El columnista afroamericano Eugene Robins comenta sobre lo que él llama el racismo del presidente Trump, percepción apoyada por alrededor de la mitad de la población estadounidense. Traducimos un extracto de su reciente columna en el Washington Post.
[…] A Trump no parecen gustarle demasiado las personas recién llegadas que no son de raza blanca, — ¿recuerdas que una vez expresó su anhelo por ver más inmigrantes de Noruega?. El siente una antipatía especialmente cruel hacia los hombres, mujeres e incluso niños de América Latina. No hemos visto un racismo tan evidente por parte de un presidente desde que Woodrow Wilson impuso la segregación de Jim Crow en Washington y mostró con aprobación en la Casa Blanca la película “The Birth of a Nation”, diririda por D.W., que es una celebración épica del Ku Klux Klan, en la Casa Blanca.
Trump impulsa a sus seguidores a ver a EUA como una nación acosada por niveles elevados de crímenes violentos y culpa a los “animales” de la pandilla callejera MS-13. Está mintiendo; las tasas de criminalidad en todo el país son mucho más bajas que hace dos o tres décadas, y en algunas de las grandes ciudades existe hoy día mayor seguridad de la que ha habido en medio siglo. Pero Trump tiene que pintar un panorama distópico para justificar la necesidad de hacer que Estados Unidos vuelva a ser grandioso.
MS-13 es, de hecho, terriblemente violenta. Pero pequeña; las autoridades calculas la membresía total de la pandilla en EUA es de aproximadamente 10,000, concentrados en unas pocas áreas metropolitanas con amplias poblaciones de inmigrantes centroamericanos: Los Ángeles, Nueva York y Washington. Trump nunca reconoce que la pandilla fue fundada en EUA por inmigrantes de El Salvador y se exportó a Centroamérica, donde se implantó. También olvida mencionar que sus miembros en EUA, son mayoría adolescentes, quienes generalmente dirigen su violencia entre sí, no hacia afuera.
Trump deliberadamente exagera la amenaza de MS-13 para justificar su brutalidad hacia los centroamericanos solicitantes de asilo en la frontera. Las personas nunca deberían ser tratadas de esa manera, pero cuando son “animales” es una historia diferente.
Es increíble que el gobierno de EUA separe a más de 2,300 niños de sus padres sin razón otra que la de demostrar su crueldad. Es impactante que nuestro gobierno espere que niños pequeños y bebés se representen a sí mismos en audiencias formales de inmigración. Es increíble que nuestro gobierno, obligado a regañadientes a poner fin a esta política, le cobre a los padres desesperados cientos o miles de dólares para reunirse con sus hijos. Es espantoso que nuestro gobierno se niegue incluso a dar una explicación completa y actualizada de cuántos niños no han sido devueltos todavía. Sin embargo, todo esto se ha hecho, en nuestro nombre.
Trump usa palabras como “invadir” e “infestar” y “criar” para describir a los migrantes centroamericanos que llegan a la frontera buscando legalmente asilo. Creo que si fuera una política de inmigración neutral, los agentes de Inmigración y Control de Aduanas habrían comenzado a perseguir y encerrar a los noruegos que se han quedado después de venciadas sus visas.