Buscan terroristas en mundo musulmánPublicamos, en traducción al español por El Molino Online, esta nota sobre el programa de Drones que apareció originalmente el 29 de diciembre 2013 en la publicación inglesa The Guardian bajo el título “I worked on the US drone program. The public should know what really goes on”.


Por Heather Linebaugh — Cada vez que leo los comentarios de los políticos que defienden el programa de vehículos aereos no tripulados Predator y Reaper, conocidos como drones, me gustaría poder hacerles algunas preguntas. Me gustaría empezar con: “¿Cuántas mujeres y niños han visto incinerados por un misil Hellfire?” Y, “¿Cuántos hombres ha visto arrastrarse por el campo, tratando de llegar a la vivienda más cercana mientras desangra tras haber perdido las piernas?”. O, aún más enfáticamente: “¿Cuántos soldados has visto morir en la cuneta de una carretera en Afghanistán porque nuestros siempre precisos UAVs [vehículos aéreos no tripulados] fueron incapaces de detectar un IED [ dispositivo explosivo improvisado] que esperaba al convoy?”

Pocos de estos políticos que tan abiertamente proclaman los beneficios de los drones tienen una idea real de lo que realmente ocurre. Yo, por otro lado, he presenciado directamente estas abominables escenas.

Yo conocí los nombres de algunos de los jóvenes soldados que vi desangrarse al lado de una carretera. Vi a docenas de hombres en edad militar morir en Afganistán, en campos vacíos a lo largo de las riberas, y algunos justo fuera del complejo donde su familia esperaba que regresaran de la mezquita.

Los militares estadounidenses y británicos insisten que se trata de un programa de experto, pero es curioso que sientan la necesidad de entregar información errónea, o escasos o ningunos datos sobre las muerte de civiles y retorcidos informes tecnológicos sobre las capacidades de nuestros vehículos aéreos no tripulados. Estos incidentes específicos no son aislados, y la tasa de víctimas civiles no ha cambiado, a pesar de lo que nuestros representantes de defensa quieran decirnos.

Lo que el público necesita entender es que el video proporcionado por un avión no tripulado no suele ser lo suficientemente claro para detectar si alguien lleva un arma, incluso en un día cristalina claridad con pocas nubes y una luz perfecta. Ello hace que sea muy difícil para los mejores analistas establecer con seguridad si alguien tiene armas. Un ejemplo viene a la mente: “La imagen es muy pixelada, ¿qué pasa si se trata de una pala y no de un arma?” Sentí esa confusión constante, al igual que mis colegas analistas de UAV. Siempre llevamos la incertidumbre si matamos a la gente que debíamos, si pusimos en peligro a personas equivocadas, si destruimos la vida de un civil inocente por culpa de una mala imagen o un mal ángulo.

También es importante que el público entienda que hay seres humanos que operan y analizan la inteligencia de estos vehículos aéreos no tripulados. Lo sé porque yo era uno de ellos, y nada le puede preparar para una rutina casi diaria de volar misiones de vigilancia aérea de combate a través de una zona de guerra. Los defensores de los UAV sostienen que las tropas que hacen este tipo de trabajo no se ven afectadas por al observar este combate porque nunca corren peligro físico directamente.

Pero este es el asunto: puede que yo no haya estado en el terreno en Afganistán, pero he visto partes del conflicto en gran detalle en una pantalla durante días y días. Conozco la sensación que se experimenta cuando ve morir a alguien. Aterrador escasamente lo describe. Y cuando se está expuesto a ello una y otra vez se convierte como un pequeño video, incrustado en la cabeza, en perpetua repetición, causando dolor y sufrimiento psicológico que espero muchas personas nunca lleguen a experimentar. Los soldados que trabajan los UAV son víctimas no sólo de los inquietantes recuerdos que llevan con sigo, sino también de la culpabilidad de llevar dudas constantes sobre la exactitud de sus confirmaciones sobre armas o la identificación de individuos hostiles.

Por supuesto, estamos entrenados para no experimentar estos sentimientos; luchamos contra ellos, y nos amargamos. Algunas tropas buscan ayuda en las clínicas de salud mental proporcionadas por los militares, pero vivimos bajo limitaciones sobre a quién podemos hablar y dónde, debido a la confidencialidad de nuestras misiones. Me parece interesante que no se reporten las estadísticas de suicidio en este campo, ni tampoco datos sobre el número de tropas que trabajan en posiciones de UAV que están fuertemente medicados para la depresión, trastornos del sueño y ansiedad.

Recientemente, The Guardian publicó un comentario del secretario de Estado británico para la defensa, Philip Hammond. Me gustaría poder hablar con él acerca de los dos amigos y colegas que perdí, al año de haber dejado el ejército, cuando se suicidaron. Estoy seguro de que él no ha sido notificado de ese pequeño aspecto del programa secreto de UAV, porque si no él le daría un vistazo más de cerca a las dimensiones totales del programa antes de defenderlo de nuevo.

Los vehículos aéreos no tripulados en el Medio Oriente son utilizados como un arma, no como protección, y siempre y cuando nuestro público se mantenga ignorante de esto, seguirán esta grave amenaza a la santidad de la vida humana — domésticamente y en el extranjero.

Nota del editor: Heather Linebaugh no posee ningún material clasificado y ha honrado a su acuerdo de no divulgación desde el momento de su descarga.

Artículo original en inglés