente “refresh” en el navegador, a la espera de solicitar para cualquier trabajo en que exista una oportunidad de que le contraten.

Una vez que pasaron uno o dos meses sin ni siquiera una entrevista, comenzó a asentarse la sensación real de estar desempleada. Seguí respondiendo a las solicitudes de puestos de trabajo, pero ya estaba quemado y sin esperanza. Cualquier semejanza de una rutina cotidiana desaparecía. Dormir, comer, ducharme todo eso pasaba de forma esporádica, si es que pasaba. Hubo un momento que se puso tan difícil hacer frente a mi situación que comencé lo que sería un largo ciclo de fijación con pasatiempos, comencé a hacer cosas nuevas, como la decoración de pasteles, montar en bicicleta, tejer, genealogía, aprender francés, etc, en ráfagas intensas que duranbam unas pocas semanas, absorbiendo cada momento que no estuviera respondiendo a puestos de trabajo, y luego, aparentemente como nada, simplemente parar. Fríamente. Olvidado.

Mucha gente se pregunta también por qué no realizaba trabajos temporales. Aquí también, mi título de abogado era un obstáculo para conseguir un trabajo, porque a pesar de que yo estaba buscando trabajo de oficina en general, en realidad yo estaba calificada únicamente para el trabajo legal y los bufetes de abogados no quieren otros abogados sin título trabajando para ellos por temor de que se les formule cargos de  ayudar en la “práctica no autorizada de la ley”. Para remediar ese problema, tomé y aprobé el examen de admisión en julio de 2011, pero todavía no he sido admitida porque no tengo el dinero para pagar los US$1,000 adicionales que el New York State Bar Association cobra a los nuevos abogados por cuotas de registrarlos e incluirlos en los listados, algo que normalmente pagaría su empleador.

Debido a que me sentí que la gente no entendía lo que estaba pasando, me retiré de casi todas mis amistades, muchas de los cuales todavía no se dan cuenta de por qué he perdido el contacto. La reunión de los cinco años de licenciatura tuvo lugar el pasado mes de mayo, y no hice caso a las llamadas ni correos electrónicos de gente que preguntaba si iba a ir: no quería explicarles cómo fue que me engordé, me empobrecí y me deprimí. Es mejor que sólo vieran mi perfil sin actualizar de LinkedIn y en Facebook las fotos divirtiéndome con mi novio.

Eso es correcto. Tengo un novio – y a través de todo esto – ha sido la mejor parte de mi vida. Pero todavía me queda difícil hablar con él acerca de cómo me siento: la mitad porque me ha escuchado decir todo lo que tengo que decir muchas veces antes, y la otra mitad, porque me temo que la próxima vez que le diga lo mala que está mi situación finalmente estará de acuerdo y comenzará a preguntarse por qué está conmigo. Honestamente, otra parte de la culpa que siento por estar desempleada durante tanto tiempo es que probablemente ya estaría comprometida si tuviera en orden mi carrera. Así van las cosas, es sido yo quien ha resistido el matrimonio porque yo quiero entrar en el matrimonio como iguales y eso ciertamente no es el caso en estos momentos.

Mi situación actual es que han pasado 93 semanas desde que recibí mi primer cheque por desempleo primero, y yo todavía estoy fuera del trabajo. El depósito de esta semana será el último que entre y, a diferencia de diciembre del año pasado y febrero, no habrá ninguna extensión esta vez. Y, por supuesto, no hay una acción del Congreso sobre la Ley Empleos de Obama, por lo cual no preveo que las cosas vayan a mejorar en el corto plazo.

Sinceramente, no creo que tenga perspectivas de futuro. Sigo escuchando a la gente describir una carrera como “dependiente de la trayectoria”, pero ya que no he estado en ningún sendero desde hace algún tiempo, me siento como si tuviera que empezar de nuevo. Con frecuencia solicito plazas de practicante sin pago. Quizás con el tiempo logre aterrizar en una de ellas. No pudo permitirme el lujo de volver a la escuela, especialmente ahora que he he fallado en mis pagos en una tarjeta de crédito, lo cual excluye nuevos préstamos estudiantiles.

Me imagino que finalmente conseguiré un empleo, pero ¿en qué campo? Esta es una incógnita. Me siento como si estuviera fuera de mi control. Pero tan pronto como encuentre un trabajo, me aferraré a él porque en él depende mi vida e intentaré lo mejor que pueda convertirlo en una carrera”.

Original en inglés

Foto cortesía de soukup via flickr