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Reproducido de Queens Latino — Por Javier Castaño / Bogotá. Colombia no ha podido salir de la sombra del expresidente Alvaro Uribe, el Paro Nacional del jueves 21 de noviembre reflejó la crisis por la que atraviesa Latinoamérica y la mentalidad del colombiano no está lista para implementar los Acuerdos de Paz firmados en Cuba.
Desde la tarima de la Plaza de Bolívar en Bogotá se apreciaban jóvenes, retirados, obreros, estudiantes y amas de casa que reclamaban un cambio en Colombia. La frase que más se escuchó durante la movilización fue “Uribe paraco, el pueblo está verraco”. Seguida de la frase “abajo el paquetazo de Duque”, haciendo referencia al presidente Iván Duque.
En la carrera Séptima con calle 40, los estudiantes de la Universidad Javeriana, de clase alta, se aglutinaron para marchar en el Paro Nacional. Caminaron al lado de agrupaciones como el Cabildo Indígena de Suba, la Unión de Trabajadores Penitenciarios, el Sindicato Intrapostal, la Alianza Social Independiente y la Asociación de Pensionados, entre otras organizaciones laborales.
Durante el recorrido, los estudiantes tocaron tambor, los indígenas bailaron sus danzas tradicionales y los sindicalistas gritaron sus consignas con música de Silvio Rodríguez de fondo.
Algunos jóvenes insultaron a los policías que cuidaban el Transmilenio con frases como estas: “Arrodillados”, “Hijos de puta” y “es usted policía por no haber estudiado”. La gran mayoría de los establecimientos comerciales habían cerrado y los bancos fueron protegidos con madera, alambre y guardias de seguridad.
Al medio día éramos pocos los que habíamos llegado a la Plaza de Bolívar, rodeada del Palacio de Justicia, la Catedral Primada y la sede de la Alcaldía de Bogotá y el Congreso de Colombia.
José María Bolano, secretario de prensa de la Confederación General del Trabajo (CGT), dijo que la marcha es en contra del gobierno “porque nos está mintiendo en cuanto a la reforma laboral y de pensiones”. La movilización fue organizada por la CGT (54% de los sindicalistas), Central Unitaria de Trabajadores CUT (44% de los sindicalistas) y la Confederación de Trabajadores de Colombia CTC (2% de los sindicalistas). También participó la Confederación Democrática de Pensionados de Colombia CDP.
El ingreso a la tarima en la Plaza de Bolívar estuvo desorganizado, subieron descamisados y público en general. El sonido no alcanzaba a cubrir toda la plaza y algunos sindicalistas no fueron presentados con nombre y apellido. La lluvia comenzó después de la una de la tarde y obligó a cientos de personas a abandonar la Plaza de Bolívar. Los restaurantes de la zona no dieron abasto para atender a tanta gente. El almuerzo “corrientazo” costaba 10 mil pesos colombianos.
Los sindicalista hablaron de “las justas luchas” de los pueblos chilenos, ecuatorianos, peruanos, brasileros, bolivianos y nicaragüenses. Criticaron la reforma laboral, de vivienda, salud, pensiones y educación. Dijeron que Colombia es el cuarto país con mayor desigualdad social en Latinoamérica y exigieron el cumplimiento de los Acuerdos de Paz. Además, que se acabe el asesinato de indígenas y líderes.
Entre las consignas se destacan “queremos chicha, queremos país, no a las multinacionales”, “no tenemos que morir para expresarnos” y “paz sin desplazamiento forzado”.
“No permitiremos que nos sigan gobernando para los ricos, mientras que los pobres viven en la miseria”, dijo Luis Miguel Morantes, presidente de la CTC.
“El neoliberalismo no ha fracasado como nos quieren hacer creer, sino que sigue siendo implementado y hay que derrotarlo”, dijo Julio Roberto Robles, presidente de la CGT. “Queremos una reforma distinta, con mayores oportunidades para los pobres y que se respete la vida de nuestros líderes”.
Alejandro Palacios, en representación de los estudiantes, dijo desde la tarima que “el presidente Duque no quería que marcháramos y le llenamos la Plaza de Bolívar. La educación en Colombia es un privilegio y eso debe cambiar”.
El senador Gustavo Bolívar, esqueleto en mano, fue el más directo: “Hagamos un minuto de silencio por los 171 exguerrilleros de las Farc que se acogieron al proceso de paz y fueron asesinados, por los 168 indígenas asesinados, por los 314 niños asesinados por el ejército colombiano, por los 80 mil desaparecidos y por las 226 mil víctimas de este conflicto armado”.
Carlos Olivos marchó por los enfermeros de Colombia “que no tenemos buenas condiciones laborales y somos irrespetados”. Sergio Marín, exguerrillero de las Farc y ahora congresista, marchó como un ejemplo de la forma como Colombia se ha pacificado debido al Proceso de Paz. Algo impensable a comienzos de este siglo.
Pero después de la cuatro de la tarde, la Plaza de Bolívar se transformó. La lluvia espantaba a la gente y más personas seguían ingresando por la carrera Séptima. Cientos de bicicletas interrumpían el paso y era casi imposible desplazarse. Encapuchados y jóvenes con morral a la espalda comenzaron a pintar las paredes, arrojar piedras a la policía, retirar las carpas de construcción y quitaron el plástico que cubría el monumento al Libertador Simón Bolívar. Mujeres y hombres se treparon a un contenedor para alentar a las masas y ondear la bandera el M-19.
Los encapuchados y no encapuchados terminaron generando violencia y la policía usó gases lacrimógenos para dispersar a la multitud.
Los sindicalistas dijeron que el Paro Nacional fue un éxito porque movilizaron alrededor de 400 mil personas en Bogotá, en donde hubo disturbios en otras zonas de la ciudad como Bosa, Suba, la calle 26 (cerca de la Universidad Nacional) y en la carrera 30.
Los medios de comunicación culpan a los encapuchados a quienes tildan de “desadaptados”. En todo Colombia hubo 96 arrestos, 68 estaciones de transporte vandalizadas y 48 capturados. En Cali hubo toque de queda porque incendiaron vehículos y en Bogotá el transporte fue y sigue siendo un caos.
El presidente Duque en su alocución por televisión la noche del jueves, no hizo alusión a las demandas de los sindicalistas y del pueblo. Dijo que le daba la bienvenida a las marchas, pero condenó el saqueo y la violencia. “Estamos escuchando a la ciudadanía y los vándalos y los criminales nos quieren amenazar”, dijo el mandatario en un discurso que duró pocos minutos.
Mientras el presidente Duque le hablaba a sus ciudadanos, el sonido estridente del cacerolazo espontaneo se escuchaba en todo Colombia. El mismo sonido de ollas que se ha escuchado en algunos países de Latinoamérica para expresar la zozobra social que vive la mayoría de su población.
En Colombia las regiones más apartadas reclaman la implementación de los Acuerdos de Paz para tener una segunda oportunidad sobre la tierra. La población reclama que se termine la violencia porque están agotados y se están repitiendo. Los colombianos anhelan una mejor calidad de vida. Y la crisis de la inmigración venezolana que ahoga la economía de la región, es el resultado de la mezquindad de las multinacionales y la corrupción de los políticos.
“Colombia se está pareciendo mucho a Venezuela, algo que el candidato Iván Duque decía que no pasaría si era elegido presidente”, comentó el catedrático y abogado Jorge Luis Yarce.
“No nos molestan los ricos, sino que haya tanta gente pobre”, concluyó Robles en la Plaza de Bolívar.
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